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Tsipras arrugó

Habrá muchas formas de decirlo en griego, en alemán, en inglés o en francés, pero en venezolano coloquial puede afirmarse que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, arrugó.

El líder convocó al pueblo de su país a ponerse en pie de lucha ante el poder hegemónico del capitalismo mundial y luego, cuando el pueblo lo hizo, salió corriendo. No está claro cuál huída fue más espectacular: la de Tsipras del compromiso que tenía o la del Chapo de su cárcel de “máxima seguridad”.

Varios refranes pueden reflejar lo ocurrido en la legendaria cuna de la democracia. Puede decirse que el joven mandatario mató al tigre y le tuvo miedo al cuero; puede decirse que se paró en lo mojado y se resbaló en lo seco; que fue por lana y regresó trasquilado; y también puede decirse, con respecto al aporreado pueblo griego, que, caramba, tanto nadar para morir en la orilla.

Estemos claros: era de esperarse que el gran poder hegemónico capitalista ignorara completamente la opinión expresada por el pueblo griego en el referendo del 5 de julio; que actuara como si tal acontecimiento jamás hubiese ocurrido. Era pronosticable que, sin hacer el menor caso de la decisión colectiva, a Grecia le aplicaran, sí o sí, un paquete destinado -como todos los paquetes- a exprimirle dinero a los pobres para pagar la deuda que contrajeron los ricos con otros más ricos todavía. Lo que no estaba en los cálculos era que el primer ministro Alexis Tsipras claudicara tan rápida y malamente.

El hombre tuvo en sus manos una gran oportunidad y, aparentemente, la ha desperdiciado. Con el aval de 61% de los votos de un referendo pudo poner al poder fáctico de la banca y las grandes corporaciones en el trance de responder a las masas, pero no de la manera en que ese poder acostumbra hacerlo (con equipos antimotines), sino enfrentándose a un pueblo legitimado en un terreno por excelencia de la democracia: el voto. Era (tal vez aún lo es, más allá de Tsipras) un punto de quiebre: el poder neoliberal, basado en el dios mercado, había sido obligado a confrontarse en el terreno del liberalismo político. Eran las elites del dinero puestas frente a la voz del pueblo, expresada en las urnas electorales.

Pero el Tsipras que salió a negociar con semejante respaldo no es el mismo que volvió dispuesto a convencer a su pueblo de que acepte las condiciones asfixiantes que planteó la Troika (temible organismo formado por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea), las mismas condiciones, salvo pequeños brochazos de maquillaje, que la mayoría del electorado rechazó antes. ¿Qué pasó en esas pocas horas? Mucha gente dentro y fuera de Grecia se lo pregunta.

Cierto es que todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión o a modificar su postura, pero esto parece algo más allá. Queda la sensación de que los electores fueron objeto de una burla. Si la idea era aceptar un programa de ajuste clásico de rancia estirpe neoliberal, ¿para qué hacer el aguaje de consultar al pueblo y generar la expectativa de que dicha consulta podría ser vinculante, al menos moralmente?

Después de haber logrado un espaldarazo popular en su posición de no aceptar condiciones humillantes para las grandes mayorías, Tsipras terminó convertido en el promotor de un programa de medidas que hasta la misma prensa neoliberal mundial se atreve a llamar “draconianas”.

Sin ser griego, uno se siente escarnecido. Cabe imaginar cómo se sentirán los electores que ese día hicieron su cola para votar Oxi, es decir, no, y que luego se reunieron para manifestar su júbilo. No es necesario ser griego porque el efecto del referendo trasciende las fronteras de esa nación y las de la Unión Europea y, en consecuencia, la claudicación de Tsipras también las trasciende.

