Régimen y partidos de oposición bailando sobre suelo enjabonado
Luego de haber concluido el reciente proceso electoral y de haberse conocido sus resultados, sólo se puede afirmar que, tanto » el régimen» como «las oposiciones» (los alacranes, los «G» 4, 3 o 2 contaminados o tóxicos y, finalmente el grupo de «los inocentes del pueblo», la apreciación general describe que, lejos de haber sido un acto de conclusiones positivas para el país, fue todo lo contrario: un evento comicial en el que los candidatos y sus partidos se identificaron como lo que son. Y eso se traduce en que: se les cayó la careta, además de que todos fueron perdedores.
El régimen, al permitir que la Comisión de la Comunidad Europea evaluara la legalidad e imparcialidad del evento, únicamente logró ser descalificado aún más.
A partir del contenido de un Informe altamente negativo, en el que se describe al proceso como ilegal, ventajista, abusivo y cargado de atropellos físicos, adicionalmente, refleja dudas sobre las cifras y los resultados de los electores participantes. De igual manera, describe dudosos registros electorales, puntos rojos o de control, entre otros tantos señalamientos, para terminar evidenciando y demostrando la abundancia de conclusiones desfavorables.
Quedó demostrado que el «régimen» cuenta con una pequeña minoría de simpatizantes, al comparárseles con los del pueblo opositor. De igual manera, la enorme inasistencia de votantes ratificó el mayoritario rechazo a todos los competidores. Fue mayor a un 80% de la población, todo lo cual se sumó a los calificativos negativos de la mayoría de los países democráticos del mundo Occidental al proceso iniciado en la Corte Penal Internacional.
Eso lo añade el también descalificativo Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, a lo expuesto por la Organización de Estados Americanos (OEA), y sumarse a los Juicios y recompensas ofrecidas en Norte América a la detención y declaraciones de los hoy encarcelados Alejandro «El Tuerto» Andrade, Alex Saab, » El Pollo» Hugo Carvajal y otros. Suficiente, sin duda alguna, para colocar al «régimen» en una situación muy compleja, internamente controvertido, en su peor momento durante sus 22 años durante el ejercicio del poder y en situación en extremo delicada, complicada y difícilmente sostenible.
Las llamadas «oposiciones», por su parte, tampoco salieron bien paradas, además de que ni sacaron ningún provecho del reciente proceso electoral. Lo peor: demostraron tener un enorme rechazo opositor. Y eso lo pusieron de manifiesto al ser desoída la opinión mayoritaria del pueblo, cuando les planteó no concurrir a un proceso ilegítimo, además de hacerlo tercamente desunidas. Esto último, de hecho, se materializó entre una guerra de descalificaciones, y en el seno de un proceso en el que sólo abundaron ambiciones personales de ventajas y poder.
Tales «oposiciones», de igual manera, aun habiendo obtenido la mayoría del disminuido número de votantes, por ir desunidos, resultaron ser vergonzosamente derrotadas y convertidas en grandes perdedores ante el «régimen». Y ahora, después de la derrota y pobre demostración, pretenden incurrir en otro error: llamar a un Referéndum Revocatorio. ¿Bajo qué condiciones?: las adversas de siempre, y que no son otras que con base en la rectoría legal del mismo Consejo Nacional Electoral, y el soporte funcional para estas «actividades», como es el bufete Tribunal Supremo de Justicia.
Desde luego, y como si dicho proceso y actores no resultaran suficientes, también tienen espacio reinante en estos señalamientos adversos y ventajosos para el «régimen», lo que en su momento han sido dados a conocer por la Orhanización de las Naciones Unidas, la OEA, la Comisión Europea y tantos países.
Sin duda alguna, oportuna y útil ante hechos de esta naturaleza lo que, en su momento, expuso el genio Albert Einstein, cuando afirmó: «Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes».
Además de que es absurdo pensar en que un Régimen Dictatorial, despreciado en su propio espacio de mando, y acosado internacionalmente permitiría -o convocaría- la realización de un «Revocatorio» para ser perdedor. Adicionalmente, en el supuesto negado de lograrlo y de que la población dejara al Presidente sin mando, además de reconocerlo como tal, el nuevo Jefe de Estado que asumiría, sería el Vice-Presidente. Todo un proceso para ir de mal en peor, porque al complaciente TSJ le correspondería diferir la elección constitucional, a su mejor y saber entender hasta el 2024.
Nuevamente, los supuestos a partir de la situación que se vive en el país, plantean la importancia de poner en marcha un proceso «Constituyente», que permite: renovar, reestructurar y nombrar a todo el tren ejecutivo de un gobierno transitorio para refundar, pacificar el país. Y, adicionalmente, convocar a un proceso general electoral donde puedan concurrir todos los partidos políticos, ya con un Consejo Nacional Electoral y un Tribunal Supremo de Justicia legítimos e imparciales.
La vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela permite -y así lo establece en su articulado- que esto se puede lograr sin la intervención del Consejo Nacional Electoral, ni del Tribunal Supremo de Justicia. Además de que declararía todo el proceso como un derecho constitucional y del pueblo soberano. Se trata de una solución que, con toda seguridad, contaría con la concurrencia de todo el pueblo venezolano, además de la colaboración de todos los países amigos y democráticos a nivel internacional.