Opinión Nacional

Urgente rectificación

Sin pretender filosofar cuando la dinámica política nos aconseja ir rogando pero con el mazo dando, no podemos ocultar la marcada carencia en estos momentos de instituciones políticas propiamente dichas cuya fortaleza pudiera canalizar democráticamente el sentimiento de reclamo y la orfandad representativa de la sociedad civil. Creemos que la trascendental coyuntura histórica que vive Venezuela en la actualidad se debe en buena medida a que los otrora grandes y poderosos partidos que llegaron a entusiasmar a un número significativo de compatriotas fueron perdiendo de manera acelerada en las últimas dos décadas su influencia y control en las masas que los aupaban. Tal vez el mayor descuido de sus conductores fue no poder o no querer percatarse de la evidente obsolescencia de su propia conducta y de las tesis programáticas o políticas organizativas que los sustentaban, habida cuenta de los evidentes cambios y avances en el orden interno o externo que obviamente los obligaban al diseño de nuevas variantes en el enfoque político que estuviesen mas a tono con la realidad. Cada día nos convencemos con mas fuerza que la crisis de los partidos tanto viejos como nuevos, es una crisis de democracia interna o participativa; es decir, la carencia en su comportamiento de una participación democrática real, la cual en el caso de practicarse es el mejor y más eficaz argumento contra el liderazgo incompetente y gritón, el abandono de las simples y mas elementales tareas políticas colectivas, la aparición repentina de proyectos mesiánicos individuales y por supuesto, la corrupción tanto del espíritu como del cuerpo. Es aquí quizás donde está la raíz del problema, ya que buena parte de la conducta del venezolano moderno se enmarca en conseguir mucho con poco esfuerzo y en ello el petróleo ha contribuido en gran medida a la perversión de la moral colectiva. No es aventurado entonces afirmar que el mismo Padre de la Patria, conociendo muy bien las miserias del ser humano tal vez de algún modo avizoraba la abundancia de El Dorado en éstas nuevas tierras, que así como pervirtieron a los conquistadores, tarde o temprano terminaría haciéndolo también con los conquistados. De ésta manera Bolívar premonitoriamente advertía desde Angostura al reflexionar que el régimen de libertades contemplada en la declaración norteamericana de Filadelfia estaba bien para un pueblo como ése pues era un modelo singular de virtudes políticas y de ilustración moral, pues la libertad ha sido su cuna, sentenciaba. Pero El Libertador iba aún más allá cuando imbuido de alguna manera por Rousseau y Montesquieu se refería a nuestra causa de ésta forma: “Este magnifico sistema federativo no era dado a los venezolanos gozarlo repentinamente al salir de las cadenas, no estábamos preparados para tanto bien, ya que el bien como el mal dan la muerte cuando son súbitos y excesivos.” En nuestra vida republicana hemos experimentado en carne propia los vaivenes de muchos regímenes políticos y en particular de una democracia todavía en formación y en fase de consolidarse, pero estamos convencidos de que éste proceso nunca será completado sino rescatamos firmemente el verdadero valor e importancia de sus instituciones básicas y fundamentales entre las que deben contarse los partidos políticos en el buen sentido de la palabra, quienes son los llamados a convertirse en escuelas de alta política, intermediando y no interfiriendo entre la colectividad y los centros de decisiones en materia social, política y económica, pero sobretodo respetando la dignidad del ser humano en todo su contexto como eje fundamental de éste esfuerzo.

No se pretende finalmente simplificar o menospreciar la complejidad del problema que nos ocupa y bien sabemos que para superar estas tremendas dificultades no podemos aplicar recetas cosméticas inmediatas para maquillar o disimular la realidad de fondo; todo lo contrario, tenemos que adoptar con valentía medidas prácticas y coherentes que estimulen los cambios, dando cabida a las ideas o argumentos de la mayoría, aunque en un momento no las compartamos pero dejando siempre el campo abierto y abonado a un entendimiento plural, inteligente, honorable y duradero.

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