El referendo sobre un tema reservado a las decisiones de las elites capitalistas representa una alteración del statu quo mundial. Está claro que los capos de la mafia económica mundial no van a permitir que ese comportamiento se generalice. No pueden hacerlo, se les va la vida en ello. Pero un repliegue tan precoz, tan incoherente con la línea previamente sostenida, es una derrota profunda para los movimientos populares de todo el mundo. Ya la derecha ha salido a festejar su triunfo y a advertir a los pueblos de otros países que no vayan a caer en la tentación griega de pretender que la economía internacional se puede resolver democráticamente. La prensa española, paquetera y tecnócrata a más no poder, aprovecha para atacar a Pablo Iglesias y conjurar tempranamente la posibilidad de que España siga la senda del referendo. Por estos lares también hay gente respirando aliviada con la espantada de Tsipras, pues si en algo tenemos experiencia los venezolanos es en hacer consultas populares.

En los próximos tiempos tal vez se aclare lo ocurrido. Es posible que Tsipras eche el cuento completo. Mientras eso ocurre, todo puede resumirse en una palabra: arrugó.

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Un comentario

  1. Qué fácil es ADULTERAR
    la realidad, en un tema que pocos dominan (tanto por las complejidades y
    términos económicos involucrados, como por la lejanía geográfica), y sobre
    todo, que se presta para intercalar las palabras altisonantes y domingueras de
    todo discursito patriotero. Considerar que es respetable cualquier propuesta o
    proyecto tan sólo porque la apoya «democráticamente» la mayoría (la
    mayoría apoyó las atrocidades del tercer Reich NAZI, por nombrar un caso
    ilustrativo de la relatividad de esa presunta democracia del referendo),
    victimizar a los griegos en lugar de asumir que la mayoría de ellos es
    responsable por la MALVERSACIÓN DEL ERARIO PÚBLICO (endeudado, deficitario,
    rescatado TRES VECES por la UNIÓN EUROPEA), para sostener su HEDONISTA MODO DE
    VIDA, el país que menos produce de Europa tiene los mayores salarios,
    pensiones, privilegios e irregularidades en la conformación de las NÓMINAS DE
    LA ADMINISTRACIÓN OFICIAL (los correspondientes ENCHUFADOS del chavismo, que ha
    triplicado los empleados públicos, para tener una enorme masa a la cual obligar
    a participar en los eventos auto-aclamatorios y a VOTAR para que la barbarie
    continúe). Tsipras SABÍA que Grecia tendría que aceptar las condiciones de la
    UE, puesto que es absurdo que un DEUDOR se niegue a pagar lo que debe, exija
    que le eliminen la deuda y simultán eamente, además de insultar a sus
    acreedores, les pida un nuevo y milmillonario préstamo. Pero lanzó el REFERENDO
    con la intención POLITIQUERA de aprovechar la complicidad de ese 61% con el irresponsable modo de malgastar los
    dineros públicos (había sacado el 35% de los votos en la elección de enero)
    para aparecer ahora con “más respaldo popular”, un espejismo que de nada le
    sirve en la mesa de negociaciones, a la que hizo perder 5 meses, y a la que
    tuvo que regresar -con el rabo rojo rojito entre las piernas- a refrendar las
    mismas condiciones que fingió rechazar desde enero, pero ahora con un 26% más
    de APARENTE RESPALDO (que no es a él a quien respaldan, sino al absurdo de que
    la Unión Europea les permitiera seguir malgastando el dinero, el que ya
    dilapidaron (la deuda era de 320.000 millones de EUROS) y el que esperaban
    recibir sin aceptar compromiso alguno de medidas para sanear su pésima administración.
    http://www.noticierodigital.com/2015/07/grecia-populismo-demagogia-y-complicidad-popular-mediante-referendum/ http://www.noticierodigital.com/2015/07/grecia-y-el-referendo-que-les-salio-por-la-culata/ La fantasiosa “guerra económica” que el incapaz
    régimen chavista inventa en Venezuela, en Grecia la llaman “Totalitarismo financiero
    de la Troika”, pura paja para no reconocer que lo han hecho mal y pretenden
    seguir con ese modelo fracasado.

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