Opinión Nacional

Y ahora ¿qué?

La rebelión militar del 4 de febrero de 1992 fracasó en su propósito de derrocar al gobierno formalmente legítimo de C.A. Pérez, pero acertó al dejar que la ilegitimidad sustantiva de ese gobierno carcomido por el cinismo y la corrupción, se convirtiera en la justificación de su intento. ¿Lo fue? Los rebeldes no revelaron nunca el origen marxista de su pensamiento político, no hicieron públicos los documentos fundamentales del gobierno que habrían instalado como su Acta constitutiva y los decretos que se promulgarían. De haberlo hecho, se habría evidenciado que lo que se proponían hacer si ganaban no era lo que se pensaba que habrían hecho cuando fueron derrotados. Por ello, tras su fracaso, se dejaron arropar por la exuberante esperanza de sanear el agotado sistema de democracia de partidos que su fallida acción despertó con fuerza volcánica Ese espejismo, llenó el inmenso vacío que ninguno de los actores políticos que en ese momento competían como precandidatos para las elecciones de 1993, habían logrado llenar. Fue el carismático líder de los militares rebeldes quien lo llenó cuando secuestró con un discurso de noventa segundos la esperanza que había desatado la fracasada rebelión. La aparición de Chávez marcó con la fuerza de un hierro caliente en el cuero de la conciencia colectiva, la imagen del oficial moreno, sudoroso de boina roja, voz recia y viril, que se convirtió en el símbolo del ansia de la mayoría, por salir de la hedionda putrefacción del gobierno en contra del cual ese hombre había insurgido.

El hecho fue que la fracasada rebelión desestabilizó mortalmente al gobierno de Pérez; provocó una segunda rebelión; en 1993 empujó su derrocamiento “institucional” y ayudó a la victoria de Rafael Caldera; en 1994 obligó al sobreseimiento de sus juicios; produjo en 1995 la elección como gobernador del Zulia del comandante que había hecho preso al legítimo; y condujo en 1998 a la elección como Presidente de la República de quien emergió de aquel episodio como su caudillo. Solo por esto, el 4 de febrero es un hecho de indudable trascendencia. Y pudo seguirlo siendo, porque en los 7 años que van de 1992 a 1998 poco o nada se hizo para demostrarle al país que esa rebelión no se justificaba, por el contrario, evidenció que el sistema de democracia de partidos, era incapaz de corregirse y regenerarse. Fue de alli que salió la idea de la Constituyente.

Pero asombrosamente, desde el mismo día que tomó posesión de la Presidencia, Hugo Chavez empezó a carcomer las bases de su propia legitimidad hasta llegar al critico nivel de deslegitimación en el cual está. Hoy, hay una conciencia generalizada que el sembrador de vientos de odio, ha desatado tempestades que van a producir una catástrofe, si no se le pone freno definitivo a su demencial frenesí de agitación
Y ahora ¿qué? La salida de Chavez de la presidencia –por la vía que sea- no puede ser ni un salto atrás, ni un salto en el vacío. El dilema del momento que vivimos, es que la opción de la permanencia de Chávez en el poder, es ¡al mismo tiempo! un salto atrás y un salto en el vació. Pero las alternativas visibles de su remplazo tambien son un salto atrás o hacia el vacío. Mientras eso no se corrija, hay que rezar para que el gobierno no se desmorone porque lo que le seguirá, será peor.

La memoria histórica

• Toda rebelión en contra de un gobierno establecido y todo golpe de Estado que logre su propósito y reciba la tácita aquiescencia de una mayoría que acata una autoridad de facto, lo hace mediante algún instrumento –llámese manifiesto, declaración o acta- en el cual, quienes han tomado el poder, alegan las causas con las que legitiman un hecho de fuerza; anuncian lo que se proponen hacer, y establecen las bases legales para hacerlo. En los días que vivimos, los documentos, producidos por algunas de las revoluciones y golpes de Estado, merecen ser mejor estudiados y comprendidos, pues son el precedente de lo que inevitablemente es necesario hacer hoy. Esta es una brevísima sinopsis de algunos hechos revolucionarios de nuestra historia.

