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Publicidad de lujo en tiempos de hecatombe: la otra Venezuela

La publicidad retrata a la sociedad. Como la retrata el comportamiento de nuestros políticos. Ni la publicidad es un fenómeno extraterrestre, ni los políticos vienen de Marte. Son reflejo de lo que somos como personas y colectivo. Son un reflejo parcial, pero a veces certero. Es como verse en un espejo. A veces nos gusta lo que vemos, a veces no.

Que un político venezolano sea fanático del béisbol, no nos sorprende. Que haga lo “imposible” por ver una final de las Grandes Ligas en un estadio del imperio, tampoco. Que haya gente que se indigne por ello, es lógico, especialmente en un país que vomita a sus ciudadanos, que huyen de la violencia, el hambre y la enfermedad.

Con la publicidad en Venezuela pasa lo mismo, pues como en el caso del político mencionado, nos da claves para entender quiénes somos y porqué estamos como estamos. Vale la pena aclarar que creo en la libre empresa, que entiendo perfectamente la importancia de los anunciantes para la supervivencia de medios de comunicación, periodistas y locutores. Así que no cuestiono la legitimidad de ciertos anuncios publicitarios que se escuchan en las radios venezolanas, especialmente las que apuntan a una clase alta o media alta. Lo que quiero es analizar su significado, qué dicen estos anuncios de ese país devastado que es Venezuela.

Les propongo llevar estos anuncios al extremo de lo absurdo, porque cuando uno los escucha, justo después de la lectura de los titulares informativos del caos cotidiano venezolano, no se puede dejar de pensar en el humor negro o en el esperpento según el autor español Ramón María del Valle-Inclán. Y además, hay que considerar quiénes son parte del llamado target de estos anuncios de la opulencia en medio de la miseria. Cualquier parecido con la realidad, no es coincidencia.

Estudiar en el exterior

Normalmente estos anuncios son relatados por la voz de una locutora que pronuncia bien nuestro español y que suena a clase media alta de la de antes, no a nueva rica de la de ahora, bolivarianos reconvertidos en magnates “capitalistas”. Promocionan oportunidades de estudios en el extranjero. Nos podríamos imaginar esta cuña dicha con la honestidad de quien vende futuro a quien lo puede comprar. Podría sonar así en la voz de un pran:

“Es contigo mi pana, sí contigo también mi señora. ¿Vas a dejar a tu chamo o chama en esta mierda para que te lo mate un malandro o un guardia nacional, que son en el fondo la misma vaina? Aquí está el chance para que se vaya legal a Gringolandia, a Australia, a Alemania, a Canadá (verga, qué frío), a Holanda ¿Qué vas a hacer con esos dólares que tienes afuera? Inviértelos en tu chamo o chama. Nosotros les arreglamos todo: visa, inscripción, residencia, toda vaina. No lo pienses mucho, quién sabe si mañana a estos locos se les ocurre cerrar las fronteras. Llámanos, es ahora o nunca”.

La franquicia en Miami

Estos anuncios los leen hombres con voces graves, serios, porque se trata de negocios, y los negocios no se encargan a cualquiera. Además, lo mínimo para entrar es 500 mil dólares (nada de petros ni de bolívares soberanos). Hay franquicias para todos los gustos: churros, salón de uñas, areperas (ahora está de lo más in), Western Unions (franquicias de casas de cambio las llama Jorge Rodríguez). La cuña sonaría así leída por una adolescente caraqueña que está ladillada:

“Papá…papá…(se impacienta) ¿Papá? ¿No me escuchas? Ay, qué fastidio…Allí te voy a pasar por el Whatsapp un mensaje que me mandó MaFe de unas franquicias en Miami. ¿Me escuchaste? Hay una reunión en el Hotel Pestaña el jueves con unos carajos que se llaman Vatoski & Associates o algo así. Con medio millón nos consiguen la greencard. Dale pá, no te achantes, que ya me rechazaron la visa gringa dos veces y tengo ganas de ir pa’ Miami…”

