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Una comisión de enlace para la transición

Los gobernantes totalitarios temen al vocablo transición tanto como el diablo a la cruz y no sin razón. Significa la pérdida del poder conquistado y sostenido con malas artes. Porque los dictadores creen que mandarán por los siglos de los siglos como el demonio, que es inmortal, lo hace en el reino de las tinieblas. El significado de la aborrecida palabra según el DRAEL es “acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. En el caso de los dictadores es dejar de serlo y asumirse como ciudadanos, sin privilegios distintos a los que otorga la constitución. Por eso maquinan trapacerías tratando de mantener viva la autocracia, porque todos tienen muchas cuentas pendientes por violación de la constitución, con énfasis en lo atinente a los derechos humanos y la apropiación indebida de los bienes y dineros públicos.

Durante la República Civil (1958-1998) fueron normales las transiciones. Se pasó de un gobierno a otro sin traumas. Con la seguridad para el candidato perdedor, garantizada por el sistema, de poder emprender la reconquista de las adhesiones perdidas que, programa renovado por delante, corroboraran la sentencia: we will comebak. Para facilitar el tránsito entre el evento electoral y la toma de posesión del Presidente electo, se designaban comisiones de alto nivel técnico-político que acopiaran detallada información de la situación general de la administración política-económica de la nación.

Venezuela tiene el privilegio de haber instaurado durante los 40 años de República Civil, el cambio de un gobierno democrático a otro mediante el acto cívico por excelencia como es el voto. Los problemas surgen ahora cuando se trata de reemplazar un nuevo gobierno totalitario con el sufragio ciudadano y reiniciar las prácticas políticas civilizadas. Porque los dictadores anteriores dejaron de serlo cuando los derrotaban en una guerra civil, por golpe de Estado, muertos en su cama o asesinados, en cuyos casos no fue menester ni pensable la transición democrática.

Hoy se acumulan todos los desmanes gubernamentales cometidos a lo largo de 16 años y explota la asfixiante crisis económica, política, de valores morales, de seguridad personal y jurídica que acogota la colectividad sin que los capitostes gubernamentales tengan respuesta a sus demandas, lo cual hace impostergable un cambio de forma y fondo en la conducción de los destinos de la República.

Por supuesto que las votaciones del 06-12 son únicamente para elegir representantes a la Asamblea Nacional. Hasta hoy todos los indicadores (las encuestas, la ira de la gente en las colas para comprar cualquier cosa y los signos del tiempo visualizaos por quienes tienen largo recorrido en la actividad política) son favorables a la necesidad de cambio y según todas las encuestas podría ser con votos suficientes como para derrotar las trapacerías gubernamentales, siempre y cuando los testigos de la MUD no se muevan de su asiento.

Pero la conquista de la mayoría parlamentaria es el paso inicial del cambio. Como ocurrió en la España post franquista, es comenzar a desmontar el entramado jurídico fabricado por el totalitarismo castro-chavista-madurocabellista, lo cual toma su tiempo. Por ello se impone que la MUD cree una Comisión de Enlace para la Transición que presente a quienes conformarán la nueva minoría una agenda a corto, mediano y largo plazo, con actividades legislativas concebidas para el desmantelamiento pacífico del parapeto “institucional” soporte del Socialismo del Siglo XXI que, además, de cuerpo al proyecto de país democrático, con vigoroso desarrollo económico y acento social, pero que a la vez facilite el trato y conocimiento de dirigentes del gobierno saliente, ante los cuales protestar enérgicamente y exigir respeto para la voluntad popular manifestada en el voto.

Los comunistas intentan el arrebatón cuando la colectividad los rechaza. Es sano recordar, a quienes han olvidado e informar a quienes aun no habían nacido, de la violencia que desataron en Caracas en Diciembre de 1958, cuando la mayoría de los venezolanos dejamos de lado al candidato independiente apoyado por los rojos y elegimos a Rómulo Betancourt.

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