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Reto para Políticosy Gobernantes: Indicadores de Crecimiento, Desarrollo y Felicidad

La discusión acerca del significado y alcance del Producto Interno Bruto (PIB) como medida económica no es nueva. Tal vez se han conjugado tanto factores pragmáticos de medición como factores asociados a su significación en términos económicos para utilizarlos adecuadamente. Desafortunadamente, la escogencia de indicadores para medir bienestar, desarrollo o felicidad también tienen importantes limitaciones, pese a los avances que han surgido; pero el mayor riesgo está cuando estos indicadores retan el desempeño de los políticos y entonces se produce la tentación de estos para comenzar a manipularlos a su favor y sacar con ello ganancias políticas, muchas de ellas tal vez tan solo circunstanciales o transitorias como las evidenciadas en el caso venezolano a través de los años y los distintos gobiernos que el país se ha dado. Evidencias existen de estas manipulaciones y adquieren distintas formas, desde el ocultamiento y retraso en la difusión de la información clave hasta proponer nuevos indicadores para confundir a los ciudadanos, pero que “al final del día” terminan revirtiendo sus supuestos beneficios para los propios políticos. 

El PIB como Medición del Crecimiento Económico

Usualmente, políticos y analistas refieren al Producto Interno Bruto (PIB) como medida relevante y de éxito de las gestiones económicas. No obstante, no son pocos los que creen que al PIB se le ha dado una importanciaexcesiva, especialmente cuando “pretenden exigirle lo que no puede dar”. Ciertamente no puede ofrecer información tan valiosa como el bienestar de sus ciudadanos, el reflejo delas realidades de los países, los impactos sociales o medioambientales.

Incluso, en el entorno del PIB y su medición, se discuten aspectos que están cargados de valores acerca de lo que debe entenderse como “economía” y la forma de medirla, entre ellas las actividades informales y de subsistencia (incluida las actividades agrícolas), tan presentes en los países en desarrollo. El solo hecho de tratar de medir las labores domésticas y de cuidado no remuneradas, el trabajo voluntario o las redes de apoyo vecinales, familiares o religiosas que no tienen valor de mercado, ha generado una amplia discusión y todo un reto metodológico y estadístico para determinar su aporte al PIB.

A pesar de que muy comúnmente el PIB se asocia a bienestar o desarrollo, este no refleja sino tan solo crecimiento económico. El bienestar o desarrollo lleva aparejado, entre otros, aspectos relativos a la distribución del producto/renta, la productividad, la calidad de los bienes y servicios, la satisfacción, la seguridad, las instituciones, la igualdad, la educación, la salud, el medio ambiente y la inclusión social. Menos aún, el PIB no está llamado a reflejar elementos asociados a la felicidad de la población.

Venezuela en la Búsqueda de un Indicador más Representativo

Hacia mediados del año 2008, Hugo Chávezplanteó de un nuevo indicador que supuestamente evaluaría mejor su gestión. En efecto, indicó que Venezuela poseía el índice de felicidad más alto de América del Sur y el segundo de América Latina (detrás de Costa Rica). Estos resultados, según Chávez, eran producto de los avances en la salud, la riqueza y la educación, ejes centrales del esfuerzo de su gobierno.

Premonitorio o no, bien informado o no, Hugo Chávez se anticipó a plantear este indicador para reflejar mejores resultados a los que comenzaba a mostrar la evolución del PIB. En efecto, a partir del tercer trimestre 2008, el producto comenzó, primero, a desacelerarse (III’2008-I’2009) y luego, a contraerse (II’2009-IV’2010). Obviamente, en este escenario bien valía la pena echar mano de un indicador que le resultara favorable, como el mencionado índice de felicidad, que sin evaluarse su validez científica (pues estaba basado en encuestas realizadas), mostraba una mejor cara de su gestión.

Posteriormente se comenzaron a elaborar indicadores e informes más refinados, especialmente uno publicado por las Naciones Unidas sobre el desarrollo humano en el mundo. El último de estos informes publicó el Indice de Desarrollo Humano a finales de 2019, indicador que algunos lo consideran el reemplazo del PIB como medición del bienestar económico y social de las naciones. Másallá de las diferencias que pudiéramos tener acerca de este indicador como sustituto del PIB (aspecto que es particularmente pertinente) hace recordar las críticas realizadas por el ExPresidente Hugo Chávezdurante su gobierno, cuando en sustitución de este último indicador propuso la necesidad de utilizar una medida más realista e integral para reflejar lo que pensaba la Revolución Bolivariana acerca de la evolución que tendría la economía y sociedad venezolana hasta convertirse en una gran potencia y referente mundial.

Es así como en aquel entonces aludió al índice de Felicidad Interna Bruta o Felicidad Nacional Bruta (FIB), concepto que fue ideado en el pequeño reinado de  Butánen Asia del Sur hacia 1972. A través del mismo se trataba de medir el bienestar, progreso y felicidad de sus pobladores.

