Opinión Nacional

Víctimas del proceso

Con la irracional y dañina “recompensa electoral” de 1998, por primera vez, en al menos cuarenta años, se volvía a glorificar la imagen del militar golpista, quedando las generaciones de los años subsiguientes marcadas en sus psiquis por las cancerosas asonadas del 92, una de las más criticables y abusadas facetas de nuestra nacionalidad.

En esos infaustos días se daba al traste con un inmenso y consciente esfuerzo por sembrar valores de plural convivencia, desarrollado después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez. Pero desde finales de la década de los 90 el futuro se asomaba nuevamente complaciente con una idiosincrasia preñada de eventuales soluciones espueleras, personalistas, casuísticas, monopolizadoras de única y sacro santa verdad, y violentas; lejanas, muy lejanas del mundo ideal, del mundo democrático, institucional y civilizado, para cuya recuperación se requerirá de arduo, constante, consistente y, Dios no lo quiera, hasta cruento esfuerzo.

En ese anhelado porvenir, habiendo la nación remontado esta repetitiva contracción histórica, sólo el tiempo, a cuyo paso se crean y desarrollan sociales comportamientos , y un sobrehumano esfuerzo individual, social y comunicacional, dirigido a enmendar la mentalidad nacional, podrán sustituir esa deformante e inconveniente consciencia por una democrática, vigente en aquellos días, la cual, por cierto, había llegado a ser ejemplo en esta inestable América Latina.

De otro lado, la gloriosa Fuerza Armada Nacional, con la honrosa excepción de un impreciso sector institucional, está siendo arrastrada a un callejón de la historia por los desatinos groseros de su presente liderazgo. La corrupción, la descarada identificación política y la peligrosa confabulación con banderas extranjeras de similar ideología, entre otros, declaran a gritos su distanciamiento constitucional. Sin embargo, algo habrá de hacerse para recuperarla pues, pese a su actual descalabro, éstas aún se valoran y se reconocen vitales para cualquier ensayo socio político de trascendencia.

A tal fin habrán de diseñarse y ejecutarse acciones- dignas de cavilaciones adicionales- tanto en Venezuela como en el exterior que hagan, si no imposible, mucho más difícil su accionar fuera de la ley, pero las irreverentes y comprometedoras palabras en abierta y grosera oposición a nuestra Magna Carta, pronunciadas por los últimos dos ex ministros de Defensa, así como por la actual dama, NO PUEDEN NI DEBEN TENER ECO EN NUESTRO DEVENIR. La obediencia constitucional, la civilidad y el PLURALISMO, en síntesis: la institucionalidad, deberá execrar esos ofensivos desvaríos de las entrañas de nuestras Fuerzas Armadas Nacionales…… que no chavistas

Embajador Jubilado

 

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