Opinión Nacional

Venezuela: historias de peleas entre hermanos

Esto no es un análisis político, sino un divertimento; que nadie espere objetividad y mucho menos imparcialidad, que nada entretiene más al ser humano que narrar el infortunio de otro ser humano, sobre todo si este es su rival o adversario.

Aquello de que “los hermanos sean unidos” o el refrán popular: “el que le pega a su familia se arruina”, sabemos que no se cumple en política, en donde los personajes son más “bíblicos”, y es más fácil que Caín mate a Abel, una y mil veces, que pensar que éstos se unan para propinarle una paliza a un tercero.

Otro factor a considerar en el mundo globalizado, aunque nuestro Gobierno lo adverse, es que la magia comunicacional electrónica nos permite no sólo ver con lujo de detalles las “fraternales” sanguinarias disputas que se dan entre candidatos demócratas y republicanos, para alcanzar la nominación de sus propios partidos; o escenas de parlamentos, en todas partes del mundo, en donde rápidamente se pasa a la “acción pugilística; sino que también permite al mundo apreciar que los venezolanos no somos una excepción y que más bien confirmamos de manera positiva esa regla.

El domingo 10 de abril, el Movimiento Quinta Republica (MVR), principal partido de Gobierno en Venezuela, realizó elecciones primarias para elegir sus candidatos a concejales y juntas parroquiales. Los resultados completos aun no se conocen, pero las disputas a todo lo largo y ancho del país aun no han cesado y quizás a quienes nos observan desde afuera, que imaginan un Gobierno idílico, triunfador en miles de batallas electorales, se sorprenden por las disputas al interior de la facción oficialista, que es necesario explicar. Sería interminable contar la magnitud del pleito. Permítanme entonces concentrarme en hacer una crónica de la insospechadamente entretenida batalla entre los Oliver-y-Hardy alcaldes de Caracas.

La primera aclaratoria, en descargo del oficialismo, es que los pleitos internos del MVR no son para nada diferentes a los que siempre tuvimos; sea en la cuarta, la tercera, la segunda y hasta la primera República; no en balde aquello del Libertador en su último lecho: “Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión…etc.” Todo lo más, estamos comprobado que no sólo no hemos avanzado un paso, sino que hemos retrocedido cientos de ellos; o en el mejor de los casos, que estamos dando vueltas en círculos.

Por ejemplo, haciendo un poco de menudencia historica, los trapos más sucios se los han sacado los pre candidatos de Acción Democrática (AD) a sus propios compañeros de partido. Fue Luís Piñerua quien nos ilustró con aquello de que Jaime Lusinchi era un “gurrumino”. Los social cristianos son los que peor se han referido a los suyos. ¿Y qué decir de las “linduras” que se dijeron los militantes del Movimiento al Socialismo (MAS) en sus múltiples conflictos internos? Y así pudiéramos hacer un repaso por cada partido. Por lo tanto, que la cosa en el MVR terminara a golpes tampoco puede sorprendernos, sobre todo de un partido que proviene de una concepción militarista y que de manera palmaria confiesa que solía seleccionar sus candidatos en elecciones de “tercer grado”, es decir, a dedo.

Pero así como exculpamos al MVR de la exclusiva de las peleas fraticidas, también es justo aclarar que eso de las elecciones primarias para escoger candidatos no es una originalidad en Venezuela y no se le ocurrió al MVR por primera vez, aunque ellos —en su manía de reescribir la historia— digan que es así. El partido blanco venezolano, AD, padre o abuelo de casi todos los partidos en Venezuela, incluido el MVR, ha tenido innumerables procesos democráticos y primarias, a lo largo de toda su historia. Como ha tenido innumerables procesos “cogollocraticos”; es más, fueron ellos quienes inventaron el término “cogollo”.

La primera elección primaria, que yo recuerdo, en AD, fue por allá por los años 60, en la cual y según dicen, le robaron la candidatura presidencial a Luís Beltrán Prieto Figueroa y eso produjo otra división del partido, la creación del MEP y la derrota electoral de Gonzalo Barrios en 1968, por escasos 30 mil votos. Claudio Fermín —hoy fundador de otro partido— si mal no recuerdo, fue también candidato de AD en 1933, tras unas elecciones primarias. Y sin duda hay muchas otras que yo no recuerdo.

