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¿Por qué hay una nueva oleada de balseros cubanos?

Tras 35 años sin verse las caras, Joel Moreno y su padre Luis Felipe pudieron darse un abrazo la semana pasada en un centro de acogida a balseros en Miami, Florida.

En su reencuentro, el recién llegado Joel, de 39 años, aún demacrado tras siete días de viaje por mar desde Cuba, le estampó un beso en la mejilla a Luis Felipe, de 60.

La conmovedora imagen, capturada por la agencia Associated Press, le ha puesto rostro al nuevo e inesperado repunte en el número de balseros cubanos llegados a Estados Unidos.

La cifra aumentó en un 75% entre 2013 y 2014, hasta 3.722 personas, según la guardia costera. Es el número de llegadas de balseros más alto desde 2008.

Esa cantidad está lejos de la llamada crisis de los balseros de 1994, cuando poco después de la caída de la Unión Soviética se calcula que salieron de la isla en botes o balsas caseras unos 37.000 cubanos.

Pero han servido para poner la atención de nuevo en un fenómeno que llevaba años viendo sus números caer, hasta tal punto que muchos en Miami y Estados Unidos llegaron a pensar que el drama de los balseros era cosa del pasado.

En Miami medios de comunicación como el diario El Nuevo Herald se preguntan si nos enfrentamos a un «nuevo éxodo».

A esta nueva preocupación ha contribuido también el goteo constante de noticias sobre rescates de náufragos y llegadas a las playas del sur de Florida.

Hace dos semanas, los guardacostas estadounidenses informaron del rescate de 33 balseros cubanos a unos 12 kilómetros de Boca Ratón, al norte de Miami.

Dos días antes, un barco de fabricación casera con 13 personas se hundió cerca de Miami. Once inmigrantes llegaron a la costa o fueron rescatados.

No se sabe cuántos mueren en el intento de alcanzar la costa estadounidense, distante a 144 kilómetros, pero un 25% podría ser una cifra razonable, según Holly Ackerman, bibliotecaria de la Universidad de Duke (EE.UU.).

«Nuevo éxodo»

¿Pero a qué se debe este nuevo aumento?

De acuerdo con los trabajadores que dan recepción y asesoría a los balseros recién llegados, muchos de ellos hablan de la mala situación económica en la isla.

Francisco Figueroa, de la organización Servicios Mundiales de la Iglesia dice que se he encontrado con casos de trabajadores que fueron despedidos y a los que les dijeron que montaran su propio negocio. «Ellos me dicen que eso es imposible por todas las regulaciones», dice Figueroa.

Jorge Armando Martínez llegó a Florida desde Cuba en tabla de surf.

«Nos dicen que cuando Raúl Castro asumió el poder (2008) esperaban cambios y que la cosa iba a mejorar y ahora no lo ven», añade.

En realidad las imágenes de balseros rescatados por la Guardia Costera estadounidense son solo una parte del todo. El número de cubanos que llegan por cualquier medio a EE.UU. ha aumentado también en los últimos años, sobre todo después de que Cuba retirara la necesidad de un permiso de salida en enero de 2013.

Nadie conoce la cifra exacta de recién llegados ya que no se sabe con exactitud cuántos entran con visado de turista y deciden quedarse en el país, pero según las estimaciones del Instituto para los Estudios Cubanos y Cubanoestadounidenses en 2013 llegaron a EE.UU. entre 75.000 y 80.000 cubanos.

Eso supondría la mayor llegada de cubanos a EE.UU. de la historia con la excepción del éxodo de 1980, cuando el líder cubano Fidel Castro autorizó a los exiliados en Miami que quisieran recoger a sus familiares a que atracasen sus embarcaciones en el puerto cubano del Mariel.

Internet

La mayoría de los que se juegan la vida son hombres jóvenes y pobres que llegan en botes de fabricación casera.

Otros recurren a métodos más originales como una tabla de surf. Así lo hizo en febrero Jorge Armando Martínez, de 28 años.

Martínez cree que internet explica que muchos cubanos estén lanzándose al mar o llegando por otros medios.

Dice que ahora en la isla hay mucho más acceso a la información sobre Cuba y el resto del mundo.

«Los cubanos se van dando cuenta de que los tienen engañados», le dijo Martínez a BBC Mundo.

Un estímulo que les mueve a jugarse la vida es el especial trato que la ley estadounidense ofrece a los inmigrantes cubanos: el derecho a un permiso de trabajo y, tras un año y un día, a la residencia permanente.

Todo ello si los cubanos son capaces de poner un pie en tierra.

Los interceptados serán devueltos de acuerdo con la norma «pies secos, pies mojados», política muy criticada desde La Habana por considerar que estimula las salidas ilegales.

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