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Oscuridad económica

Hablar de la economía venezolana es hablar de un chiste cruel. Pero cruel para el conjunto de la población, para los más pobres, para lo que queda de clase media. Un país depauperado por la depredación más implacable que haya sufrido país alguno en América Latina, al menos en la historia contemporánea. Pero el chiste no es nada cruel sino muy confortable para el grupo de los beneficiarios del poder, que harían palidecer en patrimonio a las mafias rusas o a los jeques árabes.

Esto no lo afirma un opositor sin remedio. No. Lo han señalado, con documentos en mano, exministros del predecesor y del sucesor, al denunciar una estafa cambiaria de 250 mil millones de dólares en algunos pocos años. No creo que pueda haber una manifestación de la corrupción pública más ostentosa que esa, en ninguna parte del mundo. Y conste que se trata sólo de una parte de la corrupción bolivarista, la referida al tema cambiario y por un breve período.

Por otro lado, no es en la penumbra sino en la oscuridad total, donde está sumida la economía venezolana, al menos en cuanto a la data oficial se refiere. Cifras confiables no hay, en los casos muy infrecuentes en que se publica alguna. Se desconocen las informaciones sobre las principales variables económicas del país, y aunque se presume que son aterradoras, ya hay una especie de acostumbramiento a la oscuridad informativa.

De cuando en vez salen unos voceros de unos fondos de inversión o de unas compañías consultoras –por cierto que de reciente data, afirmando que las cosas no están tan mal como parecen, y que con algunas medidas puntuales la situación podría mejorar a paso acelerado. Confieso que esas consideraciones me parecen muy sospechosas, para decirlo con una palabra discreta… Y es que las afirmaciones y predicciones que surgen de organismos internacionales serios, de los cuales, por cierto, Venezuela forma parte, son, repito, aterradoras.

El BCV viene haciendo mutis por el foro, y no informa sobre los asuntos de su responsabilidad, desde hace mucho tiempo. No parece que ello vaya  a cambiar con su nuevo presidente. Pero habrá que esperar un poquito para confirmar o no la presunción. Hasta donde conozco, esto no pasa en ningún otro país del planeta, salvo que no ya no sea propiamente un país, sino un territorio en manos del vandalismo, tipo Somalia. Pero hasta el Banco Central de Zimbabue se ha hecho más serio que el BCV. Y conste que allí todavía laboran profesionales de valía, pero que están vigilados y amenazados por el comisariado político de la llamada “revolución”.

La oscuridad informativa, de por sí, es tan grave como la situación real de la economía, que debe ser aún peor de lo que se estima. El desprecio a la opinión pública que esto significa es mayúsculo. No les da la gana de informar y punto. Y poco a poco se va asentando un cierto acostumbramiento, que lleva de expresar, con un dejo de cínica resignación: “esto es lo que hay”… Y además si se aplica la “máxima”, como muchos lo hacen, a prácticamente todo en los dominios de la política, lo social y lo económico, entonces se entiende que un régimen tan rechazado por el pueblo, siga controlando el poder y haciendo lo que le da la gana.

La oscuridad económica no es el fondo del problema, es un síntoma de la tragedia que envuelve y aprisiona a Venezuela, y de la cual sólo saldremos, o comenzaremos a salir, cuando sea superada la hegemonía.

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