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Por qué estamos como estamos

Carlos Canache Mata

Desde que en 1925 el petróleo pasó a ser nuestro principal producto de exportación y tres años después nos convertimos en el primer país de exportación de ese mineral en el mundo y el segundo productor, en  Venezuela comenzó el llamado rentismo petrolero. Durante el período democrático 1958-1998 se hicieron ingentes esfuerzos para diversificar la economía y disminuir esa dependencia, hasta el punto de que para 1998 se había bajado al 70% el ingreso de divisas proveniente de las exportaciones representadas por el petróleo y se había elevado al 30% el de las exportaciones no petroleras.

La pésima gestión de los gobiernos de Chávez y Maduro nos ha llevado a la deplorable situación en que alrededor del 96% de las divisas que ingresan al país es proporcionado por la exportación petrolera y apenas el 4% restante lo es por la exportación no petrolera. No se aprovechó la bonanza de los altos precios del petróleo para fortalecer el fondo de estabilización macroeconómica, previsto en el artículo 321 de la Constitución, y cuando a mediados del año 2014 se inició una caída de los precios, se agravó la estabilidad de los gastos del Estado.

Pero, afortunadamente, los precios petroleros han venido teniendo una progresiva e importante recuperación y, de acuerdo con la información del propio ministro del ramo, el precio del barril venezolano cerró la semana pasada en 68,60 dólares. El problema es ahora otro: la caída estrepitosa de la producción petrolera. La producción de tres millones quinientos mil (3.500.000) barriles diarios de 1998, último año de la democracia, descendió en abril al preocupante nivel, según informe de la OPEP del 14 de mayo, de un millón cuatrocientos treinta y seis mil (1.436.000) barriles diarios,  unos 41.700 barriles diarios menos que en el mes de marzo. Y lo que es peor: varios expertos petroleros, Horacio Medina uno de ellos, pronostican que la producción de crudo “se ubicará para diciembre 2018 entre 1 millón y 1 millón 200 mil barriles diarios”.

En lo que va de año, por la caída de la extracción petrolera, la escasez de divisas ha provocado que las subastas Dicom solo hayan transado 92.400 dólares en promedio por día, lo que activa la recurrencia al dólar paralelo, profundizándose la hiperinflación, y si a lo anterior se suma la muy insuficiente producción interna de bienes a causa de la prolongada contracción económica, es obvio que el resultado tenía que ser el desabastecimiento, no solo de alimentos y medicinas, sino de los demás productos de consumo en general.

Es ésta, y no otra, la explicación de porqué estamos como estamos.

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