Opinión Nacional

Venezuela: un mensaje

A parte de cualquier circunstancia política, luego del fallecimiento del presidente Hugo Chávez, el país entra en una nueva etapa, en la que la unión y la armonía deben ser los referentes más importantes. Soy consciente de que esto no será fácil porque, luego de transcurrido el duelo nacional, se realizarán elecciones presidenciales dentro de los siguientes treinta días de ser declarada la falta absoluta del jefe del Estado.

Sin embargo, estos momentos difíciles por los que transita Venezuela exigen una profunda reflexión de todos sin excepción, al margen de la posición política de cada quien, dejando a un lado los desencuentros y antagonismos que han caracterizado estos 14 años de la revolución bolivariana. Vienen tiempos difíciles que servirán para demostrar el empeño, el temple y talante democráticos de los venezolanos.

Los acontecimientos por venir requieren de una gran madurez, fortaleza y, sobre todo, de mucha cordura para evitar que las pasiones se desborden. No caer en provocaciones, vengan de donde vengan, y transitar los caminos de la paz nos enrumbarán hacia la patria grande que merecemos.

El pasado 5 de marzo culminó un ciclo. Por más que los seguidores del líder de la revolución bolivariana tomen el testigo de sus banderas, deben entender que no tienen el carisma, la fuerza y las capacidades necesarias que hicieron de Hugo Chávez un protagonista de proyección continental, aun cuando estemos o no de acuerdo con sus ideas.

Sobre la base de este credo se puede edificar una nación inclusiva en la que quepamos todos aquellos que vivimos en esta tierra de libertad que tanto ha aportado a otros países de este continente en la erradicación de cualquier intento de imponer modelos radicales y totalitarios.

Se presenta la oportunidad de seguir construyendo nuestra historia republicana con el concurso de todos por igual, basada en los principios universales de la democracia, la justicia, la solidaridad y el reconocimiento del otro, aun cuando piense diferente, fortaleciendo la ruta de la esperanza como condición fundamental para el desarrollo del ser humano.

A pesar de los sentimientos encontrados que embargan a muchos compatriotas, se impone un gran diálogo sincero entre todos los sectores de la vida nacional que permita superar las dificultades, por más complicadas que sean. Es la hora de actuar con estricto apego a lo establecido la carta magna, a los efectos de garantizar la convivencia en concordia, progreso y bienestar.

Sabemos que este tránsito vital está lleno de obstáculos difíciles de sortear, pero ello no puede ser impedimento para buscar el reencuentro y la reconciliación. Ojalá estas aspiraciones encuentren eco entre los principales actores que copan la escena pública, sólo así podremos salir adelante. No se puede defraudar a un pueblo que exige que la dirigencia política esté a la altura de la circunstancia que se vive.

Vistas las cosas así, deseo expresar mí más profundo respeto por la familia del presidente Chávez y el pueblo chavista que siente y padece la desaparición física de su líder. Son tan venezolanos como nosotros, y por ello merecen consideración. A ellos un llamado a continuar trabajando por un futuro mejor lleno de esperanzas.

Debemos dejar atrás la incertidumbre, los miedos y el desaliento, para lo cual es menester vencer los demonios de la violencia, los fantasmas de un pasado de peleas irreconciliables que tienen que ser desterrados de una vez por todas.

Soy consciente de que escribo estas líneas al calor de un hecho muy reciente que puede significar un cambio en el destino de Venezuela…

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