El crucero por el Báltico

Sí, en Venezuela se promocionan cruceros por los lugares más exóticos del mundo. En el país en el que muchas líneas aéreas internacionales se han ido, y en el que pagar un boleto aéreo cuesta un ojo de la cara. Los cruceros los promocionan locutores conocidos con voz despreocupada, como si no estuviera pasando nada, que nos vamos de vacaciones y volvemos, porque total la vida sigue igual. Me imagino que este anuncio lo podría decir un exmilitar chavista que tienen un gimnasio full equipado en su casa de la Lagunita (la compró con su pensión de teniente coronel del Ejército bolivariano, forjador de libertades):

“No me vengan con cuentos, que aquí en Venezuela tenemos las mejores playas del mundo, en Morrocoy, en Oriente, en Margarita…pero me tienta ver otras costas ¿qué tal un crucero por el Báltico para ir a San Petersburgo en la gloriosa Rusia. Salimos de Maiquetía en primera clase rumbo a Madrid y de allí a Estocolmo. No joda, quién lo iba a decir…un llanero por esos mares del norte, ni Miranda, vaina tan buena…” (risa estruendosa que se va difuminando, mientras se escucha la bandola en un seis por derecho).

Campamento vacacional financiero

No se trata de “corredores de bolsa” como en las carreras en los viejos campamentos, en los que los niños corrían metidos en un saco, sino de verdaderos y promisorios corredores de bolsa, tipo bolichicos o futuros analistas financieros graduados en Harvard, los que comprarán los bonos del porvenir, negociarán títulos y valores. Se trata de un campamento de ingeniería financiera en el que los niños desde los 6 años aprenderán todas las mañas del capitalismo de casino. Un mes de puro traiding electrónico. El anuncio lo lee Miguelito de 8 añitos, tan cuchi él:

“Uffff, súper fino este campamento. Más fino que jugar Assasin’s Creed. Aprendes cómo hacer burda de real para tener lo que te dé la gana. ¿Te vas a ir otra vez a montar caballo y que te piquen los mosquitos? Qué chimbo. En el campamento financiero estamos todo el día pegados de la pantalla, igual que cuando no estamos de vacaciones, con aire acondicionado, sin mosquitos, conexión wifi rapidísima (parece que ni estuviéramos en Venezuela). Nos llevan en una van blindada. Aprendemos de todo un poco: acciones, bonos, mercados de futuros. ¿No entiendes un carajo de lo que te digo? Vente pues al campamento financiero” (Voz grave de locutor que dice rapidito: “No hay garantía de ganancias ni de que su niño o niña regrese a la casa. Publicidad aprobada por la Comisión Nacional de Valores).

Casa en Boca Ratón

No diga “Boca de Ratón”, ni “Boca e’Ratón”. Es “Boca Ratón”. El anuncio promociona un nuevo complejo de casas de lujo allí, al norte de Miami, alejado del chimbero que se va para el Doral y del gentío que hay en Aventura. Ahora se pueden decir los precios en dólares abiertamente por la radio. Ya Maduro & Cia. se dieron cuenta que el mercado manda, y que el dólar (perdón, el petro) reina en el mundo. La cuña la podría leer un cantante venezolano famoso de esos que siempre cantan lo mismo, pero igual se hacen famosos:

“Imagínate tirado en la hamaca sin hacer nada (provoca decir “sin hacer un coño” pero estamos en horario familiar), con el mar a pata de mingo de tu casa, sin miedo a que te secuestren, campaneado un single malt, al lado de tu jevita recién operadita…(cantando con esa pasión tan suya)…Me lo imagino, me lo imagino…Boca Ratón Luxury Town & Marina. Arranca en cinco millones de dólares. ¿Qué es eso para ti? Dale, para que pasemos diciembre cantando gaitas en Florida. Llama ya al 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 (ahora menos cinco números, por la reconversión) o visitamos en tuluxury.com”.

@narrativaoral

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