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Pongámonos de Acuerdo

Pongámonos de acuerdo; el chavismo-madurismo es la negación de todo lo que había de bueno en Venezuela, mientras que la ideología del PSUV se sustenta en las ideas de la ultra izquierda de los años 60-70. Su dirección política y su orientación estratégica y programática está conformada por una dirección política integrada por una mafia criminal, eso no está en discusión. Pero  es el caso que con una oposición atomizada, con líderes incapaces de sentarse y acordar no sólo un  programa político (que sería lo más sencillo), sino que harían una vez alcanzado de nuevo el poder en unas elecciones libres y transparentes. Uno de los problemas más difíciles de la oposición es la falta de un horizonte. En los partidos políticos de la oposición hay dificultades estructurales que las direcciones políticas de los mismos, no han sabido resolver de manera adecuada. Es eso lo que explica la tensión en que ha vivido todos estos años, y es que nuestras direcciones políticas no son especialmente diestras en el manejo de conflictos políticos complejos como el de Venezuela. Un apreciado número de nuestros dirigentes políticos son muy pobres de ideas, pues son especialmente pragmáticos, con dificultades para encontrar fórmulas de reparto de poder, satisfactorias para todos. Los conflictos sociales son por lo general producto de la desprotección social lo cual requiere no solo de actores políticos interesados en agitar, se requiere además ideas para superar la desprotección social entendiendo que los subsidios y transferencias de rentas directas son solo coyunturales que funcionan como una red de contención que evita la desesperación. Pero pareciera que no hubiera actores políticos interesados en plantear políticas económicas de Estado para superar esta situación. Tal vez por esto último, muchos de nuestros dirigentes políticos no han entendido, que no es la primera vez que una mala situación económica no genera disturbios y que a pesar de la hiperinflación no hay perturbaciones significativas a pesar de que la situación es muy grave, y ello es precisamente producto de los subsidios y las transferencias de renta directa a los sectores de la población más vulnerables social y económicamente lo que hace lucir fuerte al gobierno a pesar de todo esto, cuestión que tampoco es raro dada la falta de ideas de las direcciones políticas al respecto.

Maduro no es más, que un epifenómeno de una oposición fragmentada que no pasa más allá de las propuestas electorales y de intervenciones de fuerza desde el exterior (especialmente desde los EEUU), es decir, hay cero curiosidad intelectual por anticiparse a los inevitables cambios que vendrán en materia económica, social y política a nivel mundial y entender que Venezuela es un país amenazado por conflictos internacionales, con una economía en el desastre, con instituciones cuestionadas internacionalmente que requiere de una política de oposición que vaya más allá de la coyuntura interna. Venezuela es hoy, muy distinta a lo que ocurre en el resto de América Latina y ante la fragmentación de la oposición, el régimen dispone de una ventaja adicional en tanto tiene la atención pública de los problemas, las fuerzas armadas, los recursos del Estado para ordenar una política interna. En contraste, tenemos una oposición sin reglas de juego claras, que no sabe cómo enfrentar políticamente al régimen, pues las agallas de los dirigentes de las direcciones políticas no le permiten ver con claridad lo complejo de la situación geopolítica de Venezuela, pues hay mucha pobreza ideológica y discursiva, es decir, no se ha hecho hasta ahora un esfuerzo de interpretación del complejo problema geopolítico en que está incurso el país desde el 2002.              

Mientras tanto la gente está descontenta con los resultados del “Gobierno de Guiado”, mientras los partidos de la oposición, en términos de resultados políticos han sido muy mediocres. Los partidos carecen de un discurso progresista alternativo, pero tampoco tienen un discurso liberal, es decir, nadie medianamente informado entiende bien qué es lo quieren. Mientras que el chavismo-madurismo tiene su agenda muy clara, su agenda es el ultra izquierdismo fracasado de los años 60-70, y con eso han sido muy consistentes, muy disciplinados, es decir, no están fingiendo, es eso, en lo que creen. Eso lo representan bien y es lo que los mantiene vivos. Tienen una razón ideológica. El problema de la oposición es que nadie sabe cómo gobernaran una vez que accedan de nuevo al poder, es decir, qué es lo que quieren hacer, hacia dónde conducirían al país, hacia el liberalismo y una economía de mercado, hacia a la socialdemocracia con un gobierno progresista, vale decir, la oposición ha tenido una grave dificultad para definir un imaginario orden social. Además, en la oposición todavía hay muchos dirigentes políticos que creen que hacer política es ser un pícaro oportunista, son dirigentes que cambian de un partido a otro sin que medie ninguna referencia programática o ideológica, lo ocurrido con Bernabé Gutiérrez de Acción Democrática y con otros que fueron de AD, después de UNT y terminaron en PJ o que fueron diputados de estos partidos y terminaron con Vente Venezuela de María Corina. Estos políticos por lo general son muy triviales al momento de expresar sus opiniones, son políticos que no han aprendido a contar historias más allá de satisfacer a un sector de población muy limitado, es decir, no les interesa una población curiosa que lea sobre los acontecimientos internacionales, y luego saque sus propias conclusiones, y es que hoy los problemas son de extrema gravedad pues, el mundo se enfrenta a situaciones muy delicadas, estamos atravesando por una pandemia que ha acelerado y agravado aún más la crisis sistémica que ya habían anunciados científicos, economistas y analistas. El mundo ya está atravesando por una recesión económica sin precedentes y ello sitúa a los países en su conjunto, ante un problema de extrema complejidad puesto que se requieren recursos cada vez más abundantes y perentorios para la0 salud pública y para atender las consecuencias del obligado paro productivo, vale decir, cierre de empresas, incremento exponencial del paro, precariedad y la exclusión social existentes desde hace décadas debido a las distorsiones en la distribución del ingreso. Agreguémosle a todo lo anterior que en Enero del 2019 las direcciones políticas de los partidos de nuestra oposición, amarraron su estrategia geopolítica a la estrategia de “América Primero” de Donald Trump, estrategia que depende de una hegemonía de los EEUU, envejecida y relativamente en declive. Por ello urge la necesidad de que nos pongamos de acuerdo sobre esta compleja situación geopolítica.

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