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Soltera en la ciudad de la furia

Caracas, esta ciudad agreste, de despedidas, de intentos fallidos, de techos rojos, de amistades cercanas, de vínculos intensos, de amores y desacatos, de resistencia y lucha; una urbe que siempre se resguarda en la memoria. Un paisaje que se transforma es el trasfondo que me impulsa a escribir, para no desfallecer o morir sin intentarlo. Esta ciudad de 7 500 habitantes por km², en donde quienes la habitamos tenemos tatuada la identidad de ser caribes, latinos e intensos, siempre en medio de los avatares de nuestro tiempo y de las, no siempre gratas, sorpresas que se esconden por ahí.

Habitar sus calles es enfrentarse a un tráfico anárquico, sentir ese olor dulce y la brisa del Ávila que la protege, como ese símbolo poderoso de lo que somos las y los caraqueñas. De ahí nace el flow que me hace hoy darle voz a las mujeres y sus andanzas, en medio del contoneo de nuestras curvas diversas que no pasan desapercibidas. ¿Cómo es ser mujer en esta ciudad? ¿Qué significa vivir en Caracas para nosotras? ¿Qué nos regala y a qué nos expone? En fin, vivir desde la experiencia mujer.

Inmediatamente los recuerdos se activan y afloran las emociones que se instalaron con ellos, como aquella vez en San Agustín donde bailé hasta que mis pies se cansaron y conocí al cronista que resguarda la memoria del barrio más musical de este terruño; bailes trancados de salsa en los días de aforo del bar de las Lavadoras. Pero no todo es placer y goce: Caracas también alberga dolores, penurias y mucha violencia para las mujeres como el tipo que te acosa en la camioneta y te dice comentarios impropios cuando apenas tienes 13 años y vas de regreso a casa.

Ser mujer, latinoamericana, venezolana, caraqueña, no es nada fácil. Caracas no es solo una ciudad que se habita: también se vive y se sobrevive con guaguancó y son montuno de fondo. Ser mujer soltera en esta ciudad no es solo una condición civil, es un acto de libertad deliberada que se disputa con el conservadurismo social y las mil condiciones que se tejen en medio de las estructuras de esta sociedad. ¿Cómo vivimos, resistimos y soñamos las mujeres en Caracas? Esa búsqueda constante es parte de lo que nos define como caraqueñas; vivencias únicas que, aunque se experimentan de forma individual, se sienten cercanas y colectivas en la medida en que las nombramos y les damos voz.

Este es, tal vez, un ejercicio de contarnos, de contarlas: a ellas, a las mujeres que despiertan todos los días en la punta de uno de los cerros de Petare, a las 4 de la mañana, entre latas de zinc; a la señora ascensorista de una torre en Altamira, cuyo día transcurre en un vaivén de pisos, saludos y despedidas —“buen día, buenas tardes, hasta luego”—; a aquella joven feminista que grita todos los 8M por el fin de las violencias hacia las mujeres y se acuerpa en el grito colectivo; o a la amiga que, en medio del café matutino, llora por el carajo que le montó los cachos luego de jurarle amor eterno y decirle que era la única. Esta es, también, una columna sobre mí misma, sobre mi tránsito por esta ciudad, sobre lo que es ser una madre joven que vive con dos gatos y maneja una moto destartalada que no lava desde hace meses, pero que, aun así, me lleva por la historia —las historias— que transcurren en medio de la cotidianidad.

¿Por qué hablar de las mujeres? Porque ya mucho se ha hablado de los hombres en la historia de la humanidad. Porque nombrar y dar voz es un acto de humana resistencia. Porque merecemos ser visibles desde todos los frentes. Nombrar es también reconocer lo que muchas veces permanece en silencio. Es un gesto que abre espacio para repensar lo que somos en esta ciudad: las múltiples caras de ser mujer en Caracas, sin adornos, simplemente viviendo.


Niyireé Baptista

Caraqueña, feminista y defensora de derechos de las mujeres. Mujer, madre joven, motorizada sin apuro y observadora cotidiana de las vidas que transcurren en los bordes. Coordina diferentes proyectos sociales y escribe para no enloquecer del todo. Esta columna es su manera de pensar(se) y narrar(se) desde la ciudad y sus mujeres.

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