• El colapso de las monarquías ibéricas en 1808, produjo el fenómeno del “juntísmo” nacido del vacío producido por la ausencia del rey y el rechazo popular a la usurpación de José Bonaparte. En Venezuela, el Acta del 19 de Abril 1810, declaró que la “Junta Suprema de Venezuela” había tomado el poder para “atender a la salud publica de este pueblo que se haya en total orfandad”. Invocando que “el derecho natural dicta la necesidad de procurar un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la soberanía que ha recaído en el pueblo, conforme a los principios de la sabia Constitución primitiva de la España”.

• El Cabildo de Caracas, que había forzado la renuncia del Capitán General Emparan, nombró nuevos Diputados destituyó, ratificó o nombró los miembros de la Real Audiencia y creó una Junta Suprema presidida por José de las Llamozas y Martín Tovar Ponte, que asumió el gobierno de todas las provincias de la Capitanía General de Venezuela. En Junio la Junta Suprema decretó un reglamento para elegir a los representantes al primer Congreso Constituyente, que se reunió el 2 de marzo de 1811.

• El ultimo acto de la Junta Suprema fue la admirable “Declaración de los Derechos del Pueblo” aprobada el 1º de julio de 1811. Tras esto, la Junta Suprema entregó el poder al Congreso Constituyente, elegido por la soberanía popular, que el 5 de julio declaró la independencia, y el 21 de diciembre aprobó la primera Constitución de Venezuela y del mundo hispánico.

• La lección que podemos sacar de este hecho, es que nada fue obra del azar o la improvisación. Los que desde 1808 venían conspirando para instalar un gobierno adecuado a su tiempo, estaban preparados para hacer lo que hicieron.. Allí, brillaron hombres del calibre moral e intelectual de Juan Germán Roscio y Francisco Javier Ustáriz .-para solo citar dos- Por eso lo hicieron bien, y ese es uno de los episodios luminosos y honrosos de nuestra historia.

• Lo que sucedió en los treinta años que van de 1890 a 1910 llevó a la necesidad de un régimen como el de Juan Vicente Gómez. Esos años fueron de un cinismo nauseabundo. En octubre de 1892, Joaquín Crespo en su condición de Jefe de la Revolución “Legalista” simplemente decretó: “asumo el poder Ejecutivo”• y nombró a sus Ministros. Los siguientes decretos se fundaban en “las facultades que me ha conferido la Revolución Nacional” .

• Siete años mas tarde, se repitió el patrón. En octubre de 1899 con un decreto casi idéntico Cipriano Castro asumió como “Jefe Supremo” sin mas justificación que su voluntad, el Poder Ejecutivo y declaró vigentes “todos los derechos, garantías y prerrogativas que la Constitución de 1893 reconoce a todos los venezolanos, en cuanto no se opongan a los fines de la Revolución Liberal Restauradora y sean compatibles con la naturaleza del gobierno que de ella ha surgido”.

• El 18 de octubre de 1945 un afortunado golpe de Estado sorprendió y derrocó al mas democrático gobierno de nuestra historia. El “Comunicado del gobierno provisional” del 19 de octubre de 1945 abrió una etapa de la cual Hugo Chávez es su ultima consecuencia. El Decreto Nº 1 de la Junta Revolucionaria de Gobierno 1945 repitió el patrón de 1892 y 1899 y el Decreto de garantías de marzo de 1946 y el Decreto 369 crearon un patrón de “legalidad revolucionaria” que va a ser la constante en todo el siglo XX.

