Para triunfar hay que sumar e integrar
En la Europa de los años 1940, lucía como inevitable el triunfo y la permanencia a nivel mundial del fascismo. La resistencia estaba reducida a dos visiones de mundo, no solo incompatibles entre sí, sino negadoras de la propia existencia del otro como sistema político y económico viable. Su expresión más visible eran dos figuras antagónicas, por un lado el comunista Josef Stalin y por el otro el archiconservador Winston Churchill, mientras que el demócrata Franklin Delano Roosevelt miraba los toros desde la barrera.
Pues bien, ¿cómo logró esa resistencia dispersa vencer a la maquinaria militar e industrial del nazifascismo?, simplemente uniéndose y olvidando de las discrepancias y así fue cómo terminaron derrotando al todopoderoso Adolfo Hitler.
En nuestro país no hay hoy una figura emblemática ni en el gobierno ni en la oposición, pero Maduro, formado en la escuela de cuadros de punto cero en Cuba, aplica al detalle un plan concebido y desarrollado en La Habana, mientras que una fragmentada oposición no encuentra ni el liderazgo ni la hoja de ruta necesaria para vencerlo.
Hasta ahora solo la comunidad internacional y algunos dirigentes políticos, principalmente exilados, intentan coordinar una acción política coherente, mientras que en Venezuela, seguimos sin unidad y lo que es peor aún, desconociendo la importancia capital de unir en el mismo objetivo a los que fueron parte del régimen y que, por las razones que fueran, decidieron hacer tienda aparte.
Al igual que ocurrió en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, solo se podrá alcanzar el triunfo cuando los contrarios se unan y hagan frente común para vencer a una dictadura que, así sea empeorando las posibilidades reales de recuperación económica del país, han logrado persuadir a sectores significativos de la población que solo ellos pueden asegurarles unas condiciones de vida mínimas, que los opositores están dispuestos, así no sea cierto, a arrebatárselas.
¿Y por qué es eso? Como lo muestra la última encuesta de la UCAB, no solo por la hegemonía comunicacional del régimen, sino precisamente porque en la oposición en el sentido más lato del término no hay una visión compartida de unidad e integración que permita a los contrarios creer que si es posible una Venezuela amplia, solidaria, incluyente en la que todos puedan progresar.
