Opinión Nacional

Una llamada despertador, por favor

A veces pienso que todos estamos dormidos y a Chávez le tocó la parte buena del sueño y a otros la pesadilla.

Por ejemplo, no puede estar pasando en la realidad que el Presidente esté sometiendo a los ciudadanos a la tortura de 8 cadenas nacionales en 3 semanas, repletas de anécdotas familiares, más pavosas que un libro de autoayuda, chistes y burlas que dejan pálidos a Gaby, Fofo y Miliqui, y canciones más desafinadas que serenata de borracho en Escuque (digo por el frío y no por nada contra los simpáticos borrachitos andinos).

Uno tiene que suponer que todo está en nuestra imaginación si el arbitro electoral no le dice ni pío al Presidente abusador, pero convoca a los medios para amenazarlos si tienen algún tipo de ventajismo electoral, obviamente refiriéndose al adversario.

Dime tú si no tiene que ser un sueño para Chávez, poder hablar sin parar, centrando la conversación en él mismo (de quien curiosamente habla en tercera persona) y que su gente se muestre como búhos, sin despegar la vista de él y listos para destortillarse de la risa ante cualquier comentario que supongan debe ser gracioso. (Pueden ayudarlos con un cartelito como el de los programas en vivo del pasado que diga: risas).

Puede que resulte un sueño agradable para muchas personas necesitadas el anuncio de que este año adelantarán la Navidad y repartirán lo que queda en la olla para aliviar en algo su drama económico, ese que por cierto proviene precisamente de la acción populista del Estado (de antes y de ahora) y que sólo tenderá a empeorar después del espejismo de «real de campaña»… que amaina la crisis de hoy para hacerla peor mañana.

Lo que pasa en Venezuela tiene que ser un sueño para quienes se hacen ricos con negocios oscuros y fraudulentos o reciben petróleo regalado a cambio de actuar como focas en nuevos foros internacionales.

Claro que debe ser un sueño poder mentir y mentir mil veces y que tanta gente necesite creerte.

La pesadilla es para quienes son capaces de entender la incoherencia de que critiques la falta de vivienda que generó tu propia incompetencia y luego prometas producir en los próximos 6 años casi 6 veces lo que produjiste en 13. Saber que no invertiste por años en el sistema eléctrico nacional y luego acusas al clima, el sabotaje o a una iguana del problema que deja sin luz diariamente a bastas zonas del país. Que amenaces con «pulverizar cósmicamente» a tu adversario político, convertido por ti en enemigo o digas que la nacionalidad venezolana depende del apoyo a ti (que según tu propaganda vienes ahí mismito después de Dios) o que vayas por el mundo como un carrito chocón peleando con quien se te atraviese en el camino… y luego saques una propaganda de paz y amor con «Corazón venezolano».

Consideren la pesadilla que significa para quienes lejos de oír del Presidente una propuesta concreta y seria para atender el problema de inseguridad, se lo deben calar piropeando las virtudes de Lukashenko, Mugabe, Castro o sus otros patéticos nuevos mejores amigos.

La pesadilla es perder horas de vida en colas eternas en un país donde están paralizadas las obras de vialidad (72% de evaluación negativa), donde el mantenimiento es vergonzoso y la gente le puede poner nombre a las troneras de la calle y hasta encariñarse con ellas.

Se sueña con un litro de Mazeite, con que haya repuestos para el carro, con conseguir Glucofage, Aciclor o Tafil, o poder repetir, aunque sea dos semanas seguidas, la misma marca de leche.

De pana y todo, será que me pueden decir ¿a quién hay que pedirle una simple llamada despertador? Porque la pido y la pido y nada. Me tratan como si estuviera en un hotel expropiado.

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