Venezuela se cae a pedazos
Es duro tener que admitirlo, pero pareciera que hemos retrocedido al siglo XIX, a la época en la que las familias venezolanas, por algún albur de la política de montoneras y saqueadores, podían verse reducidos a la miseria de un día para otro. A los desmanes que causa la delincuencia, sin contemplaciones para con nadie, se suman los policías que abusando de su condición cometen secuestros, robos y asesinatos, que en buena parte de los casos quedan en la impunidad.
Los activistas políticos trocados en invasores, en apaleadores, en instrumentos de la brutalidad y la barbarie son ahora acompañados en sus tropelías por miembros de la Fuerza Armada. La locura como centro de la estrategia económica y política de éste desgobierno ha destruido la agroindustria y la planta industrial del país. El terrorismo permanente contra el sector productivo sólo busca fomentar la agricultura de puertos, favoreciendo las importaciones y por ende a los empresarios foráneos, está dando sus frutos que sólo comienzan a notarse por la baja en los ingresos petroleros venezolanos.
El desastre en materia de salud ha quedado evidenciado. El ruleteo de las parturientas, la crisis en las morgues de todo el país, la falta de patólogos ha obligado a detener la mirada en la política sostenida contra los profesionales de la medicina venezolanos, en la negación de sus derechos socioeconómicos, en no dotarles de salarios acordes a la responsabilidad de la delicada misión que cumplen. Los resultados están a la vista.
El cierre de la Mitsubishi y la General Motors, el desastre de Sidor y las empresas de Guayana, la escasez y alto costo del cemento, el disimulado caos de PDVSA, que le debe a todo el mundo y retrasan las elecciones sindicales por miedo a los resultados adversos que intuyen y temen. Lo que se augura que viene en educación nos indica, desgraciadamente, que Venezuela se cae a pedazos y la guerra con Colombia no es mas que un elemento de distracción para que no discutamos nuestra terrible crisis.
