Opinión Nacional

Y la MUD, ¿qué fue de ella?

Llegó la hora de enseriarnos. En juego no están las ambiciones apenas disimuladas de algunos dirigentes sino el destino de veintiocho millones de venezolanos, doscientos años de república y el futuro de nuestros hijos y nietos. Que no nos suceda lo que a Boabdil, el último rey moro de Granada: ponernos a llorar derrotados ante la pérdida de lo que no supimos defender cuando estábamos a tiempo. Señores políticos: la Patria os lo demanda.

Se rompieron las fuentes: la placenta candidatural comienza a rasgarse y ya asoman los bracitos de los candidatos. Hubiera sido ideal que la MUD, si es que alguna función deberá cumplir ese frágil y menesteroso artificio opositor fuera de haber ayudado a montar la lista de los candidatos de los partidos para las elecciones parlamentarias, que asumiera ahora y sin más retrasos las mismas funciones para la futura elección presidencial. Fijar una suerte de bitácora para seleccionar los nombres de los postulantes, establecer unas normas para el proceso de primarias, acordar la fecha definitiva para la realización de dichas primarias – tercer trimestre del 2011, como lo plantea la mayoría de partidos o segundo del 2012, como lo quisieran AD y PJ – , decidir si se nominará a nuestro candidato por mayoría simple o si se realizará una segunda vuelta, determinar la forma de presentación de los nombres, establecer pautas de entendimiento entre los partidos y velar porque ese proceso de preselección y luego de selección final no de pábulo a una carnicería mortal que los deje exhaustos y al borde de la inanición cuando se inicie la lucha de verdad verdad. Que será cruenta y a cuchilladas.

opinan los foristas

Pues el horno no está para bollos ni los partidos para hacerse los pendejos. Ni siquiera nos han aclarado si esa MUD es una mera instancia electoral, un comando de campaña o un frente unitario con el encargo de dirigir nuestros combates contra la dictadura. ¿Tiene algún partido preeminencia sobre la conformación de sus comisiones? ¿Son comisiones reconocidas por todos los partidos y la sociedad civil – hasta ahora absolutamente marginada – , con suficiente experiencia y conocimiento, u obedecen a alguna suerte de cuoteo, como el que decidió de una lista de candidatos parlamentarios que pasó olímpicamente por sobre la necesidad de los ciudadanos y las recomendaciones de experimentados dirigentes de modo a alcanzar la máxima representatividad y eficiencia? ¿Es sus coordinador un candidato in pectore de alguna instancia o no pasa de ser un secretario ejecutivo para el cumplimiento de tareas internas? ¿Es dicho coordinador el portavoz de la voluntad y las decisiones de todos los partidos o tiene su propia palabra, sus propias aspiraciones, su propio partido?

Son preguntas nada baladíes. Así pequen por ingenuidad o ignorancia. Ya han adelantado algunos políticos, incluso un secretario general de un importante partido opositor, la necesidad de conformar un organismo de naturaleza política más que burocrática, una suerte de Frente de Unidad Nacional, del estilo de la Concertación Democrática Nacional chilena. Que además de liderar el combate electoral se encargue de coordinar las acciones y actividades en la lucha inmediata – y subrayo lo de inmediata – contra las arbitrarias, dictatoriales y peligrosas decisiones presidenciales. Otros hablan de la necesidad de una tarjeta única.

Mientras Chávez desfoga su campaña electo dictatorial, aprovecha el tiempo sabático que le han acordado los partidos – y, por ende, la llamada MUD – y se muestra en toda su fiereza tiránica expropiando lo que le viene en gana y amenazando con la vieja consigna de ¡TODO EL PODER A LOS SOVIETS! Y ¡TODA PROPIEDAD AL ESTADO!, para ganar y ganar terreno, la oposición partidista parece estar en Babieca. Uno o dos altos dirigentes políticos, algunos de ellos precandidatos, han tenido la cordura y el coraje de dar la cara. ¿Dónde estuvieron el 23 de enero los secretarios generales de los partidos, el coordinador de la MUD, sus altos personeros? ¿Por qué abandonaron esa fecha emblemática y ni siquiera dispusieron una tarima, unos altavoces, unos líderes bajando la línea para enfrentar esta auténtica batalla de algunos desnortados sin comandantes? Esa quisicosa escenificada frente al Lido que nadie supo si se trataba de una verbena, un cumpleaños o un encontrón para beberse unas frías ¿careció de sentido y organización por una pisadera de mangueras inter candidatural o por falta de presupuesto? Esta última justificación es tan pedestre, que avergüenza. Ergo: ¿qué está sucediendo en las alturas partidistas?

Llegó la hora de enseriarnos. En juego no están las ambiciones apenas disimuladas de algunos dirigentes sino el destino de veintiocho millones de venezolanos, doscientos años de república y el futuro de nuestros hijos y nietos. Que no nos suceda lo que a Boabdil, el último rey moro de Granada: ponernos a llorar derrotados ante la pérdida de lo que no supimos defender cuando estábamos a tiempo. Señores políticos: la Patria os lo demanda.

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