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Que con la Iglesia se topen

Suele citarse, muchas veces con mala intención, una frase que se atribuye a Cervantes: “Con la iglesia hemos topado” (la frase verdadera es “con la iglesia hemos dado”), para criticar el poder de la iglesia. Hoy en día es casi estúpido ser anticlerical, porque ese poder que tuvo la iglesia en tiempos pasados prácticamente ha desaparecido. La iglesia actual es otra cosa, más dedicada a tratar de hacer el bien que a ser poderosa en lo terrenal. Antes, el poder material en buena parte se apoyaba en el de la iglesia, una excomunión podía ser algo gravísimo y hasta mortal para quien la padeciera. Hoy en día, la iglesia parecería haber reducido su influencia a círculos muy estrechos, especialmente a las mujeres, y no a todas las mujeres, sino a las más encumbradas y las más humildes, en tanto que entre los hombres es casi un descrédito ser clerical, lo cual es tan injusto como lo que imperaba en los tiempos de la Inquisición.

Hablar contra la iglesia, atentar contra la iglesia, es una cobardía y una demostración de oportunismo barato. De modo que la frase “con la iglesia hemos topado” ya no tiene la más mínima vigencia. Pero ojalá que en Venezuela vuelva a tenerla muy pronto, y que lo que digan desde los púlpitos los curas en sus cultos dominicales recupere con creces la fuerza que algún día tuvo. El espectáculo de unos muchachos, unos seminaristas merideños, golpeados y desnudados por una gavilla de mototaxistas chavistas asalariados, esbirros de la gobernación del estado, es uno de los más aberrantes y terribles que ha corrido por las redes sociales en los últimos años. Es una cobardía que no tiene la más mínima excusa. Es atentar contra mucho de lo poco noble que queda en el país. Y es hora de que el Cardenal Urosa, el obispo Porras y todos los obispos de Venezuela, incluyendo a alguno que ha manifestado debilidades chavistas, ordenen a todos los curas que alcen su voz en protesta contra la cobardía nazi de los chavistas, que no solamente están patrocinando un genocidio por hambre y por mengua, sino que han demostrado ser infrahumanos y no merecer otra cosa que el desprecio de todo el pueblo venezolano.

Esos mototaxistas no son humanos, sino alimañas de las peores. Ni siquiera son animales, porque los animales no dañan sino cuando en el hacerlo les va la vida. En todas las iglesias, hasta en las más apartadas capillas de los caseríos más apartados, debe alzarse la voz de la iglesia para condenar a los chavistas, a Nicolás Maduro, a Aristóbulo Istúriz, a Diosdado Cabello, a los “generales” Padrino y Reverol, a todos los chavistas, que no se conforman con seguir condenando al hambre y la miseria a la inmensa mayoría de los venezolanos, sino que propician actos de cobardía y abuso como el que se cometió contra los jóvenes seminaristas de Mérida. Que con la iglesia se topen, y con todo el pueblo venezolano, que por fin se ha dado cuenta de que el chavismo y el socialismo son lo peor que puede padecer un país.

Eduardo Casanova

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