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Una discusión necesaria

La semana pasada intervinimos en el foro “Presente y futuro de la Fuerza Armada Nacional”, promovido por la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar (APUSB) y el Frente Institucional Militar (FIM), junto  al vicealmirante Huizi Clavier,  general Rodolfo Camacho Rincones, vicealmirante Jesús Briceño García, profesor Luis Alberto Buttó y, moderándolo, profesor William Anseume. Desde diferentes perspectivas, abordamos con sobriedad y consistencia una materia de inevitable actualidad por las consabidas circunstancias que atravesamos.

Entre otros tópicos,  insistimos en la ya vieja propuesta en torno a la figura del Comandante en Jefe y a los ascensos militares (http://lbarragan.blogspot.com/search?q=Comandancia+en+jefe). En un caso, la comandancia, derivada de una condición o carácter, como la del ejercicio presidencial, sabe del inconstitucional reconocimiento legal como grado militar, ajeno a la propia tradición bolivariana; y, en el otro, por exclusiva que fuese la competencia militar, la Carta de 1999, expresa e  inequívocamente, ordena su regulación parlamentaria.

La observación es pertinente, ya que entramos al habitual período de promoción castrense, convertida las vecindades del mes de julio en un importante reporte sismográfico. El sistema de ascensos responde a una concepción de la propia corporación castrense, distinto a la de otros países que, por cierto, cuentan con una democracia estable, aunque no puedan eludir las activas responsabilidades bélicas que los compromete y trenza en los cinco continentes. No obstante, importa consignar dos observaciones, a propósito del citado encuentro universitario.

La Asamblea Nacional está en deuda con los sectores de la sociedad civil que tienen interés en el tema, añadido el de los militares retirados, para algo más que intercambiar un gesto de cortesía, pues, hay aportes que están pendientes, desde el ámbito de la doctrina de guerra vigente hasta el ámbito esequibano, por ejemplo. Esta única faceta, la de una demanda social para la discusión institucional, organizada y responsable, obviamente amerita de una mayor propensión del parlamentario opositor al estudio de la materia, con la debida atención a aquellos que lo requieren.

La sola y también arriesgada realización de un foro que procuró un enfoque coherente, propio del medio en el que se realizó, revela el aporte que hace la academia en relación a los asuntos cruciales de la Venezuela sumergida en la trivialización de los problemas, por obra de un régimen que ha logrado contaminar a sus mismos adversarios. En consecuencia, algo más que una burda dictadura, el temario político está circunscrito a sus inmediatos intereses, al contenido y al modo que los realiza, concitándonos a la recuperación de un debate que haga de la política (o, mejor, de la política democrática),  una de las más importantes (re) conquistas del siglo, por ahora, perdido.

PRECISIONES (IN) NECESARIAS

Acotemos, la parlamentaria es una especialidad  que nos remite, en propiedad, a la política (y a una política de ciudadanos), por lo que no se reduce ésta no se reduce al mero y fugaz esfuerzo de agitación (al menos electoral), ni a la defensa de tesis doctoral alguna. Así como – en el pasado –  hubo una vocería calificada en distintas materias (petrolera, agrícola, salubridad, penitenciaria, macroeconómica, etc.), hoy la necesitamos en la militar, como política pública, abriéndole cauces a lo que denominamos la construcción parlamentaria del sentido común (http://www.estudiosconstitucionales.com/REDIAJ/209-247.pdf).

Reiteramos la posibilidad cierta que tiene la sociedad civil organizada de contribuir con iniciativas específicas y concretas, como el Frente Institucional Militar (FIM), u otras entidades afines, a la tarea legislativa, sin  ánimo alguno de partidizar la indispensable relación con la Asamblea Nacional. La Fracción Parlamentaria 16 de Julio extiende su invitación a participar de ese otro relacionamiento ciudadano, dispuesta atrabajar sobre los asuntos de interés común y, más aún, los que guardan correspondencia con los intereses vitales del país.

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