Una amnistía que conviene a todos
Una amnistía que libere a los presos políticos, permita el regreso de los exiliados, y finalice la persecución judicial contra los disidentes, es una medida que beneficiaría a todos los sectores.
Sin duda, el panorama para el régimen de Maduro es catastrófico: desabastecimiento, inflación, devaluación, déficit presupuestario, delincuencia desatada, paro universitario, ilegitimidad, crisis de gobernabilidad, y una sociedad profundamente dividida. Por mucho menos que eso se produjo un estallido social en 1989.
Difícilmente alguien quiera revivir ese terrible pasado, pero circunstancias tan graves como las descritas podrían salirse fuera de control, y degenerar en un conflicto de proporciones incalculables. Conviene a todos, por tanto, reducir las tensiones, abrir una válvula de escape, y fomentar algún tipo de entendimiento.
Uno de los temas que ocasiona más descontento y tensión es el de los presos y los perseguidos políticos. Encarcelar gente inocente durante años en condiciones inhumanas, sólo por pensar diferente, causa rabia en la población y aviva aún más las llamas de la discordia.
Es importante destacar, además, que el objetivo que buscaba el gobierno al perseguir a sus adversarios ya perdió vigencia. Hace algunos años, la persecución política infundía miedo y servía como medida de disuasión; perversa pero efectiva. Pero actualmente ocurre lo contrario, la represión oficial exalta más los ánimos, ya sea porque Maduro no es Chávez, o por el desgaste de quince años de mal gobierno.
Maduro tiene dos opciones: aferrarse al poder mediante la represión, y de esta forma acelerar su propio final; o abrir un compás de diálogo, y manejar una transición consensuada, en cuyo caso lo justo y lo inteligente sería decretar una amnistía general.
