Opinión Nacional

Una Misa por la Paz: ¿éxito o fracaso?

Generalmente, el éxito o fracaso de cualquier acción política se mide por la consecución de los objetivos y metas planteados. No obstante, la política también puede ser evaluada de acuerdo a la acción o inacción de sus ejecutores, es decir, por lo que se hace y se deja de hacer, y no necesariamente por lo que se dice.

«Una Misa por la Paz» fue un acto político – mas no religioso – convocado por la oposición el pasado jueves 26 de septiembre para protestar contra las «zonas de seguridad» que mediante decreto fueron establecidas por el ejecutivo nacional.

De acuerdo a la oposición, «Una Misa por la Paz» fue todo un éxito, ya que la misma «impidió la confiscación de los derechos ciudadanos». Sin embargo, es muy temprano aún para asegurar que la convocatoria «religiosa» tendrá alguna incidencia sobre el gobierno o Tribunal Supremo de Justicia para que deroguen el decreto que permitió la creación de las «zonas de seguridad.»

Desde otra perspectiva, la celebración de «Una Misa por la Paz» podría muy bien haber sido un rotundo fracaso.

Los asistentes que creían verdaderamente en la religiosidad de la concentración pudieron percatarse que la»Misa», como tal, no llegó a celebrarse. A falta de un sacerdote calificado para tal misión, una joven carismática fue la que dirigió los ruegos, cantos y rosarios tradicionales, así como la plegaria»se va – se va – se va», a la Virgen de Coromoto.

Una vez cumplido con el obligado pretexto religioso, la «vigilia» se transformó en una arenga antichavista que esperaba impacientemente el anuncio de la «huelga general» y así rememorar la jornada violenta del 11 de abril.

«Abajo el gobierno, fuera el traidor», fue el cántico celestial de Carlos Ortega, quien al igual que Ricky Martin, fue aplaudido con furia por sus histéricas y desenfrenadas fans. Con la adrenalina a millón, quienes acudieron al encuentro «religioso» ya habían olvidado el llamado de «paz y armonía entre hermanos» para exigirle nuevamente a los gerentes de PDVSA que «ni un barril a Cuba», es decir, la aplicación de un neo-embargo caraqueño que haga pagar con hambre la orientación política del pueblo cubano.

Afortunadamente, el evento se realizó sin hechos violentos que lamentar. No hubo represión ni prohibición de vuelos; y los representantes del oficialismo ni siquiera descalificaron la concentración opositora.

Tampoco hubo noticia. La imagen de los noticieros y periódicos de la oposición quedó congelada en la algarabía antichavista. Esta se repetía constantemente como si algo nuevo, que no pasó, fuera a irrumpir en la pantalla para allanar el camino de la gesta golpista. Si este era el verdadero propósito de la jornada «religiosa», resulta entonces obvio que la oposición ha dado un estrepitoso paso atrás.

A pesar de la patraña mediática que sostiene que en el país existe una dictadura «castro-comunista» que conculca los derechos fundamentales, la concentración opositora demostró una vez mas que en Venezuela existe plena libertad de expresión.

Éxito o fracaso, la manifestación de la oposición, así como la prudente actuación del gobierno nacional, representan, sin lugar a dudas, un extraordinario avance en el proceso de consolidación de la democracia.

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