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¿Teoría de la Relatividad en Economía?

Conceptualización

Comencemos por conceptualizar lo que entenderemos como la “teoría de la relatividad en economía”, sin pretender hacer un tratado sobre la misma e intentando, más bien, ser  simplistas, sin restarle significado ni relevancia al trasfondo del tema. Por esta teoría entenderemos todo aquello que se toma como parcial, insuficiente, o valga la redundancia “relativo” al sentido común económico; en otras palabras, “no absoluto” en materia económica. En consecuencia, el sentido común económico es algo que pareciera tener mayor más valor cuando se trata de alcanzar un mayor estado de bienestar o progreso.

En general, y en el argot popular o lenguaje común se acepta que “todo es relativo”, que nada es absoluto y único, … y a primera impresión parece serlo también en el campo económico. Esto se pone aún más de manifiesto cuando se comparan las decisiones/acciones que adoptan los gobiernos en el ámbito económico.

Desarrollo y Precisiones

Lo normal es que “los hacedores de política” busquen estimular a sus economía mediante mayor inversión, mayor producción y mayor empleo, todo ello en un ambiente de estabilidad de precios, de manera tal de procurar un mayor nivel de bienestar para la población. Sin embargo, a decir por la acciones que toman algunos gobiernos, y pese a su contrasentido, ello parece ser todo lo contrario o, en el mejor de los casos, no tener como una prioridad tales objetivos. De esta manera, relativizan los propósitos, conscientes o inconscientemente.

Y es que al no procurar esos objetivos, se convierten en estimuladores de “todo lo contrario” y le añaden otros males como el inflacionario, más cuando las crisis y los problemas políticos están presentes. Así, vemos como en la actual pandemia de COVID-19 hay países que a la par de hacer esfuerzos por superarla desde el punto de vista sanitario y de salud pública, buscan estimular el aparato económico, en un claro propósito dual.

Muchos países están empeñados en hacer crecer a sus economías, adoptando medidas de estímulo económico, pero a pesar de que se ven ciertos avances, estos están conllevando a otros problemas, especialmente en materia de abastecimiento e inflación, como claramente lo está reflejando la economía estadounidense. Otros países, sin tomar las medidas adecuadas y de sentido común vienen reflejando las mismas consecuencias negativas señaladas, tal como cabría esperar de esta inacción. Así, “todo es relativo”,  aunque en estas últimas naciones no menos irresponsable. Obviamente, esto no excluye la existencia de discrepancias lógicas o naturales sobre las acciones a tomar sobre los temas económicos.

Cuando para unos países crecer a una tasa de 3-4% anual es bueno y deseable (incluso para ubicarse a niveles pre-pandémicos), para otros con rezago económico de décadas este nivel de crecimiento significa insignificante para recuperar el bienestar de manera notoria, no obstante su conveniencia. Que el producto interno bruto (PIB) de Venezuela crezca en la actualidad a una tasa anual como la señalada no significa mayor avance, especialmente después de haber perdido más de un 80% de su PIB entre 2014-2021. Se necesitarían tasas de crecimiento de dos dígitos de manera continuada por muchos años. Lo que es bueno para unos no es tan bueno para otros, de allí su relatividad.

Otorgar estímulos/bonos a la población (como en ciertos países) es una manera de estimular el consumo y con ello la producción. Buscar acabar con los cuellos de botella en el transporte de alimentos y otros bienes en los puertos (como en EEUU) es otra forma de atacar el problema económico de abastecimiento e inflación que se enfrenta. Pero lo cierto es que no todos los países están en la misma capacidad y voluntad de solucionar los problemas.

En este orden de ideas, la voluntad política y empresarial bajo un clima de negocios apropiado es determinante para superar la situación económica y retomar el progreso.

