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Petróleo y chavismo: desgracia venezolana

Cristian Silva Potellá

El origen del petróleo se remonta a épocas paleozoicas y se tiene conocimiento de su uso por diferentes culturas que habrían aprovechado sus propiedades, en particular para impermeabilizar embarcaciones de madera.

En nuestro país aparece con “El Zumaque I”, el primer pozo comercial perforado en la zona oriental del lago de Maracaibo. El General Juan Vicente Gómez, mediante  otorgamiento de concesiones exclusivas, aseguró  recursos económicos para mantener su caudillismo y dictadura hasta después de fallecido.

Algo similar ha ocurrido durante los últimos 20 años: los “petrodólares” dieron poder a comunistas cubanos-chavistas para pisotear la dignidad del pueblo venezolano.

Cuando apareció  petróleo en nuestro país ya existían en los Estados Unidos de Norteamérica empresas especializadas en exploración, explotación y refinación del hidrocarburo siendo algunas, propiedad de una sola persona, como el señor John Rockefeller.

Mientras nosotros, no solo no teníamos remota idea de esa sustancia, sino que, después de 150 años de explotación, ni siquiera sabemos fabricar un tornillo, deteniéndose además  investigaciones científicas del Instituto Técnico Venezolano del Petróleo (INTEVEP) y obligando al sufrimiento de la diáspora a excelentes técnicos, una causa de la baja producción y destrucción de PDVSA.

Esta leyenda negra en forma de desgracia y maldición debe llegar a su final.  Y así enfrentarnos a una nueva generación de riquezas a través del trabajo duro, productivo, creador; al igual que Irlanda, Suiza y Luxemburgo, países sin hidrocarburos pero con  ingresos per cápita elevadísimos.

El petróleo siempre ha contribuido a la desgracia política, social, económica, eliminando libertades, frenando desarrollo y emprendimiento en áreas claves para el despegue de Venezuela.

Debemos comenzar a trabajar para ir descentralizando el país con un desarrollo armónico e igualitario en todas las regiones de nuestra geografía. Que no se considere al habitante del estado Sucre o Amazonas como campesino, inculto o subdesarrollado en relación al caraqueño.

Debemos vernos en el espejo de los EE.UU aunque duela a muchos. Regiones y ciudades como Alabama, Arkansas, Sacramento, Indiana, Texas, San Francisco o Chicago tienen el mismo prestigio e importancia de Nueva York o Washington. Todavía llevamos el indio por dentro. Pensamos que un cumanés, margariteño, monaguense, llanero, andino o guayanés, está en minusvalía con respecto a un ciudadano de cualquier barrio o urbanización de Caracas.

La rebelión de las regiones orientales, costeras, del sur, llaneras, andinas y zuliana debe comenzar de inmediato para reclamar sus derechos despojados. Es la nueva revolución en Venezuela.

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