Opinión Nacional

Venezuela marchó unida por la democracia

(%=Image(3126194,»C»)%)
(%=Image(7542149,»C»)%)
Nada mejor para celebrar el 23 de enero de 1958 que marchar defendiendo las libertades democráticas. Venezuela marchó, de un lado y del otro. Hay varias interpretaciones de las movilizaciones del 23 de enero del 2002. La interpretación más laxa y común es el triunfo de la democracia, tanto la una como la otra son un homenaje a la posibilidad que tenemos en Venezuela desde hace 44 años de lanzar un grito y recorrer las calles en señal de protesta. Festejamos el rescate de nuestro derecho a aparecer manifestando, he allí el valor más profundo de las movilizaciones.

Por otro lado es evidente que la “Marcha por la Unidad”, convocada por los más diversos elementos de la oposición, superó con creces la movilización aupada por el gobierno; en ese sentido fue un verdadero y demoledor triunfo de la oposición, un virtual referéndum de calle que el gobierno pretendió primero obstaculizar, luego ridiculizar hasta finalmente negar. Presenciamos un triunfo abrumador de la Venezuela plural y diversa. Allí encontramos la representación más rica del policlasismo venezolano: desde desempleados del oeste, obreros y trabajadores de todas partes del país, funcionarios de carrera, empleados públicos y privados, maestros, intelectuales, amas de casa, líderes sindicales y vecinales, hasta banqueros y dueños de medios de comunicación, en resumen una fiesta de la democracia y de la sociedad venezolana.

(%=Image(7773274,»C»)%)
La Plaza O’Leary ha visto más de un momento histórico, junto con el Nuevo Circo, fue el foro político por excelencia desde la década de los cuarenta. Allí, desde Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Rafael Caldera, Wolfgang Larrazábal hasta Fidel Castro, hicieron vibrar grandes multitudes. Fue esta la plaza que, en los albores de la democracia venezolana, congregó a millares de ciudadanos, y ciudadanas, defendiendo una recién restaurada libertad frente a la amenaza del retroceso militarista de Castro León. A esta plaza se ha vuelto en ocasión gloriosa para dar un alerta, para exclamar un grito por las libertades, para sostenernos en nuestro derecho a salir a la calle y protestar, para organizarnos y participar, para lanzar al ruedo político nuestras esperanzas y proyectos. El 23 de enero del año 2002 queda grabado entre las fechas que están construyendo nuestro futuro, un futuro donde la política democrática sea revalorizada y consolidada.

Presenciamos el máximo pluralismo posible, todo el espectro político, desde la izquierda hasta la derecha: Acción Democrática, COPEI, Bandera Roja, Alianza Bravo Pueblo, Visión Emergente, COPEI, La Causa R, etc., en un océano de voluntades independientes y aguerridas. Presenciamos a banqueros connotados marchando codo a codo con Bandera Roja, a Acción Democrática junto a Fedecámaras y ABP. He aquí la Venezuela plural, diversa y multicolor, policlasista y popular, libre y democrática.

Unidad por la democracia

(%=Image(9466129,»C»)%)
(%=Image(7949781,»C»)%)
Llegamos a la Plaza Morelos desde Plaza Venezuela, las multitudes que veíamos se agolpaban desde la CANTV hasta la esquina previa al Liceo Andrés Bello, recorrimos los sectores repletos de mirandinos con Enrique Mendoza, caminamos con Bandera Roja, nos mezclamos entre estandartes venezolanos, la creatividad desbordada nos sorprendía cada pocos metros, todo estaba allí, las más diversas organizaciones civiles y ciudadanas, los aguerridos sindicatos, obreros y funcionarios marchando junto a empresarios. Decidimos bajar hacia la Avenida Lecuna para revisar un poco el recorrido, cuando fuimos sorprendido por otra gran masa popular, aquí estaban los adecos en multitudinaria presencia. La marcha arrancó poco después de la hora, decidimos mantenernos a la cabeza de la misma para estar entre los primeros en llegar.

Música y alegría prevalecieron durante toda la movilización, un océano de banderas, carrozas festivas saludaban la democracia y expresaban su rechazo frente al autoritarismo. Varios grupos trajeron sus tambores desde los más lejanos rincones del país. Fiesta de todos los colores en las calles del centro de Caracas, ejemplo de civismo y respeto, fruto de más de cuatro décadas de democracia.

(%=Image(6274052,»C»)%)
Intelectuales, humoristas, sindicalistas, políticos y empresarios caminaron juntos por primera vez en muchos años: Pedro León Zapata, Claudio Nazoa, Carlos Ortega, Alfredo Ramos, Andrés Velásquez, Luis Chataing, Orlando Urdaneta, Antonio Ledezma, José Curiel, Pedro Carmona Estanga, Miguel Enrique Otero, entre tantos que pisaron el asfalto desde Bellas Artes hasta El Silencio.

