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Un Estudio Sobre la Necesidad y la Motivación

La necesidad es un mal, no hay necesidad de vivir bajo el imperio de la necesidad. Epicuro de Samos

El estudio de las necesidades humanas no es nuevo, de hecho, puede remontarse a postulados de Aristóteles, aunque el significado de necesidad ha ido modificándose con las transformaciones sociales y políticas. En la industrialización y postindustrialización, el estudio de las necesidades adquiere una mayor relevancia. Durante este periodo los principales criterios eran la productividad y la idea de acumulación de bienes, ambos elementos eran esenciales para explicar el bienestar de un individuo, en este sentido, el progreso del capitalismo y el desarrollo se suponía que podrían satisfacer las necesidades humanas. Sin embargo, en periodos en los que se entra con la crisis del Estado de Bienestar es cuando se fomenta más la realización de estudios sobre las necesidades humanas desde otras perspectivas. Durkheim, Georg Simmel y Max Weber figuran entre los importantes autores que trabajaron sobre el campo de las necesidades humanas. Existen teorías que buscar explicar la evolución del bienestar humano, como una forma de alcanzar logros que sean en cada oportunidad más satisfactorios. El Dr. Abraham Maslow, psicólogo estadounidense egresado de la Universidad de Wisconsin, quien luego de trabajar con estudiosos reconocidos del conductismo, del psicoanálisis y de la Gestalt y luego de pasar por varias universidades, Columbia, Boston, haciendo estudios sobre sexualidad humana, termina conociendo a Kurt Goldstein quien desarrolló el término “autorrealización”, todo ello teniendo sus últimos estudios basados en salud mental y potencial humano. Es entonces cuando da forma a la muy conocida “Teoría de las Necesidades” y donde la famosa “Pirámide de Maslow”, se convierte en un ícono en muchas disciplinas no solo la psicología, sino la gerencia empresarial, el mercadeo y en general todo aquello que tiene que ver con el desarrollo personal y empresarial.

Este modelo consta de cinco niveles jerárquicos que son los siguientes: Necesidades básicas, biológicas o fisiológicas:hace referencia a las necesidades primarias, innatas para la supervivencia de la persona y se encuentra en la base de la pirámide. Es el fundamento sobre el que se construye el resto. La base entonces es grande y la cobertura de este estrato da estabilidad a la estructura. Al ser las necesidades básicas aquellas implicadas en la propia supervivencia, se encuentran el poder respirar, comer y beber, vestirse, tener relaciones sexuales, etc. Por ejemplo, una persona que cuenta con la ropa adecuada para cubrirse del frío en invierno y pueda alimentarse satisfactoriamente, se puede decir que tiene satisfechas las necesidades primarias que le permiten mantenerse vivo. Por el contrario, una persona que vive en la calle y pasa hambre y frío, obviamente no las cubre, por lo que corre el riesgo de no poder lograrlo y, por supuesto, no poder pasar al siguiente estrato, el cual tiene que ver con la Seguridad: que se refiere a la necesidad de sentirse seguros y protegidos en la vida. Mientras se tiene hambre o no hay un techo, la seguridad no tiene mucha importancia, la persona se arriesga para satisfacer lo básico, luego de satisfecho el nivel primario viene el estar con preocupaciones mínimas con respecto a amenazas. En otras palabras, si ya no se tiene hambre, se piensa en la protección. Dentro de este grupo de necesidades se encuentran todas aquellas que ofrecen protección, al brindar independencia y autosuficiencia. Por ejemplo, una persona que tiene un techo donde dormir, tiene, quizás, la suficiente salud para trabajar y poder pagar la renta de un piso y ser independiente, se considera una persona que tiene cubierta este tipo de necesidad. Por el contrario, una persona que no tiene bien satisfecha este tipo de necesidad puede que no tenga empleo, no tenga buena salud y tampoco tenga un techo donde dormir que le brinde seguridad y confort, entre otro tipo de cosas que hacen que la persona no tenga su propia independencia. Con la misma analogía anterior, el siguiente estrato lo define la necesidad de congregarse y pertenecer y va a aparecer en la medida que no se tiene hambre y que se está seguro. Una persona que tiene cubierta este tipo de necesidad, se siente parte de un