Opinión Nacional

¡Vota por ti!

El domingo 23 de noviembre tenemos un compromiso. Hemos sido educados para pensar que la democracia queda afuera; allá. Que es valor social civilizado, representado por unas instituciones, unos procedimientos, un ideal. Que la democracia es una conducta hacia afuera, expresada en votos, elecciones libres, secretas y transparentes. Concebida como una catedral a la que se accede desde el colectivo, luego de cumplidos los trámites sociales hacia un mundo mejor, lejano él, que será producto de los esfuerzos que nos guiarán a esa utopía concreta y humana de una vida relativamente civilizada en la que descansaremos decentemente.

Pero hoy, a 48 horas de ese trance, los invito a pensar en otros términos. La democracia que hoy nos jugamos en Venezuela es la que camina sobre la elusiva línea divisoria que separa a la dictadura de la democracia. Si te pones a ver, no estamos eligiendo candidatos, sino escogiendo, sí, un modo de vida en el que cantarás, si se puede, tu cumpleaños y el de los tuyos. Los detalles candidaturales son eso, coyunturas.

Lo que está en el fondo del asunto es si tú, fulanito de tal, tú concreto, prefieres la dictadura a la democracia.

Hay, es verdad, en el ambiente unos rostros que representan y encarnan una tendencia, y otros con carnet de la otra. Unos están en el gobierno o se lucran de él, sumisos a un líder invasivo y culpabilizador, que abusan del poder que así todo lo oxida, y que van por más. Lo quieren todo.

De este lado del abismo nos encontramos los demócratas, los que dijimos «no» el 2 de diciembre pasado a la gula presidencial, y que poseemos una gran fuerza dispersa, que somos multitudinarios pero indecisos, que aspiramos al bien, y tanto, que algunos han pensado en abstenerse ante el miedo o cobardía, decida usted, de enfrentar el monstruo de la autocracia que suda a cada rato espuma por la boca o la imbecilidad de la oposición que se anula entre sí. La indecisión hoy, sí, hoy, es lo más parecido a la irresponsabilidad o a la comparsa de lo que nos ocurre.

Desde mi pequeño espacio de lápiz y papel te escribo, exijo y pido que salgas a votar por ti mismo, por tus convicciones y dudas, por tus intereses de toda índole, por lo que será tu vida diaria si los que pretenden quedarse con el poder, las 25 horas del día y para siempre, lo logran. ¡Confía en ti! ¡Vota por lo tuyo! ¡Vota por tu democracia, que es en realidad la que el país requiere! ¡La tuya, no la de los demás, la íntima, la egoísta, la que llevas por dentro y te reclama como los ojos de tus hijos!

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