Opinión Nacional

Venezuela en su encrucijada

No saldremos de esta trágica yvergonzosa etapa de nuestra historia si no es en unión de todos los partidos ycon el concurso de todos los candidatos. Ni Capriles ni Machado, ni muchísimomenos López, Rosales, Pérez, Ledezma, Arria, Pérez Vivas o Álvarez Paz o quien salgaelecto presidente de la República podrá gobernar en solitario. Cometen unagrave ofensa a la Patria quienes desconocen la necesidad imperiosa de la Unidady la Concertación de todos para abrir los portones del futuro.

Quienes porrazones bastardas asumen la pérfida argumentación del castro comunismo encontra de nuestros partidos y personalidades e instituciones democráticas nomerecen dirigir nuestros destinos. Mientras no tengamos la certeza de que nuestroscandidatos son unitarios en alma, corazón y vida, no merecen nuestro respeto.Mucho menos nuestro respaldo. Antonio Sánchez García A Pompeyo Márquez, venezolano y luchador ejemplar 1 Nadamás encomiable que el esfuerzo de la dirigencia opositora por resolver estacrisis terminal dentro de los cánones que fija y rige la Constitución Nacional.Si fuera posible, electoralmente y sin acudir a instrumentos de presión queaunque establecidos en dicha Constitución, algunos de los cuales poseen inclusocarácter de obligatorio cumplimiento por parte de la ciudadanía en caso dedarse los presupuestos que hoy imperan muy a nuestro pesar, implicarían gravesriesgos para la estabilidad del país.

En efecto, los artículos 333 y 350 de laConstitución hacen imperativa la intervención de los ciudadanos cuando algunosde sus principios se vean gravemente quebrantados por la acción del gobernante.Como es el caso. La dirigencia sabrá sobre qué sólidos argumentos se asienta sudecisión de aferrarse a la ruta electoral. Perocomo bien nos recuerda la sabiduría popular: la dirigencia propone y Diosdispone. Y lo que parece haber dispuesto para Venezuela es un agravamiento dela crisis que afecta no sólo a todos los ámbitos de la realidad nacional, sinoincluso a la salud de su mandatario. Precipitando con ello los temores a unasalida excepcional, que nadie con dos dedos de frente puede excluir con fe decarbonero. Si bien subsiste la duda razonable de la veracidad de talenfermedad. Pues la crisis de credibilidad y legitimidad de su gobierno es detal magnitud, que sobran quienes dudan de su existencia y lo consideran unamaniobra desesperada para permitir que una bien dosificada campaña de marketingorquestada por los servicios de inteligencia de La Habana bajo la directabatuta de Fidel Castro, experto en información y desinformación y uno de losmás talentosos manipuladores de la historia contemporánea, saque al caudillovenezolano del foso de impopularidad en el que parece haber caído.

Como loacaba de subrayar un ex presidente nicaragüense. Aúnasí: la gravedad de la crisis se expresa en un hecho insospechado por quienesnos gobiernan desde La Habana: además de la baja credibilidad que se leatribuye al cáncer presidencial ante la ausencia de respaldo científico que loavale, no ha provocado en quienes se lo creen a pie juntilla la conmociónpública que los aparatos de seguridad cubanos esperaban. No se le recibió engloria y majestad a su último regreso de Cuba ni han proliferado las peregrinaciones,rogativas, encargos celestiales, lamentaciones, sahumerios, fumatorios, misas yotros llamados de auxilio al panteón de los dioses tutelares. Chávez habrásubido algunos puntos en las encuestas gracias a la conmiseración de algunosvacilantes que se bajaran de la talanquera, pero no han sido lo suficientementepoderosos como para cambiar la tendencia descendente que lo enfrenta a sudifícil desafío. Enrigor, la revelación de un supuesto cáncer de colon sólo sirvió para destaparla olla de grillos de su sistema satelital: anulado el Rey Sol, la pelea entrelos tristes y desnortados satélites que lo orbitan podría adquirir dimensionescósmicas.

De lo cual se deducen dos verdades temibles para el futuro de lallamada revolución bolivariana: Chávez es el único haber del chavismo.Desaparecido Chávez, desaparece el chavismo. Como lo reafirma con crudeza elrefranero: muerto el perro, se acabó la rabia. 2 Hemossostenido que Venezuela vive un grave estado de excepción y que la salida a unestado de excepción de esta magnitud no suele respetar las normas de buencomportamiento. Ni acomodarse a los buenos deseos de sus protagonistas. Enjuego no está el gobierno de la República: está la República misma. Reconocerloes obligación de análisis político.

