Opinión Nacional

Venezuela no es viable

A un Presidente se elige para garantizar el mayor grado de estabilidad política, de seguridad social y de bienestar a los ciudadanos. No para que esté las veinticuatro horas de todos los días explicando mentirosamente de quien es la culpa de la existencia de los problemas y el porqué no avanza hacia las soluciones. De los heredados no hay uno solo resuelto o en vías de lograrlo. Al contrario, en estos años se han multiplicado con tanta o mayor gravedad que los anteriores. Ya podemos sacar conclusiones definitivas. Una de ellas es la inviabilidad del país con el régimen actual y Chávez de Presidente. Lo saben propios y extraños. No hay forma de garantizar la paz, la estabilidad, la seguridad de las personas y de los bienes, el crecimiento económico, la generación de riqueza sobre los hombros del sector privado, de multiplicar los empleos bien remunerados para nuestra fuerza laboral, ni formalizar la economía informal, ni de levantar los niveles educacionales y de salud de la gente. Ni siquiera de garantizar la integridad territorial, el ejercicio de la soberanía y la vida en libertad y democracia.

La destrucción de las fuerzas armadas, de Petróleos de Venezuela, la agresión institucional contra los medios de comunicación, los controles de cambio y de precios en la coyuntura actual con el pretexto de estar derrotando una conspiración golpista, nacional e internacional, constituyen la traición a la patria más asquerosa e inaceptable de toda nuestra accidentada historia. El insolente desprecio a la voluntad popular expresada de manera reiterada y contundente, el rechazo a las alternativas planteadas por la OEA, el Centro Carter y el PNUD aceptadas por la oposición y el saboteo a las gestiones del Grupo de Países Amigos, entre otras cosas, son razones más que suficientes para insistir en la renuncia y, en caso de negativa previsible, para derrocarlo en nombre de la democracia y el futuro del país. No hay principio democrático, razón patriótica, compromiso internacional o algún valor ético y moral que pueda justificar la indiferencia, la complicidad o el cálculo oportunista que lleva a algunos a bordear el único desenlace posible como paso previo a la reinstitucionalización del país. Lo que está en juego es muy serio. Definitivo. El pueblo sigue demostrando ser infinitamente superior a sus dirigentes. Está clarísimo en lo que quiere y no va a resignarse ante alternativas sospechosas que le permiten al régimen ganar tiempo, dividir a los líderes opositores y terminar de liquidar los pocos instrumentos de poder públicos o privados que pueden detenerlo.

Hay que salir de Chávez y cambiar al gobierno. Los venezolanos no seremos un pueblo de parias en el mundo, una nación empobrecida sin oportunidades para las actuales y futuras generaciones. Para impedirlo hay que poner toda la carne en el asador. Nadie hará por nosotros lo que a nosotros nos corresponde hacer.

Lunes, 10 de febrero de 2002

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