Vaguadas y sismos
Según los más prestigiosos científicos, académicos y estudiosos del país en materia de vulnerabilidad y riesgos, la ciudad capital de Venezuela está en tiempo de ser sacudida por un fuerte sismo. Por otra parte, Caracas ha venido siendo afectada por intensas lluvias en los últimos años, con ocurrencia de miles de damnificadas. La incidencia del cambio climático probablemente hará que las lluvias, en los tiempos venideros, puedan tener efectos más perversos. Un fuerte sismo podría ocurrir en estos años, aunque nada está escrito y Dios quiera que no se produzca nunca; pero el deber de un gobierno responsable y eficiente es evaluar escenarios y prepararse para lo peor.
Caracas no solamente es la capital política del país, sino también el mayor centro económico, financiero y comercial de Venezuela. Además concentra una población cercana a 4 millones de habitantes, 60% de ellos viviendo en zonas de barriadas populares, inestables y con escasas vías. Por si fuera poco, por su principal arteria vial se comunica una mitad del país con la otra. Si un evento natural catastrófico afectara a la ciudad capital, esto perturbaría enormemente a la nación en su conjunto por ser Caracas el centro neurálgico del país.
Las zonas populares que rodean a la Sultana de El Ávila se han extendido con respecto a 1967, año del último sismo de magnitud importante, y hoy albergan el doble de población que hace 45 años. Sus viviendas, en general, ya no tienen 2 pisos; el promedio ahora es de 4 pisos y hay estructuras de hasta 6 niveles. Las vías son estrechas, muchas de ellas ciegas. No disponen de espacio amplios donde puedan aterrizar helicópteros que logren evacuar a los heridos. No existen surtidores de agua con los cuales apagar incendios. El peso de las estructuras de concreto que se han ido colocando encima de las endebles fundaciones que soportan las viviendas, hacen que estas casas sean muy vulnerables y que no resistan las menores ondas sísmicas. El fenómeno Haití puede repetirse en Venezuela; esto es, que más gente muera por falta de atención que las que fallecen inmediatamente por efecto del movimiento telúrico.
Una cosa que debe ser tomada en cuenta es que el personal de rescatistas y bomberos que sirve en Caracas, vive en las ciudades dormitorio anexas a la capital, por lo que un eventual colapso de las vías, dado que no se ha producido el reforzamiento de los puentes y viaductos de ellas, podría hacer aún más difícil el rescate de las víctimas. Es también probable que queden severamente afectados los servicios de agua, gas y de electricidad. Este dantesco panorama que inicialmente afectaría a las barriadas populares, causaría pandemias que terminarían afectando igualmente a las zonas residenciales. Como se ve este escenario apocalíptico, es verdad, debe tomarse en cuenta y ser previsto por un gobierno serio, responsable y que se preocupe por la ciudadanía en vez de ver como perpetuarse en el poder.
La zona este de Caracas y la que hoy conforma el estado Vargas ha sido objeto desde hace siglos de vaguadas devastadoras. De hecho Los Palos Grandes es zona sísmica asentada sobre terrenos inestables productos del corrimiento de tierras en vaguadas anteriores. Sismos y vaguadas, dos fenómenos naturales que gravitan sobre la vida de los caraqueños, más sobre aquellos que viven en zonas pobres que los que residen en urbanizaciones formales; sin embargo, unos y otros al final serán afectados, de manera que hay que realizar planes, dotar a los bomberos y rescatistas, reforzar vías, habilitar barrios, educar a los habitantes de la ciudad mediante simulacros, crear espacios públicos, construír hospitales cerca de las barriadas, remozar y dotar a los hospitales existentes, etc. El costo de no hacer esto hoy se multiplicará mañana.