• El Acta de constitución de la Junta Militar de gobierno que el 24 de noviembre de 1948 derrocó al gobierno legítimo de Rómulo Gallegos, instaló la practica que el Alto Mando Militar era el supremo poder tutelar de la República, dotado de la capacidad de poner, modificar y quitar gobiernos. La modificación del acta del 24 de noviembre a la muerte de Carlos Delgado Chalbaud y el acta del golpe del 2 de diciembre de 1952 que desconoció las elecciones constituyentes del 30 de noviembre, tuvieron su continuidad en el acta de instalación de la Junta de Gobierno del 23 de enero de 1958. Fue la presión y la presencia activa de la sociedad civil, y la sensatez de los dirigentes políticos, lo que sacó al país del tutelaje militar que se inicio en 1945 y fue resembrada en la letra de la Constitución de 1999.

• Los fracasados rebeldes militares del 4 de febrero 1992 ocultaron su ideología y sus intenciones. En 1998 con la publicación del libro de Kléber Ramírez Rojas “Historia Documental del 4 de febrero” se conoció el texto del Acta Constitutiva del “Gobierno de Emergencia” y los Decretos. Muy recientemente, se ha podido precisar, la genealogía de la confusa ideología marxista que los animaba y que arteramente están instalando.

El estado de excepción

Y ahora ¿qué puede hacer Chavez? Un camino es intentar detener el aluvión de rechazo que se le viene encima, decretando un “estado de excepción”, pues ha dicho varias veces que tiene una legítima atribución para hacerlo. Con ello -quizás- podría silenciar a los medios, y tratar de impedir que la oleada de manifestaciones, marchas, protestas, paros y huelgas que se le vienen encima.

Para decretar el Estado de Excepción, suponiendo que logre la aprobación de una Asamblea que a duras penas controla, Chávez debe persuadir a los cinco magistrados de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo, que está ajustada a derecho, algo nada fácil porque el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos” manda que toda declaración de estado de excepción debe expresar los motivos de la emergencia y la índole del estado de necesidad; debe especificar los derechos que suspende o restringe, los bienes o las personas que afecta, las medidas fiscales y económicas que pueden tomarse y el área temporal y territorial de la excepción.

Un “estado de excepción” es una situación jurídico-constitucional extraordinaria que debe tener como causal, la defensa del Estado de Derecho de un peligro grave, cierto e inminente, que coloque al gobierno y a la sociedad en estado de necesidad. El Estado de excepción no puede ser decretado para vulnerar el Estado de Derecho, sino para preservarlo y defenderlo de los peligros que lo amenazan

Allí esta el meollo del asunto. Los hechos que en este momento ponen en peligro grave cierto e inminente la independencia, la integridad territorial y la paz de Venezuela, son los que se derivan de la probada vinculación que con los poderosos ejércitos subversivos que actúan en Colombia, ha establecido Hugo Chávez. Es un peligro grave y cierto la importación de la guerra civil colombiana a Venezuela. Es un peligro grave y cierto la debilitación deliberada de la Fuerza Armada con su transformación en un cuerpo armado al servicio de su persona y de sus políticas criminalmente antinacionales. Es un hecho grave y cierto la creación, entrenamiento y armamento de milicias armadas de los ‘círculos bolivarianos.

Es absurdo que un decreto declarando el estado de emergencia, pueda justificarse por lo que es su causa y ser decretado por quien es su causante. En sana lógica, el Presidente no puede invocar como fundamento del ejercicio de su atribución, lo que el mismo ha hecho para crear las condiciones que justifican un Estado de excepción.

Es por esto que un Estado de excepción solo podría ser ejercido por la Fuerza Armada, que es quien tiene el monopolio de la violencia legal del Estado, y la obligación de ejercerla en el estado de necesidad creado por un peligro grave, cierto e inminente. Y este peligro no es otro que la amenaza a la soberanía, la paz y la integridad territorial de la República que representa la permanencia de Hugo Chávez en la Presidencia

Quien mejor ha argumentado la contundente validez de este raciocinio, es quien ha hecho del aniversario de la fracasada rebelión militar de 1992 un día de júbilo. Pues no se puede justificar el derecho a la rebelión que se alegó se tenía en 1992, y negar el derecho que hoy, con mas y mejores razones tiene la institución a quien corresponde la defensa de la soberanía, la paz y la integridad territorial de la República por vía de la declaratoria de facto de un estado de excepción.

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