(%=Image(6151554,»C»)%)
El número de personas presentes en la marcha está sujeto a muchos debates, en ciertos momentos del recorrido tuve una percepción personal de más de medio millón de asistentes. Cuando teníamos cerca de quince minutos en la Plaza O’Leary apelé al celular para contactar a otros grupos, todavía había gente en la Plaza Morelos moviéndose lentamente, igualmente en el Hilton y frente a la Alcaldía del Municipio Libertador, masas compactas de centenares de miles copaban todas las cuadras del recorrido. La cola de la marcha avanzaba lentamente, conforme fueron llegando muchos se retiraban cansados a sus casas.

Por más de tres horas las multitudes fueron llegando a la plaza, se llenó el aire de colores, sabores y olores alegres. La democracia dijo presente, y celebramos todos la posibilidad de construir juntos un país en paz y libertad.

(%=Image(9699079,»C»)%)
(%=Image(1480481,»C»)%)

Un gobierno que no entiende nada

(%=Image(4051694,»C»)%)
(%=Image(3317945,»C»)%)
¿Por qué Chávez devino en esto? ¿Por qué logró aglutinar a tantos y tantas en su contra? ¿Por qué esa diversidad decidió marchar en una sola ola en su contra? ¿Qué pasó? Un artículo de Tulio Hernández puede ser esclarecedor de las circunstancias que promovieron la extraordinaria unidad del 23 de enero, los importantes debates que, desde hace muchas décadas, se venían planteando en torno a los problemas de fondo de la sociedad venezolana han sido pospuestos. La personalidad hegemónica del Presidente y un estilo de gobierno humillante y prepotente ha provocado una posposición del debate, la presencia invasiva y penetrante ha unido al país en su contra.

Ha sido una derrota para Chávez, aunque pretenda ocultarlo y negarlo. El Presidente prohibió el sobrevuelo de las marchas por parte de los helicópteros de la prensa como la mejor demostración de que intuye las dimensiones de su fracaso.

(%=Image(5233274,»C»)%)
El gobierno no escucha a nadie, y no entiende nada: salió derrotado en la Universidad Central de Venezuela con la caída de los tomistas, se viene abajo desde las elecciones sindicales, fue barrido el 10 de diciembre en el paro general, y ahora perdió la calle abrumadoramente el 23 de enero del 2002.

Chávez insiste en hablar de radicalización cuando lo que vemos es un gobierno que se derrumba. Él mismo cierra todas las puertas para una salida democrática, cierra todas las válvulas de escape, aumenta la presión, expulsa y humilla a los moderados y conciliadores. Con su discurso fortalece a los talibanes de lado y lado. Finalmente saca a Miquilena y coloca a los militares más leales a su alrededor, el círculo se cierra sobre su humanidad y no se inmuta, no entiende nada.

Esta problemática está ligada a la personalidad sobre la que se montó “el proceso”, que no es otra que la del Presidente. No tolera la democracia contemporánea, simplemente porque no la entiende. Se siente incómodo tras un entramado institucional, sea este de la IV o de la V. Maneja un concepto hipertrofiado de la autoridad ejecutiva. No entiende de disenso y discusión interna, ni de pluralismo y diversidad.

(%=Image(2012632,»C»)%)
Como no tolera el marco institucional se dedica a humillar y atropellar a todos los interlocutores válidos, hasta quedarse en la más absoluta soledad, en un eterno monólogo con su ego. Internamente no ha entendido que los líderes preparados y con capacidad le van a discutir sus tácticas y estrategias, no se van a dedicar al asentimiento perenne. Como no entiende de discusión interna excluye a aquellos que disienten, los más preparados, los más conscientes, y se queda solo en el frente interno. Los casos de Armas, Alvarenga y Farías son paradigmáticos. Solo se van quedando a su lado aquellos adulantes que carecen de probidad y talento. Mientras más cerca se esté de Chávez más posibilidades existen de ser excluido por “traidor”. Los días finales de Chávez serán muy solos y muy tristes.

Chávez perdió todas las oportunidades para hacer algo grande en Venezuela, perdió el amplio consenso que tenía en febrero de 1999, fue enajenándose la clase media, la clase obrera, los medios de comunicación, restó y restó apoyos hasta quedarse frente al espejo de su propia retórica, desperdició una inmensa bonanza petrolera y finalmente perdió la calle. Frente a un gobierno que insiste en suicidarse la sociedad busca una salida democrática, y el 23 de enero la mayoría le dijo ¡¡¡FUERA!!!

¿Qué pasará después de Chávez? Ese es el debate que tenemos que dar a partir de ahora.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba