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Tres claves para parecernos a Israel y no a Kenya

¿Cómo hago para aumentar mis ingresos? ¿Habrá pregunta más universal? En todas partes, la gente se hace esta pregunta, pero en pocos países dicha interrogante está relacionada a cómo desacelerar el ritmo de empobrecimiento.  En términos macroeconómicos los venezolanos teníamos un Producto Interno Bruto por persona del orden de $10,000 hace pocos años; ahora está por debajo de los $2,000.  A modo de comparación, y según cifras del año 2019 del Banco Mundial, antes estábamos cercanos a Argentina o México, ahora nos acercamos más a Bangladesh y Kenya. No es que $10,000 hubiesen sido gran cosa, España está en $29,000 e Israel en $43,000. Países que hasta hace poco estaban en procesos de guerra como Serbia tiene $7,400, e Irak casi $6,000.  ¿Y cómo se traducen estas cifras para un profesional venezolano?  Gerentes que ganaban $3,000 mensuales hoy apenas llegan a unos $500.  Empleados públicos cuyo salario se ubicaba en $200 hoy están más cerca de $10. Y si le preguntamos a ese gerente o a ese empleado público si esto se debe a que trabaja menos que antes, éste responderá todo lo contrario, que hoy trabaja más.  ¿Y entonces porqué gana menos?

Así como un ama de casa antes salía en la mañana, pasaba por la bomba de gasolina y ponía su tanque lleno, seguía al automercado y hacía la compra de la semana, tenía oportunidad de pasar por la tintorería a entregar la ropa para ser lavada antes de regresar a su casa al mediodía.  Hoy estas actividades le toman entre 2 y 3 días en cualquier ciudad de Venezuela. No sólo porque no hay gasolina, sino también porque el automercado no tiene electricidad o punto de venta, o no le llegaron las verduras, o no vende la diversidad de quesos, obligando a esta ama de casa a estar largas horas en colas y zanqueando de mercado en mercado.  Y como la plata no alcanza, lo que antes lavaba en la tintorería ahora es tiempo de trabajo en la casa. 

Esta misma ineficiencia la vive el gerente.  Antes calculaba dos impuestos al mes, ahora 16; antes entrevistaba a una persona cada 6 meses para cubrir una vacante, ahora entrevista 3 personas cada mes; antes transfería de la tesorería fondos entre bancos en pocos minutos y pagaba a sus proveedores, ahora sufre entre papel moneda difícil de transportar y cuentas que sólo sirven para custodiar recursos sin poder transferir, con lo cual tarda días o semanas en poder pagarle a un proveedor.  O un conductor de camión, quien antes salía de Caracas un lunes, despachaba mercancía en todo el oriente del país y regresaba su casa en Caracas el viernes para estar con su familia, actividad que hoy le toma tres semanas entre los confinamientos, la prohibición de uso de autopistas, el no rodar de noche por temor a ser asaltado, la policía que lo va deteniendo en las múltiples alcabalas y lo retiene horas y los clientes que no le pueden recibir la mercancía porque no tienen electricidad.  Así las empresas van trabajando mucho más para hacer lo mismo, o menos.

Si hoy trabajamos mucho más para lograr iguales resultados, pues nuestra productividad como nación ha disminuido sustancialmente.  Esto se traduce en que, por cada unidad producida y vendida, o servicio prestado, el costo de su elaboración subió, pero no ha pasado lo mismo con su valor transaccional, con lo cual trabajamos más y ganamos menos.  A su vez, como todos consumimos menos, se produce y vende menos unidades o se prestan menos servicios.  Si cada unidad genera menos ganancias y a su vez se venden menos unidades, el resultado no es otra cosa que pobreza.  Este es el resultado estructural del modelo que impuso Chávez, y ha continuado Maduro, con el Socialismo del Siglo 21, más allá de los robos al erario público, la destrucción de la infraestructura y el desconocimiento de los derechos de propiedad y del Estado de derecho. 

Entonces regresa la pregunta nuevamente: ¿Cómo incrementar mis ingresos, en términos de moneda dura, de dólares americanos, porque los bolívares no tienen valor?  La respuesta es crecimiento en productividad y aumento en el volumen de unidades vendidas, cualquiera que sea su área de actividad.  

Esto pasa por conocer de aquello a lo que usted se dedica, es decir capacitación; aprender de los errores cometidos, es decir experiencia; y crear o adoptar avances que le dan más atractivo del que puedan tener otros en su misma área de actividad, es decir competitividad.  La capacitación es educación, la experiencia es especialización y la competitividad es actualización tecnológica.  Educación, especialización y actualización tecnológica son las tres áreas conceptuales que deben fundamentar las políticas públicas que Venezuela debe desarrollar para que estructuralmente podamos salir de la pobreza y usted, amigo lector, en lugar de ganar $50 al mes llegue a $5,000 y dejemos de parecernos a Kenya para parecernos más a Israel. Digo esto ahora que los venezolanos hemos aprendido la importancia de tener empresas privadas, pero ese tema lo dejo para el próximo artículo.

@jpolalquiaga

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