Si queremos otro ejemplo, el candidato presidencial de COPEI, también para las elecciones de 1993, que ganó Rafael Caldera, se seleccionó mediante un proceso de primarias, en el que incluso pudimos votar los que no éramos copeyanos. Fue candidato Oswaldo Álvarez Paz, que por estos días también esta fundando otro partido. (¿Será una enfermedad de los que han sido candidatos?) Y todos recordamos que no hace mucho, como consecuencia de unas primarias donde los bandos se acusaban mutuamente de fraude, se produjo el desgaje de PODEMOS del Movimiento al Socialismo.

Por lo tanto, el MVR, tampoco inventó esa rueda. Todo lo más lo que hizo, o intentó, fue ponerse a derecho, porque la Constitución con respecto a las organizaciones con fines políticos —recuérdese que en para nuestra Constitución bolivariana los partidos no existen— claramente dice que: “… Sus organismos de dirección y sus candidatos o candidatas a cargos de elección popular serán seleccionados o seleccionadas en elecciones internas con la participación de sus integrantes…” (Artículo 67). En todo caso, tampoco podemos ser mezquinos y dejar de aplaudir la iniciativa y dejar de reconocer, que eso fue una audacia. Pero veamos el proceso.

Todo marchaba más o menos sobre ruedas, hasta que los hermanos más pequeños de la familia “chavista” comenzaron a reclamar su puesto en la mesa y descubrieron que no había sillas para todos. Comenzaron entonces a salir los trapos sucios, las amenazas, los insultos, las agresiones, etc.; y los “cogollos”, como siempre y como nunca, llegaron a un acuerdo: tantos para ti, tantos para mi, tantos para el otro.

Pero, pequeño detalle, nadie se lo dijo a las bases “chavistas”, quienes continuaron con la impertinencia de organizar sus elecciones para elegir sus candidatos. Las realizaron, como dijimos, un domingo en solitario —y por lo visto, secreto,— pues no se les vio mucho por ninguna parte, pero eligieron a sus representantes. Los resultados oficiales tardaban en darse y cuando fueron a inscribir a los candidatos en el Consejo Nacional Electoral, ¡Oh sorpresa!, aparecieron algunos que no estaban en la lista original.

No se hicieron esperar las protestas y las recriminaciones, que si tú, que si yo, que si el otro, etc. Apelaron a la prensa para quejarse del fraude, naturalmente a la vilipendiada prensa privada, pues la del Gobierno no informó nada; apelaron también al TSJ, inútilmente también, pues por meros tecnicismo, les desconocieron los “recursos jurídicos” que introdujeron, como si se tratara de vulgares opositores; así que, cansados de “apelaciones”, de los dichos pasaron a los hechos y se liaron a trompadas en plena Plaza Bolívar, mientras en el Cabildo — con motivo del Día de la Independencia, el 19 de abril— se realizaba una sesión solemne, con discurso de General y todo.

Afloraron entonces los protagonistas de la historia: (Lo de “aflorar” no es ninguna alusión a nada, es un mero recurso estilístico) Juan Barreto, Alcalde mayor, cuyos seguidores dicen que les escamotearon cuatro representantes y que quien lo hizo —dicen ellos— fue su compañero Freddy Bernal, Alcalde del Municipio Libertador, quien al decir de los seguidores de Barreto, es “… un tramposo… cuyo mandato en Caracas no está a la altura del proceso revolucionario…y además no rinde cuentas de sus gestión, que ha sido varias veces cuestionada, por el propio Presidente de la República”. Por su parte, Bernal responde que él lo único que hizo fue acatar las disposiciones del Comando Táctico Nacional (CTN) del MVR, de ceder cargos a los partidos aliados, con los que el MVR había llegado a un “acuerdo” —o componenda, digo yo— al margen de sus militantes. Lo que no aclaró nunca fue porque “cedió” los de Barreto y no los suyos.

