Opinión Nacional

Vaguada

Varios lectores me piden que aclare el significado del sustantivo vaguada, muy leído y oído últimamente, el cual, según ellos, la mayoría de las veces se emplea mal, atribuyéndole un significado que no es el suyo.

En efecto, casi siempre que leemos u oímos ese vocablo en los medios de comunicación se le atribuye el significado de aguacero, tormenta, vendaval, tempestad, temporal u otros semejantes, como los que en estos días aciagos han azotado una parte de nuestro país. Y vaguada no es nada de eso.

La palabra vaguada es relativamente vieja en Castellano. La Real Academia Española la incorporó al diccionario hace más de cien años, en 1869, definida como “El camino por donde va el agua, la línea fundamental que marca el curso del agua de los ríos…”. Según esto vaguada es, en primer lugar, el lugar por donde corre el agua cuando llueve, lo que también se conoce como torrentera, que no es una corriente de agua permanente, sino producto de las lluvias, y en segundo lugar el fondo o parte más honda, este sí permanente, del lecho de los ríos.

En 1899 la RAE modificó un poco esa definición, cambiándola por esta: “Línea que marca el fondo de un valle, y es el camino por donde van las aguas de las corrientes naturales”. La diferencia no es muy grande, y lo único novedoso es la incorporación de la idea de “fondo de un valle”, que vendría a ser la primera acepción de la palabra vaguada.

Esta definición, con ligeras variantes de forma, se ha mantenido hasta el presente. Pero en 1985 se agregó una segunda acepción: “[Vaguada] barométrica. Meteorología. Depresión barométrica que en forma de valle penetra entre dos zonas de alta presión”. Es decir, se trata de una zona de baja presión atmosférica que, como una cuña, se interpone entre dos zonas de alta presión, lo cual produce un desequilibrio que puede traer como consecuencia grandes alteraciones en el clima del lugar donde se produce la vaguada y en las regiones cercanas. Estas alteraciones climáticas se presentan generalmente en forma de lluvias muy intensas (aguaceros), con tormentas eléctricas o sin ellas, que con frecuencia no corresponden a la época en que se producen. De modo, pues, que los aguaceros, tormentosos o no, son en esos casos consecuencia de una vaguada, pero no son la vaguada misma.

El llamar vaguada equivocadamente a un aguacero prolongado y con efectos catastróficos, por no conocer exactamente el slgnificado del vocablo, se explica también por la tendencia a emplear metonimias en el lenguaje, consistente en esta ocasión en transferir el significado de una palabra a otra, en virtud de que haya entre ambas una relación, que en este caso es de causa / efecto. Es decir, se le da al efecto (aguacero) el nombre de la causa (vaguada). Es como cuando decimos “El sol está muy fuerte”, pues lo que está muy fuerte no es el sol, propiamente (la causa), sino el calor (el efecto) que de él emana.

Según Corominas, vaguada es palabra de origen incierto. Posiblemente alteración de un hipotético vacuada, supuesto derivado semiculto de vacuo, en el sentido de vacío, hueco.

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