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Tu, ya no serías tu

“Lasciate ogni speranza”, Dante

La vorágine diaria, intensa y crucial de este momento trágico en que vivimos, nos desliza a ratos hacia la autoconfrontación. Me refiero al recurso de la consulta personal que se postula entre lo racional, lo intuitivo, lo emocional. Nos quedamos de súbito absortos, perplejos, solos con nosotros mismos preciso.

Pienso en lo que soy, somos y en lo que seriamos, seremos si el castrocomunismochavomadurismo, logra imponernos su macabro y fraudulento proyecto de asamblea constituyente comunal, sectorial, territorial. Me detengo y evalúo a la luz de una referencia disponible y consistente en el texto de la fallida reforma constitucional del 2007. La simulación como ejercicio es francamente turbadora, desfiguradora.

La libertad personal en sus amplias opciones existenciales de escogencia quedarían comprometidas. ¿A qué dedico mi vida, mi actividad, mis estudios, mis capacidades? ¿Dónde voy o vengo? ¿Mis bienes, mi casa, mi terreno? ¿Cómo trabajo y para quién? ¿Mis hijos y nietos que estudiaran? ¿En qué escuela y cuál sería la orientación filosófica y religiosa?

El drama de los regímenes totalitarios y derivaríamos hacia una de esas experiencias es ese precisamente. Hay un modelo ideal que pretenden proponer para ser seguido, asumido, representado con consentimiento o sin el. Se trata de un rol, un papel que nos sería asignado y vigilados para su legítimo desempeño. El hombre nuevo y bueno no se compadece con nuestros valores, ideas, principios y creencias sino con aquellos que los jerarcas estimen plausible en un orden emergente que no solo no tolera oposición o disidencia sino tampoco neutralidades, vacilaciones, titubeos. No basta hacer lo que piden sino que somos siempre sospechosos de no hacerlo convencidos de su virtud. Exigen una suerte de enajenación gozosa del alma, militante y entusiasta.

He leído textos que me asisten en el propósito de ampliar el angular de la comprensión fenomenológica y confieso verme inmerso en esa excavación de los relatos de aquellos que escaparon, padecieron, vivieron esos tránsitos perniciosos como Cuba, URSS, Alemania, Albania, Corea y advierto que lo común es a todos, esa despersonalización que es menester alcanzar para sobrevivir apenas. Se trata pues de irse vaciando y paulatinamente mutando de lo que eran a lo que deberán ser, sin atisbo de respeto a la auténtica condición humana basada en la dignidad de la persona humana, al menos en el sentido que los cristianos le asignamos a esa suerte de locución.

Ojala la gente pensara lo que se está jugando o mereciera más consciencia el riesgo que nos estamos permitiendo, al quedarnos en casa, resignados, medrosos o peor aún indiferentes. Entretanto la nada ideologizada de falacias, aporías, fantasías mórbida s continúa su paso, en los hombros de los uniformados inescrupulosos y nuestros hijos simplemente o los nietos acaso serian sesgados con la hoz. Y como Goya descubro que, “ El sueño de la razón engrendra monstruos.”

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