Opinión Nacional

Venezuela en el callejón

Desde que el chavismo se erigió con el poder, la coyuntura venezolana ha estado marcada por una permanente persecución. Señalamientos, despidos masivos por televisión, cierre de empresas, expropiaciones. Desatención social, manejos políticos de los asuntos internos de las universidades públicas, despropósitos hacia la salud con miras a controlar y tener bajo la supervisión de un Para-Estado a los ciudadanos, en fin, un largo etcétera que el lector más acucioso sabrá completar.

Ahora, ¿qué se vislumbra? Si se hiciera un análisis prospectivo, ¿qué le depara a Venezuela?

Lo que le espera a Venezuela es el estancamiento productivo. Luego de enormes cantidades de expropiaciones con su posterior parálisis industrial, desmantelamiento del empleo, Venezuela se ha convertido en un emporio empresarial fantasmagórico.

Con esa filosofía industrial que sembró el finado Chávez y ha continuado su delfín Maduro, es muy poco probable que se puedan atraer al país caribeño las inversiones necesarias para restaurar al aparato productivo venezolano. Ergo, para generar empleo que no sea directamente vinculado al Estado. No se trata el modelo chavista de un sistema soviético de producción controlado por el Estado. El modelo es de no-producción, de dependencia del erario público en todos los sentidos y en explotar al máximo los recursos de la casi única empresa del país: el petróleo.

Con esos mimbres industriales, le espera a Venezuela tener que sortear un futuro construido sobre la base del populismo con unos recursos cada vez más menguados. Así, el futuro es de un desabastecimiento mayor o, mejor dicho, controlado por el gobierno basado en lealtades político-regionales. Si me sigues y votas, te suministro alimentos. Si no lo haces, te reprimo con escasez.

Sumada a esa condición de mengua-tortura-colectiva, la delincuencia se instaló como forma de obtención de recursos personales o, en el peor de los casos, como manera de mantener un modo de vida vengativo. De esa forma, la sociedad está en permanente toque de queda civil, en guarecerse bajo llave y rejas para tratar de sobrevivir o llegar vivo al día siguiente. Mientras menos se exponga el ciudadano, más posibilidades tendrá de sobrevivir. Un sistema que le ha convenido al gobierno. Las cifras de muertos por causa de la violencia en Venezuela son alarmantes: 17.600 en 2010, 19.336 en 2011, 21.000 en 2012, 25.000 en 2013.

Ese criterio de control permanente, necesita unos niveles sociales de confrontación. Se necesita a un enemigo, alguien a quien culpar de todo para generar cortinas de humo mediáticas en todo momento. Un enemigo a quien gritarle a través de los medios, alguien a quien odiar. Ese enemigo es la oposición. Un aquel indefinido, un monstruo de mil cabezas que ha sido opresor, feo, corrupto, malintencionado, adinerado, ubicado en un espacio social de antiguos privilegios. Es una especie de cabeza de Medusa gigante sobre la que fundar los miedos de mis seguidores. Un criterio militar propio del sistema populista que se instauró en Venezuela y que se crece como levadura en la región.

Un control que pasa por un criterio de embrague-acelerador. La subregión latinoamericana permite estas actuaciones durante un tiempo al antojo del régimen chavista y luego, cuando es necesario guardar la compostura democrática de las naciones, se me hace desacelerar, tal y como hizo UNASUR este viernes pasado al decirle que baje la presión sobre la población. Antes, pocos días antes, fue la OEA la que no actuó y ¿por qué no lo hizo? Porque los intereses económico-dadivosos al CARICOM y a algunos países andinos es mayor, se juega mucho cada vez que se meta el embrague. Para la OEA todo es acelerador. Para UNASUR, a veces son de embrague. Las formas de la política internacional del populismo son así. Un día acelerador, otro embrague.

El panorama venezolano no es alentador tampoco a causa de la oposición. Atomizada como esta luego de los esfuerzos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), se han desdibujado tras ocho años de trabajo tesonero frente a las comunidades de vecinos los gobiernos regionales, de largas caminatas a todo lo largo y ancho del país por parte de ‘El Flaco’. La aparición urgida de protagonismo de Leopoldo López y de María Corina Machado han dado al traste con la labor de conquista de votos que hizo Capriles, el verdadero abanderado ante las urnas electorales por la oposición. Atrás quedaron las buenas-voluntades de las elecciones primarias y el retratarse juntos. Era necesario para las apetencias de los opositores tener su rato de figuración.

Todo un esfuerzo de años sostenido por quienes sembraban su esperanza en la democracia, se ha ido por el caño. Y con ello no nos referimos a los jóvenes que han puesto su acento en tratar de alcanzar y poner en alto sus reclamos muy justos. Nos referimos a las estrategias fallidas en materia política por parte del liderazgo que no pudo reprimirse más y dejó que sus ansias de poder salieran a la luz.

Eso le espera a Venezuela. Más confrontación, más exclusión, más problemas. No hay espacios para la ilusión. No hay de dónde asirse a menos que, de verdad se llegue al diálogo, a los acuerdos necesarios para desmantelar al chavismo con inteligencia, con las vías que la democracia y las leyes permiten. De lo contrario, Venezuela seguirá en ese callejón oscuro que ha construido el chavismo durante tres lustros de ejercicio del poder.

 

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