Chávez planteó la sustitución del PIB como medida de bienestar pues entendía que ese concepto tan solo medía lo que era “monetizable” (cuantificable); es decir, soslayaba aspectos tan importantes como “el tiempo que un pueblo le dedicaba a la cultura o a la solidaridad internacional” (según sus propias palabras).

La propuesta de Chávez, sin ser original, buscaba dar cabida a los avances que entendía se estaban dando en materia social y participación ciudadana en Venezuela. Entendía que esto permitiría ubicar al país en niveles de mucho mayor bienestar, tanto como reflejo al interior de su economía, como cuando se le comparase con otras naciones.

Más allá de las dificultades en la medición del FIB, este indicador plantea una discusión acerca de la subjetividad con la cual se tratarían las variables que lo compondrían, especialmente asociadas a su instrumentación en una sociedad de ética budista con visión monolítica y unidireccional acerca de qué debe entenderse por “felicidad”, como era el caso del reino deBután. En efecto, el FIB incluía aspectos tales como: el bienestar psicológico, la buena gobernanza, la diversidad y resiliencia ecológica y cultural, o la salud y la vitalidad de la comunidad.

Visión del Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz

Cabe preguntarse qué diría nuestro Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, también propenso a sustituir el PIB por un indicador más apropiado, si tuviese que diseñar e instrumentar una nueva medición del bienestar para la economía venezolana, pues con sus aportes seguramente las mediciones para Venezuela validarían que serían mucho peores que las que arroja la propia medición del PIB.

Stiglitzseñaló que “la pandemia del coronavirus puso de manifiesto que la economía mundial funciona sin red de seguridad y abogó por sustituir el PIB por un mejor indicador de la salud económica de un país”. Señalaba que “El PIB no es una buena medida. El PIB no tiene en cuenta las desigualdades. Habría que incluir el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En el caso venezolano, la red de seguridad (la rueda de repuesto) no se construyó de manera sólida y permanente, sino como reflejo del clientelismo y propaganda política, puesto que no visualizó en el trabajo y el salario la fuente para la riqueza individual y colectiva. Tampoco vio en ciertos avances en materia de salud y vivienda algo estable y duradero para conformar mayores y mejores grados de bienestar y felicidad para la población sino más bien resultaron en mayor dependencia de las dadivas que le daba el Estado. Esta red de seguridad no se conformó porque no se crearon fortalezas para enfrentar las dificultades, tanto así que incluso se dilapidó el Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM) que tanto trabajo costo conformar y que actuaría de manera contracíclica en momentos de dificultad para mantener el gasto público. Sin esta red de seguridad, podrán conformarse los indicadores más valiosos y útiles del mundo, pero estos no lograrán reflejar valores satisfactorios en el mediano y largo plazo, ni atender los retos que se presenten.

Aplicación para Venezuela de losÍndices de Desarrollo Humano y Felicidad

A lo largo de los últimos años se han ido creando diversos indicadores para reflejar mejor el bienestar y desarrollo de los países y sus ciudadanos. Este es el caso de Indice de Desarrollo Humano, Indice de Felicidad Nacional (Interna) Bruta, el Indice de Bienestar Canadiense, el Indicador de Felicidad de la ONU, el Presupuesto del Bienestar(de países nórdicos) y el Indicador de Progreso Genuino,entre otros.Más allá de las diferencias entre estos indicadores, tienen también algo en común, al colocar al bienestar social, económico y medioambiental en primer plano, planteando la disyuntiva siguiente en términos de la siguiente pregunta: de qué sirve el crecimiento económico sin bienestar?

El Indice de Desarrollo Humano (IDH) y elIndicede Felicidad (IF) pueden ser considerados como los dos indicadores más sólidos que intentan ir más lejos que el PIB en la comprensión y explicación de los aspectos económicos de los países, pero nunca sustituirlos. Analicémoslos para el caso de Venezuela.

  1. Indices de Desarrollo Humano 2018(http://hdr.undp.org/sites/all/themes/hdr_theme/country-notes/es/VEN.pdf)

Es un indicador preparado por las Naciones Unidas que toma en cuenta la esperanza de vida al nacer, escolaridad e ingreso per cápita, principalmente.

De manera particular, los resultados del trabajo realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) respecto al IDH 2018 (último año publicado) indican que Venezuela se ubicó en el puesto #96 (conjuntamente con Jamaica) entre un total de 189 países con un índice de 0,726. Es decir, el país se ubicó ligeramente por debajo de la mitad de las naciones objeto del estudio. Este nivel es particularmente falto de representatividad en el concierto de naciones a nivel mundial en razón de que el país es superado por naciones mucho más pequeñas y significativas en términos económicos (Venezuela poseyó un producto o ingreso nacional bruto (PNB) de US$ 9.070, lo que en teoría debería ofrecerle a sus ciudadanos mejores oportunidades para su bienestar y desarrollo humano. 