grupo social y por lo tanto apreciado y valorado por los miembros de ese grupo. Por ejemplo, una persona que tiene una familia con la que sabe que puede contar, un grupo de amigos a los cuales acudir cuando necesita de compañía y de algunos consejos, puede que tenga una pareja en la que puede confiar y una intimidad sexual, así mismo una organización de gentilicio, por ejemplo, venezolanos en otro país, un grupo de adhesión como profesores de la UCV, una pertenencia religiosa como ser católico o budista. Por el contrario, una persona que no tiene satisfecha esta necesidad, se siente sola y aislada de la sociedad ya que no pertenece a ningún grupo social ni cuenta con una familia que la apoye. Cada nivel debe estar total o parcialmente satisfecho para pasar al siguiente y de ahí se puede decir que el próximo estrato de la pirámide es el Reconocimiento: son todas aquellas necesidades de aceptación propia y de parte de los demás. Esa satisfacción que acontece mientras la persona se sabe poseedora de una habilidad, desempeño o forma de ser, inventiva o discursividad y que quiere destacar por ella. Cuando una persona tiene más o menos satisfechas todas las necesidades anteriormente descritas, esta es la siguiente que deseará completar, sintiéndose luego segura de sí misma y sabiendo reconocer su valía personal. Un claro ejemplo sería alguien que se desempeña de manera eficaz en su trabajo, le gusta lo que hace y las demás personas le reconocen por su labor, un científico, un escritor, un líder de opinión. Por el contrario, una persona que no tiene cubierta esta necesidad, tiene una baja autoestima, no se considera apto para lo que hace, no se siente a gusto y solo llama, quizás, a la compasión. Por último y en la cúspide de la pirámide está la Autorrealización: este es el nivel más alto en la jerarquía de las necesidades y para llegar a él, se necesitan tener todas las demás necesidades satisfechas ya que se refiere a la sensación de ser feliz en la vida, sensación de paz, de que el único deseo existente es la durabilidad de ese estado de “perfección” y donde no se desea nada más, simplemente porque ya ha sido cumplido. Un ejemplo de una persona que se encuentra en este nivel estaría en que es independiente, tiene confianza en ella misma, se considera una persona exitosa y siente que tiene todo lo que necesita para ser feliz. Le gusta ayudar a los demás y tiene una mente abierta, respeta las ideas y opiniones de su entorno, así como las propias, le gusta estar constantemente aprendiendo cosas nuevas y se preocupa mucho por su desarrollo personal. Lo contrario a esta persona sería aquella que a pesar de tener éxito y que le gusta lo que hace, no se siente del todo satisfecha y tiene la sensación permanente de que algo le falta para alcanzar la felicidad. A partir de aquí una pregunta no se haría esperar. De acuerdo a la escala de necesidades planteada, ¿cómo ha variado en los últimos veinte años la carrera por la autorrealización en Venezuela? Se hace necesario entonces establecer dentro de la posible respuesta, una data cualitativa y comparativa entre un antes y un después, entre una población venezolana con unas determinadas características sociales, demográficas, sanitarias, alimentarias, recreativas, laborales, académicas, entre muchas otras, hace dos década y compararlas con las actuales, lo cual se ha hecho infinitas veces pero que se hace necesario para determinar qué tan cerca o lejos de la autorrealización se encuentra el venezolano en la actualidad. No hay que evaluar variables macro o microeconómicas, ni índices poblacionales, ni levantar una panorámica epidemiológica para saber, primero, que antes y ahora eran escenarios distintos, segundo para saber que antes era mejor que ahora, entonces a partir de estas conclusiones cualitativas y en parte subjetivas, poder decir que la cantidad de autorrealización del venezolano hace que la famosa pirámide, en vez de ser de la forma convencional sea truncada, entiéndase sin vértice. Yendo a territorios de mayor comprensibilidad, la expectativa de un venezolano de ser feliz o de alcanzar la autorrealización hace 20 años era mucho mayor que la del venezolano actual, lo cual parece algo tan obvio que quizás no debería ni ser escrito, sin embargo, el problema es mucho más profundo. Recuérdese la base de la pirámide (o del triángulo si se prefiere) del Dr. Maslow y donde se encuentra