Opinión Nacional

Usted será un anciano…¿Cuánto está ahorrando para ese inevitable evento?

Cuando su hermosa figura 90 – 60 – 90; o sus “chocolaticos” abdominales estén todos sepultados bajo los pliegues de una excesiva cantidad de piel compuesta mayormente de arrugas—provocadas por la fuerza de gravedad—y su fortaleza muscular, destreza manual, visión 20 / 20, y aguzado oído estén todos sufriendo de las consecuencias naturales del envejecimiento, ¿Cómo va a financiar los altos costos de los medicamentos y las consultas médicas que lo mantendrán vivo?

Eso le ocurrirá a usted; sin que importe cuanta cantidad de ejercicios haya estado haciendo ni cuán cuidadoso haya sido usted en mantener bajo control al colesterol, a los triglicéridos, a la ingesta de azúcar y sal, ni el balance adecuado de vitaminas y micro elementos.

Y no estoy intentando atemorizarlo; al contrario, estoy siendo optimista al no pensar deliberadamente, en un accidente, desastre natural o violencia hamponil que trunque su destino abruptamente.

Para que usted no se convierta en una pesada carga para sus parientes más jóvenes—debe desde ahora cultivar su cariño—que es como una delicada planta que necesita diariamente de agua, de fertilizantes y de suficiente luz solar para desarrollarse hasta su plenitud—y para que no huyan de usted, cuando comience a necesitar de su auxilio, sino que compitan por ayudarlo y compartir tiempo con usted; en otras palabras, no sea un gruñón o un llorón cuando sea joven, sino divertido, cariñoso y consentidor—en el estricto buen sentido de esta acción. Pero la buena actitud no es suficiente, su más importante adquisición es una póliza de seguro HCM (hospitalización, cirugía y maternidad); que le sugiero contratar comparando las ofertas de diversas compañías y de los gobiernos, poniéndole mucha atención a las letras menudas de las diferentes cláusulas, y buscando el debido asesoramiento si es necesario, para evitar que cuando llegue a necesitarla no vaya a descubrir que ha sido esquilmado durante años por promesas que nunca se cumplirán.

Y aún así, necesitará además ahorrar constantemente, que no sólo significa apartar una pequeña porción de sus ingresos comerciales, semanales, quincenales, mensuales, o de otra periodicidad, e invertirlos en productos financieros que le paguen intereses (cuentas de ahorro, de activos líquidos, plazos fijos, papeles bursátiles, comprando bienes muebles y / o inmuebles de clarísimo valor real, etc.), sino luchar constantemente para abstenerse de caer en la tentación de adquirir cosas fútiles que usted realmente no necesita—sino que la presión social lo seduce constantemente a comprar, para que usted “no sea menos que los demás”; es decir, evitar que la “cochina envidia, corroa sus entrañas”.

Si usted no planifica adecuadamente para el invierno de su vida, descubrirá que el infierno si existe—pero en la forma de un carcamal abandonado, menospreciado y menesteroso—pero esa planificación no es para nada fácil; sobre todo durante nuestra minoría de edad biológica (hasta aproximadamente los 22 años), y porque la seducción social y del mercado lo instigan constantemente a “arroparse más allá de donde le llega la cobija”; y es sumamente difícil de resistir, junto a la omnipresente tentación del hedonismo que lo lleva diariamente a complacer las apetencias de sus cinco sentidos sensoriales. Ahorre. Esto siempre será una sabia decisión; cuando en su ancianidad compruebe que el viejo proverbio: “20 años no es nada” es literalmente cierto—algo “imposible” de asimilar mientras somos jóvenes.

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