De acuerdo al IDH, el país latinoamericano mejor ubicado fue Chile, tras ocupar el puesto #42 con un indicador de 0,847, significativamente mejor ubicado que Venezuela. Chile supera a Venezuela en todos los indicadores considerados, destacando el hecho de que su PNB per capital fue 1 ½ superior al de Venezuela (US$ 9.070 versus US$ 21.972).

A título ilustrativo, se presentan a continuación los lugares ocupados y sus respectivos índices para varios países:#1 Noruega (0,954); #15 EEUU (0,920) y #85 China (0,758).  

  1. Indice Global de Felicidad (IGF) 2017-2019 (https://happinessreport.s3.amazonaws.com/2020/WHR20.pdf):

Este es otro índice elaborado por las Naciones Unidas. Mide cuan felices se perciben sus ciudadanos y se evalúa: ingreso per cápita, esperanza de vida saludable, generosidad, soporte social, libertad para la toma de decisiones individuales y percepción de corrupción.

De un total de 156paísesestudiados en el informe, Venezuela se ubicaba en el puesto #99, con un índice de 5,0 53, superando tan solo a Haití #142 (3,721) en Latinoamérica. Mientras que el país mejor ubicado de la región fue Costa Rica al ocupar el lugar #15 con un índice de 7,121, y Chile (el país mejor posicionado en el IDH) se ubicaba en el puesto #39 con un índice de 6,228.

Por su parte, algunos datos interesantes son los siguientes: Finlandia se ubicó #1 (7,809); EEUU #18 (6,940); Rusia #73 (5,546); China #94 (5,124) e Irán #118 (4,672).

Puede decirse de manera general que regímenes políticos con tendencias socialistas (exceptuando los países nórdicos) o comunistas, así como regímenes  totalitarios, resultaron mal posicionados en el índice de felicidad, con respecto a naciones donde se goza de mayores libertades.

Todo lo anterior permite inferir un deterioro de las condiciones de bienestar y felicidad de la población venezolana, basado en la evolución desfavorable de sus indicadores económicos en los últimos 5-6 años (entre ellos la pérdida de más de 60% de su PIB, una situación persistente de hiperinflación, un sustancial deterioro del salario y su poder de compra, y una importante pérdida de reservas internacionales), todo lo cual se conjuga para limitar la acción efectiva del Estado en la atención de las necesidades básicas de los ciudadanos que afectan su abastecimiento de bienes y servicios básicos y de salud.  En estas condiciones, no es de extrañar la mala ubicación del país al analizar los indicadores referidos.

Dimensión Política de los Cambios en las Mediciones Económicas

La otra dimensión de este problema es de orden político. Algunas veces los políticos intentan ocultar estadísticas, cambiar metodologías, modificar las coberturas de análisis, etc, e incluso cambiar los indicadores para el análisis. Algunas veces esto se realiza para dar una visión distinta y favorable a sus intereses ideológicos o populistas, pero con el transcurrir del tiempo puede llegarse a la conclusión que hubiese sido mejor no introducir los cambios, pues la política económica y social seguida terminó por generar peores situaciones. Esto parece haber ocurrido en ocasión en que el Ex Presidente Chávez planteó la sustitución del PIB por otra medida, en ese caso del índice de Felicidad Interna (Nacional) Bruta.

Así pues, si esta nueva medición se hubiese concretado (con sus defectos y manipulaciones acerca de qué entenderse por “felicidad”), seguramente hoy día se preferiría regresar al concepto del PIB, por más malos que fuesen sus resultados, ya que incluir elementos de bienestar/felicidad seguramente reflejarían con toda crudeza la realidad de profundo deterioro que vive el país en la actualidad.

La conclusión, no porque no resulte pertinente la modificación intentada del PIB por un indicador de desarrollo/bienestar/felicidad integral, humano y social, es que hay que tener sumo cuidado con las conveniencias políticas circunstanciales de cambiar este tipo de mediciones. En los países pueden existir conveniencias para ocultar o encubrir las verdaderas estadísticas nacionales, y peor aún, darles una carga ideológica o populistaque no deberían tener. Sin embargo, no nos debería extrañar que pudiera replantearse la propuesta de suplantar el PIB o cualquier otro indicador en el futuro.

En todo caso, resulta muy pertinente señalar que mientras los políticos no entiendan que la base del bienestar, desarrollo y felicidad nacional, debe ser la generación de riqueza económica individual y colectiva sin dependencia del Estado(y no de su apego al indicador que escojan), no habrá superación sólida, sostenida y duradera de nuestros pueblos. Todo un reto para algunos políticos y gobernantes.

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