Opinión Nacional

Vivimos en el tiempo del desprecio

Enseñó a sus partidarios a llamarnos “escuálidos”, a semejanza de los nazis cuando escupían la palabra “judío” como epíteto infamante. Puso en vigencia la Lista Tascón y la Lista Maisanta. Ambas listas tienen su antecedente en la estrella amarilla de David que los nazis les colocaron a los judíos para discriminarlos y execrarlos. No dialoga ni debate porque “águila no caza moscas”. Para él somos moscas. Y a las moscas se las aplasta.

No imaginé yo, cuando en mi juventud leí “El Tiempo del Desprecio” de André Malraux, quien llamó así a la época nazi en Alemania, que conocería en mi país el desprecio insolente de los gobernantes hacia los demás, incluyendo a sus partidarios, quienes hemos sido y seguimos siendo víctimas de su prepotencia, arrogancia e insolencia. Vivimos desde hace nueve años el tiempo del desprecio, lo padecemos aquí y ahora. Es el estilo incorregible del castro-comunismo, que trató de “gusanos” a los disidentes.

No dialoga con nadie
La primera manifestación de desprecio de Chávez hacia todos es la negativa al diálogo. No hay modo más radical de despreciar a alguien que “no hablarle”. No dialoga con la oposición, incluyendo inexplicablemente a la colaboracionista, la que le ha sido útil prestándose a la farsa electoral. Tampoco dialoga con la Iglesia Católica, ni con los jerarcas religiosos en general. Mucho menos con los empresarios y las centrales sindicales. Tampoco con los dirigentes de su partido como lo demuestra que en nueve años no ha celebrado convenciones partidistas para oírlos. No comparece ante la prensa para responder las preguntas de los periodistas. Y, desde luego, no dialoga con el pueblo llano. Todas sus actuaciones públicas son monólogos extensos hasta el cansancio y repetitivos hasta el fastidio. Ni siquiera concede audiencia para escuchar en privado, como lo hacían sus antecesores. Nunca habíamos tenido un presidente que demostrase con hechos el profundo desprecio que siente hacia todos sus gobernados sin excepción.

Escuálidos y moscas
A los que disentimos de sus ideas y nos oponemos a su gobierno dirige su mayor desprecio llevándolo al extremo del irrespeto a la dignidad humana. Enseñó a sus partidarios a llamarnos “escuálidos”, a semejanza de los nazis cuando escupían la palabra “judío” como epíteto infamante. Cada vez que se le plantea un debate de ideas, una confrontación de proyectos políticos, como se acostumbra en los países democráticos, responde insultante: “águila no caza moscas”. Para él no somos seres humanos. Somos moscas. Y a las moscas se las aplasta.

Mientras la “Lista de Schindler” es recordada en la historia por el sentimiento noble que ella entraña, de salvar a más de un millar de judíos de la muerte en manos de los nazis, la “Lista de Tascón” y su complemento la “Lista Maisanta” serán expuestas ante las generaciones futuras como un monumento de la infamia, como el mayor crimen de la historia nacional que sólo tiene parangón con el decreto a guerra a muerte, explicable éste por estar librándose una guerra sangrienta. Ambas listas tienen su antecedente en la estrella amarilla de David que los nazis les colocaron a los judíos para discriminarlos y execrarlos. Para las víctimas del chavismo han tenido el mismo efecto.

La humillación de los pobres
Del pueblo llano tiene Chávez el peor concepto. Lo considera venal, capaz de vender su voto por una suma miserable y por ello le paga un soborno que llama “misiones”, con las cuales ha legalizado la compra de conciencia. Los monta en un autobús con una bolsa de comida y unos cien bolívares nuevos y los acarrea, igual que el ganado, de un mitin a otro. Cada vez que hay una elección inventa otra “misión”, dando por supuesto que los pobres, además de venales, sufren de retardo mental, por lo cual no son capaces de pensar por sí mismos, sino se dejan conducir como ovejas al matadero. Les irrespeta su dignidad humana dándoles el trato de limosneros a los cuales se les moja la mano con algo para que, en lugar de “Dios se lo pague”, declamen la lección aprendida: “Gracias a mi Comandante Hugo Rafael Chávez Frías.” No le repugna rebajarlos a ese extremo, el del humillado que besa los pies de quien lo humilla.

Al desprecio responderá el desprecio
Vencidos los nazis por la rebelión de los pueblos a los cuales habían despreciado, los alemanes de la época se excusaron diciendo que no sabían nada de los campos de concentración ni de la persecución a judíos y disidentes. Nadie les creyó, como tampoco nadie les creerá a los que pretendan excusar su apoyo y complicidad con Chávez cuando caiga. Sufrirán el castigo que les será impuesto por las víctimas del desprecio, quienes están clamando justicia.

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