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¿Por qué la derecha debe volver a gobernar?

Asimilados ya los resultados de la elección municipal, ambas coaliciones se enfrascan en mostrar sus mejores cartas de cara a las presidenciales de este año. Pero ¿qué tiene que hacer la derecha para re encantar a sus votantes? ¿Qué es aquello que se abandonó en el camino y hay que rescatar?

La derecha debe volver a gobernar porque es imprescindible evitar la continuidad de un gobierno de la Nueva Mayoría. Chile estaba encaminado en un proyecto único en estos tiempos, para lograr la modernización -y dejar atrás una sociedad tradicional, injusta e infértil- cuyas bases eran la economía de mercado, la democracia representativa, la apertura al mundo, la libertad para crear e innovar y emprender. Este proyecto le dio a Chile los años más estables y prósperos de su historia; sacó a millones de chilenos de la pobreza, ingresándolos a una nueva clase media con nuevas oportunidades de realización personal; dio acceso al bienestar a miles de chilenos antes marginados; introdujo sostenidamente avances sustantivos hacia una sociedad más meritocrática, lo cual provocó más movilidad social que nunca antes; bajo cualquier parámetro que se utilice las brechas entre ricos y pobres disminuyeron, como por ejemplo: el número de años de escolaridad, las expectativas de vida, el acceso a bienes de consumo, al ocio y el entretenimeinto, el acceso a la educación superior que de atender al 3% de la población hoy beneficia a más del 40%. Es más, incluso la desigualdad material ha disminuido, especialmente entre las generaciones más jóvenes gracias a sus mayores niveles de escolaridad. Pero queda un largo camino por recorrer: aún hay pobreza inadmisible y nuestra nueva clase media es muy vulnerable y dependiente del crecimiento para mantener sus posiciones. Crecimiento que, no sólo no ha sido una prioridad, si no que ha sido puesto en jaque por las reformas y por la creciente desconfianza que surge de las incertidumbres que las propuestas de cambio radical provocan.

El gobierno de Michelle Bachelet ha sido un intento por demoler este modelo de desarrollo para reconstruir todas las instituciones, partiendo por la Constitución, a partir de una idea única que es el igualitarismo. El problema de este gobierno no es de escasez de recursos; no es sólo de incapacidad técnica; es que está expresando e imponiendo gradual y sostenidamente las ideas de la izquierda sesentera. En esto ha tenido mucho éxito, especialmente en lo que se refiere a sentar las bases para tomar el control de el sistema educacional, excepto (por ahora, han dicho algunos) del sistema privado.

Para que exista un cambio cultural y la derecha reencante a sus votantes, debe ser valiente en su discurso. No debe ceder a la tentación permanente de competir con las mismas banderas de la izquierda. Para eso tiene que recuperar profundamente la conciencia de su propia legitimidad moral. La derecha tiene un pasado histórico respetable; fue una fuerza benéfica en la construcción de la República; pionera en la defensa de los derechos individuales (libertad de enseñanza, de asociación, de expresión, etc.). El partido conservador estuvo en la vanguardia en la toma de  conciencia del problema de la pobreza (La Cuestión Social). Las derechas en todas partes del mundo son las defensoras de las libertades individuales sin las cuales la civilización perece. La experiencia en la dictadura, a mi juicio, es una anomalía que jamás hubiese ocurrido de no mediar el intento por imponer una revolución castrista en la Unidad Popular y la legitimación de la violencia y la vía armada como método de solución de los conflictos. La derecha, al menos una parte, jugó un papel importante en la transición a la democracia, la cual habría sido mucho más difícil y tortuosa sin su concurso. Su relato debe estar basado en su propio modelo y sin complejos.

El modelo que identifica a la derecha

La derecha debe estar basada en una organización económica basada en mercados libres y competitivos que no permite malas prácticas ni distorsiones en su funcionamiento como colusiones o uso de información privilegiada; que no defiende empresas, si no mercados. Una organización política basada en la democracia representativa, con división de poderes y derechos individuales garantizados constitucionalmente. Un sistema social de libertad, pero también de creación de oportunidades. Un ideario de lo justo que implica que cada persona pueda desarrollar todos sus talentos en todas las esferas. Un sistema de recompensas basado en el mérito que permite la movilidad social.

