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¿Qué necesita Venezuela?

Sin duda que Venezuela es un país bendecido con toda clase de recursos naturales, lo cual lo constituye en una tierra que debería ser capaz de proveer para sus habitantes una vida digna, cubriendo las necesidades básicas de la existencia humana. Además, un país que ha generado tanta riqueza que debería haber sido capaz de educar, formar e instruir a sus ciudadanos en todas las áreas del quehacer de una nación, para hacerla cada vez más segura, más próspera y con más oportunidades. En fin, un país que ofreciera un presente capaz de delinear un futuro cada vez más promisorio para su gente.

Sin embargo, todos los recursos naturales y aún el recurso humano, el maravilloso recurso humano que representan los venezolanos en nuestro país y en diferentes partes del mundo, no ha sido suficiente. Pero, no porque no sea suficiente per se, sino por una falta que va más allá de la riqueza natural e intelectual de nuestra nación. Entonces, ¿cuál ha sido esa falta que nos ha llevado inexorablemente a ser una sociedad con múltiples carencias?  La respuesta se halla en la misma esencia de la pregunta que un día hiciera el gran novelista ruso Fedor Dostoievski: ¿Puede el ser humano ser bueno sin Dios?

Creer en el hombre, en la ciencia, en la sociología, en la psicología y en todos los logos existentes puede ser maravilloso en muchos aspectos, puede aportarnos conocimiento, comprensión y estrategia, lo cual, ciertamente es muy bueno; pero, el hombre a través de sus logos continua, como debe ser, en un proceso de expansión, de profundización que no ha sido capaz, hasta el momento, de aportar la virtud necesaria para gobernarse a sí mismo; pues, es dentro del ser humano donde se gesta todo el mal que impera en la Tierra. Tal y como lo dijo Jesús: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre.”

Si cada persona decide hacer lo que le parece correcto, o más allá, lo que le conviene. ¿Cómo puede, entonces, una sociedad actuar con estándares que hagan que cada individuo se comporte, por lo menos dentro de un grupo de normas que garanticen la convivencia? No se puede crear una sociedad virtuosa con individuos que viven solo para satisfacer las necesidades egoístas de su naturaleza. Es la búsqueda individual de lo divino, de lo sublime; la búsqueda de Dios, lo que le permite al hombre liberarse de sí mismo para formar una consciencia sobre la importancia de la virtud individual. Es la suma de muchas conciencias virtuosas individuales la que puede formar una consciencia colectiva que piense y actúe, privada y públicamente de tal manera que beneficie a toda una nación.

Muchas personas tienen una búsqueda espiritual; sin embargo, su única motivación es conseguir beneficios propios de manera sobrenatural. Este es el fundamento de la mayoría de las sectas y practicas espirituales fuera de Dios. La visión del cristianismo, es la visión de la redención del hombre no solo del mal, sino de sí mismo. El profeta Jeremías decía: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo comprenderá? El encuentro del ser humano con su creador le permite transformar ese corazón mediante la experiencia salvadora del amor.

El gran apóstol Pablo en su epístola a los Romanos da una profunda y larga disertación sobre la naturaleza del ser humano propensa a practicar el mal: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”. Rom. 7:19. Y luego, nos da la respuesta a su gran lucha: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” Rom. 8:2. De tal manera que la moralidad meramente, por sí sola, no es suficiente; ya que muchos desarrollan sus propios estándares de cómo deben o no ser juzgadas las actitudes y hechos de los demás. La moralidad debe estar fundamentada en la Virtud, en el Bien, escritos con mayúscula como sustitutos de Dios. 

Para ser virtuosos individualmente, entonces convertirnos en una nación virtuosa, no es suficiente aceptar intelectualmente ciertos estándares de comportamiento, es necesario convertirnos a la Virtud. Es necesario entregar el corazón a quien es la Luz, así nuestras tinieblas pueden ser iluminadas por la luz: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”. Juan 1:5. “Él revela lo profundo y lo escondido, sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En él habita la luz!” Daniel 2:22. Hemos dejado de ser una nación creyente en Dios, convertida a Dios. Somos una nación convertida a ídolos que favorecen a unos en detrimento de otros.

La grandeza de convertirnos a la Virtud es que nuestra voluntad terca, egoísta y obstinada cambia de dirección. Nos guía hacia el propósito para el cual fuimos creados, no solo un propósito al final del camino, sino un propósito que se puede cumplir a lo largo de todo el viaje de nuestra vida. El bien no es individual, el bien trasciende hacia lo colectivo. De la misma manera que la luz de la aurora rompe las tinieblas de la noche; así la luz de Dios en cada ser humano que se acerca a El, se convierte en una antorcha que alumbra a otros. La virtud individual siempre trae consecuencias colectivas. 

¡Venezuela necesita convertirse a Dios!

“Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida! Juan 8:12.

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2 comentarios

  1. Dios!!! Profundidad de profundidades!!! Hoy me rindo más a Tí, rogándote quites de mi corazón todo lo que no compagine con el tuyo; pues, lo que más anhelo es, estar llena de tus pensamientos para alcanzar tus caminos.
    No deseo sino tu Virtud, tu Verdad, Tu LUZ!!!

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