Opinión Nacional

Una debe ser la tarjeta única

Se han hecho avances en lo referente a la tarjeta única. Efectivamente, una sola ha de ser la tarjeta única para toda la Oposición. El momento es para una tarjeta única para toda la Oposición. La mayoría de la población venezolana ha abrazado la tesis de que la unidad debe estar en todos los frentes por encima de cualquier aspiración político partidista. Y no es por asumir una posición antipartido, sino para evidenciar que más allá de la propia óptica de los partidos, lo que nos jugamos es algo mucho más importante que sus inmediatos intereses. Nos jugamos lo que debería ser su interés trascendente y permanente. Nos jugamos la democracia plena, y en ella la propia existencia de los mismísimos partidos políticos y la propia facultad de elegir si gana la tendencia totalitaria.

Y la democracia plena no puede ni debe ser hacienda de ningún grupo o partido, ni estar diseñada sobre el acuerdo sólo de sus intereses. Los partidos políticos deben abrirse a la Sociedad y dejar de ser gestores grupales para convertirse en motores de las auténticas transformaciones necesarias;  por ello deben vencer el parroquianismo y el sectarismo y avanzar en su propia transformación.

Ésta, es una auténtica oportunidad para trascender. Pero ésta es la hora de la Unidad, no la hora del Partido. Seis de cada diez electores del país son abstencionistas. Dos de cada diez se sienten representados por el sector oficial y dos de cada diez nos sentimos representados por la oposición. ¿Alguien de los dos sectores quiere ganar las elecciones? Pues entonces, debe buscar a los abstencionistas y la única forma de hacerlo es a través de la tarjeta única.

     No es ésta la oportunidad para que los partidos de oposición midan entre sí cuál de ellos tiene más militancia o más simpatía. Ese concurso no es la elección de Venezuela. Lo que quiere elegir Venezuela es que gane la Democracia y la Democracia es elección con una sola tarjeta multicolor, pero una sola.

      Queremos que los seis electores de cada diez que no votan, lo hagan esta vez, sin exigirle simpatía por ningún partido de oposición. Esos abstencionistas no se van a contar con la tarjeta de un partido porque no se han matriculado en ellos ni tampoco lo harán en el futuro. No es la militancia de los partidos la que ganará las elecciones .Las elecciones la ganará la mayoría que no está en los partidos, si contamos con la suficiente inteligencia de saber convocarla. Lo que queremos es que voten a ganar por la democracia y abandonen su hábito de no votar .Y no es que sean sordos. Es que tenemos el hábito de sólo hablar para escucharnos nosotros .Y quien no escucha a los otros, en particular si son mayoría, le queda muy grande decirse abanderado democrático.

       Este es el Punto de Encuentro de Venezuela. Éste es el consenso y la percepción pública de la mayoría de los venezolanos. Llenar el tarjetón electoral de tarjetas, es llenar un espacio con fichas intrascendentes, es un  carnaval que confunde al elector y le dispersa su decisión de votar sin error. La oposición debe hacer un esfuerzo mayor y convertir la tarjeta unitaria en tarjeta única. Una tarjeta única capaz de hacer que la abstención sufrague. Así de sencillo. Una tarjeta única para la abstención, que es donde están seis de cada diez electores, la mayoría de los venezolanos. Una tarjeta única para la mayoría.

            Por otra parte, la cantidad de votos nulos en las elecciones es sorprendente. Superan el 3% del universo electoral, en particular en la población de mayor edad y en adultos que no siendo de la tercera edad ,no saben como votar y es en el  momento de sufragar el voto, que buscan la información en oportunidades sin tiempo para ser procesada. Todo acto, aún el más elemental de ellos, requiere de una mecánica aprendida. Allí ha fallado la oposición, porque el “acude” tiene que ser simple y sencillo. Y lo fácil y sencillo es la tarjeta única. No exijamos un ejercicio mayor de elegibilidad. Aprendamos por favor de una vez por todas, que en política lo difícil no cuenta porque no se digiere. No le pidamos a los abstencionistas que sean militantes porque entonces no van a votar. Lo más fácil para una acción es una reacción. En política quien no es humilde termina por no aprender lo que tiene que aprender y por desaprender lo que ha aprendido. Los votos nulos no manifiestan en forma alguna la decisión de quienes los sufragan. Debemos minimizar su impacto.   Seamos lo suficientemente inteligentes y humildes para reconocerla.

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