Pero los ánimos se caldeaban, tomaban prensa, y se llegó así a una reunión del CTN en la cual, entre gallos y maitines, arribaron a alguna conclusión que si bien no conocemos con exactitud y no sabemos si complace a todas las partes, fue evidente que a quien no le gustaron los acuerdos fue a Freddy Bernal y no tardó en responder, de manera pública, con una artillería algo más pesada. A la salida de una reunión con el Contralor General, informó para deleite de la prensa y regocijo general que: “…mi trayectoria en la política es muy limpia… me he cuidado —dijo— de no hacer negocios de ningún tipo, de no meterme a homosexual, de no consumir drogas, de no asistir a ballet rosado, ni hacer cosas extrañas. Yo estoy blindado y vengo con dos armas a la contraloría: con la verdad, con la razón y con la inmensa protección de Dios».

Claro que Bernal no dijo a quien se refería; y en general, en la refriega, ninguno de los dos alcaldes habló específicamente del otro. Pero si quedaba alguna duda acerca de a quien se refería cada uno, esta fue disipada por el propio Presidente de la República. Los venezolanos ya estamos acostumbrados a que es en su show mediático dominical, Alo Presidente, desde donde el Presidente Chávez Frías gobierna, informa las cosas importantes, da instrucciones a sus Ministros, toma decisiones trascendentales, despide trabajadores petroleros, concede entrevistas a embajadores y diplomáticos, habla, canta y hasta fija la agenda semanal de discusión de la oposición. Fue allí, el domingo 1 de mayo, que se refirió al tema de los alcaldes diciendo: “Hago un llamado público a Freddy Bernal, hago un llamado público a Juan Barreto, para que bajen sus pasiones y pongan por delante la unidad del pueblo. Yo no voté por ellos para que vengan ahora a poner la cómica. Si no están dispuestos a trabajar unidos, pues deberían renunciar a sus cargos y dejar que el pueblo elija líderes verdaderamente unitarios”. Sospechas disipadas por la máxima autoridad nacional.

Además, la afirmación del Presidente es doblemente interesante, porque no sólo confirmó que Barreto de quien hablaba era de Bernal y que este a quien se refería era a Barreto, sino que también reveló o confirmó una de las “curiosidades” del tradicional proceso de selección de candidatos del oficialismo: El Presidente Chávez Frías es quien “vota” por los candidatos, él es quien los selecciona.

Pero tras el regaño público, el Presidente llamó a los dos “muchachos” (SIC) a reunirse con él en el Palacio de Miraflores, para aclarar las cosas y limar asperezas. Tuvo éxito. De madrugada, tras una cena informal, con arepas y chocolate, (¡Por el amor de Dios!, ¡Arepas y chocolate!, siempre pensé que esas extravagancias culinarias sólo ocurrían en algunas areperas de Caracas: arepas con chorizo, arepas con pulpo, arepas con sardinas, etc.) aparentemente se resolvió, por ahora —frase añorada del Presidente— el conflicto. Bernal confesó que se sintió avergonzado por el regaño presidencial y Barreto declaró que “con la orientación y el liderazgo” del Presidente se resolvió la cuestión.

Como todo arreglo político, de esa naturaleza, suele ser un mal arreglo; todavía está por verse si el mismo satisface también a los aliados del Gobierno, porque es indudable que alguien se va a quedar “colgado de la brocha”, pues como sabemos no hay suficientes puestos en la mesa para todos los comensales. Y, claro, esperando también que nadie se vaya a poner a hacer preguntas indiscretas; por ejemplo, ¿Qué tiene que meterse el Presidente de la Republica a resolver un problema interno de un partido, aunque sea el suyo? Mucho menos anunciar el arreglo en un acto público de Gobierno.

Esas serán algunas de las interrogantes que quedarán sin respuesta, probablemente hasta que venga otra vez la abogada norteamericana a explicarnos, no ya los “Códigos de Chávez”, sino como se resuelven los conflictos entre “Ángeles y Demonios”. Porque esto es sólo la punta del iceberg; por allí subyacen otros pleitos muy complicados, con los aliados; entre ellos el del Gobernador Manuitt, pero ese será motivo de otra historia.

(*): Politólogo

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