Por otra parte, para aquellos países que experimentan presiones inflacionarias, se enfrentan a un grave problema; para otros, contradictoriamente, pareciera que el tema no es suficientemente relevante. En EEUU se habla de una inflación preocupante de 4-5% anual, mientras que en Venezuela no solo que se está muy pero muy lejos de esos niveles, sino que la inflación-hiperinflación pareciera que no es un problema grave a decir por la ausencia de decisiones para articular políticas económicas que busquen combatirla. Pareciera que en Venezuela se puede  seguir “pateando y pateando” el problema inflacionario con decisiones de “reconversión” monetaria y aumentos del salario mínimo “de vez en cuando y de cuando en vez”, sin que estos corrijan absolutamente nada; más bien, lo que hacen es acrecentar el problema.

Las consecuencias de malas o insuficientes decisiones, unidas a las inacciones en la toma de decisiones se ven a diario. La búsqueda por relativizar y minimizar los problemas, entre ellos el inflacionario, está presente sin poner atención al deterioro continuado del bienestar de la población. Por lo visto, pareciera que “todo depende del cristal con el cual se mire” y también de la orientación ideológica de quién los use.

Si se habla de la materia salarial, el mantenimiento de un salario mínimo que guarde significado real con el nivel de vida de la población es clave, pero debe responder a las condiciones económicas reinantes. Sin embargo, hay países cuyo salario mínimo está totalmente desvinculado del nivel de los precios y la canasta de bienes, cual es el caso de Venezuela. Con esto, no es posible la recuperación económica y el bienestar. Pero para ello, la política salarial debe estar inscrita en una política económica integral que le de soporte y viabilidad para mejores niveles salariales.

Adicionalmente, es claro que el poder de compra de la moneda nacional es un elemento clave al hablar de bienestar general. La preservación/ganancia de valor de la moneda es indicio de buena conducción económica, pues abre puertas para el aumento del consumo, las inversiones, la producción y los salarios, en una palabra, estabilidad. En este sentido, gobiernos y bancos centrales que procuren tipos de cambio realistas y estables serán exitosos; aquellos que con sus políticas estimulen el deterioro continuado de la tasa de cambio y la incertidumbre, lo que harán es deteriorar el ambiente económico-social de los países, especialmente cuando repercute en inflación y la pérdida de poder de compra de la población. Relativizar el problema haciendo correcciones monetarias aisladas fuerza a correcciones continuadas en el futuro mediato, sin doblegar el problema. Pensar que este se resuelve porque se acepte, de hecho o de derecho, que circule una moneda extranjera como el dólar americano o el euro en el país, es relativizar el problema de fondo y terminar de hundir en su deterioro y poder de compra a la moneda nacional. Es perverso tratar el tema con tanta relatividad, creyendo que algún día se corregirán por si solas las cosas. Lo que se logrará es sentar las bases para la sustitución real de la moneda nacional con correcciones que, siendo necesarias, llevaran a mayor dolor para la población y su poder de compra. No basta con cambiarle el nombre a la moneda nacional, se requieren acciones concretas y reales que le den soporte.

Comentarios Finales

En fin, si bien la Teoría de la Relatividad de Einstein no fue creada para la economía, su consideración en el argot popular o lenguaje común, puede aplicarse perfectamente al razonamiento económico. En este sentido,  no todo se puede/debe relativizar. Cierto es que las ciencias económicas no son exactas, al fin y al cabo la economía es una ciencia social que responde al comportamiento de los individuos, pero no por ello “todo” lo debemos considerar “relativo”. Hay cosas que se caen de maduro, son de lógica pura y sentido común.

Continuar aplicando una “teoría de la relatividad” en economía basada en cuestionamientos de modelos económicos y que han demostrado ser contrarios y desestimuladores de la actividad económica es cruel, tanto si se hace consciente o inconscientemente, con conocimiento de causa o desconocimiento, o simplemente como manera de ensayar otras vías creyendo que pueden dar resultados positivos en algún momento. Es cruel para el país como un todo, pero particularmente para la población, a la cual no se le abren caminos de progreso.

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