Dicha excepcionalidad no desaparecerá porefecto del deseo de quienes tienen la pesada y obligante responsabilidad deasumir la dirección de la lucha contra el castro comunismo gobernante a lacabeza de los sectores democráticos. Ni se esfumará por la acción involuntariade quienes la han provocado. Descansar en los errores del chavismo, algunos decolosal envergadura, y confiar en que la desaparición física de su deus exmachina por efecto de un cáncer providencial conducirá automáticamente alrelevo del chavismo y el automático regreso a la normalidad, es prueba de insolvenciaintelectual y moral, reflejo de una profunda crisis de liderazgo. Secomprende el esfuerzo de nuestra élite por minimizar los riesgos y actuar conalto sentido de responsabilidad histórica. Pero no se comprende que no seadelanten las medidas imperativas para lograr ese plausible desiderátum. ¿Quérazones de alta política impidieron, por ejemplo, que la propuesta de enfrentarlas elecciones con una tarjeta única, planteada tanto por Antonio Ledezma comopor Leopoldo López, entre otros, fueraacogida sin melindres, acomodos ni mezquindades por parte de los miembros de laMUD? ¿Qué partidos y qué dirigentes se oponen a una unidad profunda y verdaderay antes de enfrentar el criminal asedio del castro comunismo miran al vecino,para impedirle que crezca más allá de lo recomendable para sus personalesinquinas e intereses? ¿Quiénes sabotean sistemática y tenazmente laconformación de un acuerdo de concertación nacional? Lode la tarjeta unitaria es apenas un síntoma. Si aún castrada de sus aspectosmás agresivos ha provocado alarma en los círculos gobernantes, qué sucedería siante el cuadro de profundo deterioro del chavismo, incluido un eventual cáncerpresidencial, la oposición se uniera real y verdaderamente sin miserableszancadillas y prepotentes aspiraciones grupales? ¿Qué lleva a este incomprensibleretardo en la definición de las precandidaturas por parte de algunos actorespolíticos? ¿Juegan a enturbiar el caldo en la esperanza de reeditar pasadashazañas de próceres que se encumbraron a la presidencia en medio de las másadversas condiciones? ¿Es justo que la República penda del capricho, lavoluntad o la marrullería de quienes apuestan antes a sus personales interesesque a la resolución segura y definitiva de esta grave crisis de excepción? Sondemasiadas preguntas sin respuestas. Precisamente en momentos en que se abre unforado en el telón de acero del régimen y el país espera anhelante por muestrasde grandeza y estadismo que refuercen la confianza de los venezolanos en sus partidosy liderazgos. 3 La clase políticaha desperdiciado una ocasión histórica puesta ante sus ojos por la actuación denuestra selección en la Copa América y la reacción unánime del país ante su esplendorosodesempeño como para comprender que las fuerzas vivas de la Nación anhelan launidad nacional y claman por la recuperación de nuestra soberanía. Si laoposición actuara en equipo, con el único propósito de vencer a quienes noshumillan como Nación y nos entregan atados de pies y manos al invasorextranjero, recibiría el respaldo mayoritario de la Venezuela democrática. Elhecho incontrarrestable fue que el régimen no pudo apropiarse de un triunfo quele pertenece a la Nación y a la nacionalidad, no a la manipulación de quienesse someten al imperio del castro comunismo. Si enfrentados Venezuela y Cubanuestra gente se pronunciaría mayoritariamente por nuestros colores patrios,¿por qué en el ámbito de la política habríamos de aceptar someternos al dominioextranjero? Esese orgullo patrio, esa entrega desinteresada a nuestro destino histórico elque los venezolanos no perciben en nuestra clase política. A la que siguenviendo con los prejuicios del pasado. Perjuicios que fueron alimentados encasos específicos por la propia dirigencia. ¿Qué prurito de superioridad opureza les impide a algunos de nuestros candidatos aparecer de la mano conquienes compiten junto a ellos por la nominación presidencial? ¿Qué leavergüenza a quienes le huyen a nobles y dignos venezolanos porque aparecerjunto a ellos les acarrearía alguna merma en las encuestas? ¿Qué les impidehacerse solidarios con nuestro pasado democrático y reconocer que nada seríansin ese pasado? ¿Cuándo se iniciaron en política todos ellos, si no fue durantela vigencia plena del estado de Derecho y las normas de convivenciademocrática? ¿De qué partidos provienen todos, si no de los que nos libraron dela dictadura gomecista y del lastre perezjimenista? ¿Qué pureza de sangre o de origenen las lides políticas pueden exhibir quienes se niegan a mostrarse en equipoante el imaginario nacional? Nosaldremos de esta trágica y vergonzosa etapa de nuestra historia si no es enunión de todos los partidos y con el concurso de todos los candidatos. NiCapriles ni Machado, ni muchísimo menos López, Rosales, Ledezma, Arria o ÁlvarezPaz, o quien salga electo presidente de la República, podrá gobernar ensolitario. Cometen una grave ofensa a la Patria quienes desconocen la necesidadimperiosa de la Unidad y la Concertación de todos para abrir los portones delfuturo. Quienes por razones bastardas asumen la pérfida argumentación delcastro comunismo en contra de nuestros partidos y personalidades einstituciones democráticas no merecen dirigir nuestros destinos. Mientras no tengamosla certeza de que nuestros candidatos son unitarios en alma, corazón y vida, nomerecen nuestro respeto. Mucho menos nuestro respaldo. @sangarccs

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