la satisfacción de las necesidades primarias, alimentación, vestido, entre otras. De acuerdo al modelo de Maslow, satisfacer la necesidad primaria es indispensable para pasar al siguiente nivel, el de protección, el de seguridad, pero resulta que ya desde el nivel básico hay problemas, sobretodo en relación con la alimentación. Dicho de otra manera, si la persona tiene que diariamente evaluar cómo proveerse de alimento y quizás en algunos momentos no disponer del mismo, todo el resto de niveles de satisfacción dejan de estar presentes, se pierden las expectativas de futuro, no se piensa ni en la seguridad, ni en socialización, ni en el reconocimiento y muchísimo menos en la autorrealización. Jamás la persona va a soñar con que en un futuro se le reconozca por el trabajo que hace, porque el trabajo no forma parte de las cosas que están en su corto plazo de “ambiciones”, el trabajo estable, de carrera, el que permite el ingreso que garantiza la subsistencia, ese que hace que la persona crezca en sabiduría, habilidades y poder. La única y absoluta prioridad es proveerse de alimento, de formas que jamás hubiesen sido imaginadas hace veinte años. Por supuesto que estos planteamientos no son absolutos, nunca la estadística poblacional, ni ninguna otra, lo son. Pero hay una percepción colectiva de desierto infinito que hace que los cortos, los medianos y los largos plazos sean figuras casi fantásticas, cuando antes eran parte de cualquier planificación en mayor o menor medida, parte de empresas e individuos, donde se evaluaban para determinar sus posiciones a medida que iban superando necesidades. Para el momento actual, ni hombres ni organizaciones hacen proyecciones sobre sus posiciones sociales, en el mercado, académicas o laborales, que no sean inmediatistas y se desprende que, la famosa pirámide, sólo es la base, sólo el fundamento, tanto en individuos, como empresas, como sociedades, como academias. El mismo Maslow comentaba que llegar a la autorrealización, la punta de la pirámide es muy difícil y que los porcentajes poblacionales son muy pequeños y se refería a países desarrollados con sus necesidades cubierta y con futuros claramente definidos. La pirámide venezolana del pasado llegó a tener una cúspide bastante visible, en la actual apenas se ve la base, en la primera la cantidad de gente que sabía donde quería estar, que quería hacer y a donde quería llegar era inmensa, en la sociedad actual es muy poca la gente que tiene tales aspiraciones, poca gente sabe dónde va a estar, laboralmente o académicamente hablando, inclusive dónde va a estar geográficamente hablando. El fenómeno venezolano es singular. En todos los demás territorios mundiales, al crearse una necesidad se satisface a través de la motivación y así se pasa al siguiente nivel y se repite la secuencia una y otra vez hasta alcanzar el estado autorrealizado, de perfección donde la necesidad no existe salvo aquella de mantener la felicidad. En Venezuela la necesidad básica de alimentarse genera la motivación de emprender para satisfacerla, pero no se pasa al siguiente nivel, se cae en el círculo de la satisfacción permanente de la misma necesidad una y otra vez, sin poder saltar a otro estrato y si acaso eso fuese posible, sucedería el “salto atrás” a la satisfacción de la necesidad que se creía superada. Una especie de resaca que no te deja abandonar la ola, que no te deja llegar a la arena hasta que ahoga. Y pensar que es el único caso en que la inmensa pirámide no pudo mantenerse incólume, sino que, a pedazos, bloque a bloque fue llevada hasta sus bases. Para cerrar y analizando escenarios individuales de sometimiento y deshumanización, por ejemplo, el encarcelamiento, el confinamiento, la privación, el miedo, escenarios todos propios de la búsqueda del humano no pensante y sumiso, menos reactivo y problemático. Aún en condiciones tan deplorables, el humano busca la autorrealización, si no en el marco material, en el espiritual y donde el infinito proceso adaptativo humano logra que los peores escenarios se conviertan en un “pudiese ser peor”. Ese fenómeno conocido como “trascender” a las vicisitudes, albergando esperanza de resolución o convirtiéndose en una mente elevada, aunque el cuerpo no la acompañe. En eso se está, en la fe, esa arma que cada humano posee y que es imposible de arrebatar.

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