Opinión Nacional

¿Y qué nos espera?

No tiene razón la amiga Consuelo Escobar Peña cuando apunta: …“Lamento que ya no esté escribiendo en ‘La Razón’. Supongo que eso se debe a que ahora está ocupando otros espacios.” Desde que fui invitado a colaborar en este importante semanario, no he fallado en ninguna ocasión. Cuando se me informó la decisión del editor de pasar mi columna de semanal a quincenal, y con la mitad del espacio, no hice reparo alguno. Se me dijo que la medida alcanzaba a todos los colaboradores y que la limitación era mientras durara la actual crisis del dólar que elevó el precio de los insumos. Nuestro trabajo del 0l-06 sufrió los rigores del espacio. Y por ello solicitamos el reestudio de nuestro papel en la publicación. Se nos dio 5500 caracteres. Lo aceptamos por considerar importante estar en todo lugar donde se permita sostener nuestras ideas. Lamentablemente, esta reducción no permite un estudio a nivel de Historia Actual. Por esto, Mientras Tanto, haremos una aproximación quincenal a la comprensión de nuestro cuadro político.

¿Y qué es lo nuevo en este cuadro?

Reiteramos que el cuadro histórico actual lo define la complejidad, incertidumbre, incoherencia y creciente pesadumbre. Pero ¿cómo se mantiene este régimen? ¿Qué factores le aportan el mínimo de estabilidad? Como en el llamado período democrático, el presente régimen se dedica a la compra-venta de favores y apoyos. De allí sus inversiones en represión-policías-militares, partidos políticos, medios de comunicación, instituciones que son la base del orden vigente y populismo-demagogia, compra de conciencia de la pobreza.

Otra forma de la vieja política

¿Y porqué esta inversión? Porque se carece de un instrumento partidista que sirva de base y fundamento para organizar la acción gubernamental. A este punto conducen las autocracias. El sujeto de la historia es un hombre, que es la mayor semejanza a Dios. Por ello se ejerce un culto creciente al héroe-caudillo de quien se espera todo tipo de milagro, sin que medien inclinaciones ideológicas y políticas. Sin embargo, estamos ante el agotamiento de esta institución caudillista y del cuadro político que genera. En la colectividad hay un creciente rechazo a una figura que corresponde a otros tiempos y visiones. Está agónica la historia que encarna el actual régimen. No hay registro de verdaderos partidos, en lo ideológico, político y organizativo. Y por ello no puede avanzar ni la acción gubernamental ni la opositora. Ambas se conjugan y complementan. Y de allí sale favorecido el gobierno. Por ello sostenemos que, en esencia y fundamento, el ‘chavismo’ es la legítima continuación de la perversión ‘democraticista’. Y por tanto, la llamada “revolución” no es más que otra forma de realizar la vieja y gastada política. Un presidente sin partido y sin demás aparatos de poder en sus manos, obligado a guarecerse en estructuras sin mayor significación y arraigo. Un PPT al cual se le otorgan poderes sin precedentes y un MVR en el cual se enfrentan multiplicidad de grupos: desde los superdemócratas hasta los super-radicales. Una pelea que tiene como fin determinar quién es el sujeto verdadero-histórico de la revolución.

El enemigo milita en la revolución

En este sentido, los más radical-revolucionarios-talibanes se enfrentan a la concepción ceresoleana de ‘caudillo-pueblo-ejército, porque se considera que en la misma predomina el sentido y contenido del golpismo con fuerte inclinación autocrática, negadora de toda verdadera revolución. De allí que se pueda afirmar que el principal enemigo de este gobierno milita en “su revolución” y que hoy está en peligro hasta el ‘jefe único’. Por esto decimos que aquí no habrá salida pacífico-electoral-referendo sino una confrontación cada vez más violenta, que puede llevarnos a una guerra civil que hasta ahora ha sido contenida fundamentalmente por la falta de disposición para el combate de eso que se llama dirigencia de oposición. Gente que hará lo indecible por lograr un nuevo pacto salvador, que no será aceptado por la parte más dura de “la revolución”, que se siente obligada a marchar ‘a paso de vencedores’ para alcanzar una victoria como la obtenida con la “revolución cubana’.

Un presidente que no gobierna

Ya los propios cerebros de la revolución bonita redimensionan el aparato publicitario desde el cual se ejerce y desarrolla la “transformación de la sociedad”. Porque nadie puede afirmar que aquí hay un presidente que se ocupa de gobernar. El oficio del ‘jefe único’ es la preparación de programas publicitarios para defenderse de todas las atrocidades que adelanta, como lo es , entre otras, su apego a todo lo que está o proviene de la “revolución cubana” y de otras latitudes del mismo o de corte parecido.

Hacia el liderazgo horizontal

¿Y qué posición asumir ante este desgastador cuadro? No es posible estar con este gobierno ni con la principal estructura que lo mantiene. Tampoco con la fuerza que en un momento dado estaría dispuesta a barrer ‘todo lo existente’ para montarse en el poder. Consideramos que es inevitable la organización de una fuerza que mire en dirección al porvenir, que responda a un liderazgo horizontal, colectivo, participativo. Esta es la tarea que proponemos y para la cual hay que dejar atrás la vieja historia. Debe ser ese colectivo horizontal, sin apego a credos ni intereses ajenos, el que debe avanzar paciente y perseverantemente hacia una historia sin dueños.

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