La derecha tiene una concepción de la sociedad que requiere de hombres libres y responsables moralmente de sus actos. Confía en la capacidad de las personas para actuar libremente y tomar sus propias decisiones. Defiende los espacios de privacidad y autonomía personal en los cuales ningún gobierno puede interferir por mayoritario que sea. Pero junto con defender la autonomía individual, sabe que somos parte de una colectividad con la cual debemos cooperar porque ello está grabado en el ADN de las personas tan fuertemente como la competencia; y las sociedades que más han prosperado son las que han logrado instancias de cooperación fructífera. Los mercados mismos son una instancia de intercambio colaborativo. Cree profundamente en la igualdad ante la ley, en la igual dignidad de todos al margen de su condición económica, social o racial. Pero sobre todo, porque cree en la importancia de la libertad, cree también que cada persona debe tener la oportunidad de desarrollar la totalidad de sus talentos porque ello es ético, porque ello es conveniente y porque promueve el progreso y el desarrollo. Por eso, si las oportunidades no se dan espontáneamente cree que debe ser el Estado el que intervenga para proveerlas, pero sin entrar en proyectos de ingeniera social que atentan contra la libertad. ¿Cómo entonces? A través de lo que el Presidente Sebastián Piñera llamó la “Revolución Copernicana” en la educación. En suma, es una ideario que quiere mejorar el mundo, pero no en forma utópica, ni fabricando “hombres nuevos” a través de la opresión, sino creando y preservando las instituciones que históricamente y sólo en los últimos 200 años han permitido, por primera vez en la historia, aumentar la riqueza y crecer.

Mea culpa

¿Qué mea culpa podemos hacer? La derecha abandonó la preocupación y el respeto por las humanidades que son las disciplinas que permiten el desarrollo del pensamiento crítico y ayudan a entender la complejidad del mundo actual. Un gran ejecutivo de una empresa aeronáutica dijo una vez: “si quiero resolver problemas complejos contrato a un filósofo; no sabe nada de aeronáutica pero sí sabe de la complejidad”. A diferencia de lo que sucede en otros países, especialmente Inglaterra y Estados Unidos, nuestros economistas y hombres de negocios no tienen una formación en las humanidades. Debido a ello, creo que simplificaron algunos aspectos del modelo que defienden y creyeron que de verdad sólo existe el homo economicus; que sólo lo mueve el instinto por competir y la búsqueda del self interest, ignorando que el interés propio tiene muchas dimensiones que van más allá de la satisfacción material. El resultado es que ha menospreciado la importancia de las ideas, de la importancia de la legitimidad moral de los sistemas para que perduren y por sobre todo, la derecha ha permitido el cuasi monopolio de la izquierda en la interpretación de nuestra historia sin entender que “el que escribe la historia es dueño del futuro”. En el campo de los negocios creo que la formación ha tendido a la maximización de las utilidades en el corto plazo, sin debida consideración a las implicancias éticas comprometidas en la actividad.

A su vez, uno de los errores de la derecha es haber creído que el fin de la historia era verdad y que había clavado la rueda de la fortuna. Que las ideologías habían muerto. Que ahora sólo era necesario aplicar soluciones técnicas eficientes. Pensemos nada más que el jefe del partido laborista en Inglaterra es marxista como lo es Bernie Sanders, quien casi ganó la nominación demócrata.

El rol de los grupos de interés organizados

En todas partes del mundo los grupos de interés organizados representan una amenaza para el bien común. Estos intereses existen; son legítimos; son incluso positivos. Pero los gobiernos deben saber producir una síntesis entre estos intereses divergentes de modo que no gane el más poderoso, el que más grite, el que más presione o intimide y debe legislar en bien de todos. Ceder ante los movimientos estudiantiles y privilegiar la gratuidad universal para la educación superior es, a mi juicio, una inmoralidad que deja en la indefensión a esos niños hoy privados de una educación pre escolar o básica decente mientras se financian los estudios de los hijos de los más ricos.

No hay que olvidar que el Partido Comunista es maestro en utilizar los movimientos sociales y muchos de ellos, como “No + AFP”, son liderados por admiradores de Lenin y Marx.

La derecha y sus valores

Para volver a darle legitimidad a los valores propios de la derecha, primero es imprescindible conocerlos. Luego es necesario defenderlos con convicción y coraje sin creer que calculando para ganar en las encuestas es el mejor camino.

Por último, no hay que olvidar que se está en política para defender una cosmovisión acerca de cómo crear un mundo mejor. Esto no puede sacrificarse con tal de ganar y tampoco puede justificarse el uso de cualquier medio para lograr el poder. Se debe aprender a sacrificar los intereses personales en aras del bien del conjunto.

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