Opinión Nacional

Una “chuletica” marxista y maoísta

Hace unos años, su imprudencia innata o las incontenibles ganas de figurar lo llevaron a declararse maoísta, en medio de una visita del presidente chino Jian Zeming que, risa asiática congelada de por medio, probablemente se contuvo de aclararle que el líder de la Revolución Cultura, en lugar de dar un gran salto adelante, sumió al gigante asiático en un atraso y una pobreza tan inmensa como su población.

Fue en 2004, luego de ganar aquel referéndum revocatorio y superar una prueba de obstáculos  (verbigracia 11 de abril, militares de Altamira, la masacre de Gouveia, paro petrolero, paro general, firmazo, reafirmazo, marchas, mesa de negociación) cuando abrazó a su padre político y se declaró socialista, con lo cual inició un camino de redefiniciones políticas y presunta “depuración ideológica”.

Marxista de nuevo cuño y rodeado de otros tantos repetidores, convencidos más por los privilegios que por la dialéctica y el materialismo histórico, el susodicho no pierde oportunidad para justificar burdos procederes y groseras amenazas, bajo el amparo de los dogmas con que otrora se levantaron estatuas con pies de barro y cayeron a la sombras de sus fracasos, y que hoy se intentan reedificar con ropajes más patrioteros que nacionalistas sobre boyantes arcas de petrodólares.

Pues bien, de tanto maoísmo, y a la sazón de que todavía debe estar ocupado ojeando El Capital de Marx, que sin vergüenza alguna hace apenas un año descubrió, es bueno refrescar algunas líneas del Libro Rojo del Gran Timonel, muchas de las cuales debería llevar a la práctica. en tanto marxista confeso. Se trata de las “Instrucciones del Alto Mando Militar del Ejército Popular de Liberación de China sobre la nueva promulgación de las Tres Reglas Cardinales de la Disciplina y las Ocho Advertencias”, dadas a conocer por Mao el 10 de octubre en 1947. Los comentarios entre paréntesis son propios.

Ocho advertencias sobre la disciplina:

  1. Hablar con cortesía. (Nada de eso de “ahora de doy lo tuyo”, “esa sentencia es una plasta”, o muchas por el estilo)
  2. Pagar con honradez lo que se compre. (Sobre todo si son médicos cubanos o nuez moscada de alguna islita del Caribe anglosajón)
  3. Devolver toda cosa solicitada en préstamo. (Algo así como los equipos y las antenas de RCTV, para empezar)
  4. Indemnizar por todo objeto dañado. (La lista es larguita, pero que tal si hablamos de los contenedores con 35 mil toneladas de alimentos, o las turbinas de Guri, la refinería El Palito, la casa de Diego Arria, etc. etc.)
  5. No pegar ni injuriar a la gente. (Uyyyy, ahí sí que no va bien la cosa, camarada, que eso de sacarle pelea a Lorenzo Mendoza no es nada marxista).
  6. No estropear los sembradíos. (Mira que lo había dicho Mao hace un montón de años. Eso no se hace ni con las invasiones permitidas ni con expropiaciones, ni con confiscaciones. No forma parte de la moral comunista).
  7. No tomarse libertades con las mujeres. (Bueno, bueno, bueno… hay muchos cuentos de camino).
  8. No maltratar a los prisioneros. (Esta advertencia de Mao, caramba, es un poco distinta a lo que se le ha hecho a la jueza Afiuni. Digo, por nombrar un caso)

Otras dos recomendaciones del sabio Mao, para reforzar la lección:

“La concienzuda práctica de la autocrítica es otro rasgo que distingue a nuestro partido de los demás partidos políticos. Hemos dicho que la habitación se debe limpiar regularmente, porque de otra manera se amontonará el polvo, y que tenemos que lavarnos la cara regularmente, porque de otra manera se nos cubrirá de mugre” (Abril, 1945)

“En ningún momento, y bajo ninguna circunstancia, puede el comunista poner en primer lugar sus intereses personales: al contrario, debe subordinarlos a los intereses de la nación y de las masas populares. De ahí que el egoísmo, la flojera, la corrupción, el afán de figurar, etcétera, sean lo más despreciable” (Octubre, 1933)

Eso sí, camarada, sígale vendiendo petróleo al Imperio y aliados, que una cosa es la teoría y otra la práctica, sobre todo revolucionaria.

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