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Urbieta y la crónica de una victoria

Cuando sonaron a finales del siglo XX las alarmas agónicas del puntofijismo y nadie se atrevía a recoger el testigo de un sindicalismo desprestigiado, descalificado y cuestionado justificadamente por los trabajadores, surgió la voluntad y la figura del gordo Urbieta quien asumiera la etapa más difícil y crucial del sindicalismo venezolano en toda su historia.

Mientras unos cuantos tomaron el camino de Villa Diego y pusieron pies en polvorosa para esconder sus vergüenzas, a éste le correspondió promover una transición sindical que se expresó en la conformación de la Junta de Conducción Sindical de la CTV, capitulo fundamental en la derrota aplastante que sufriera el régimen en el proceso de relegitimación de autoridades sindicales de octubre 2001, donde el candidato gubernamental Aristóbulo Isturiz ungido por el Presidente Chávez mordiera el polvo de la derrota ante el candidato triunfador Carlos Ortega.

Su labor continuó desde 2002 en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) donde formara parte del Consejo de Administración, máximo órgano ejecutivo  como integrante de la delegación de los trabajadores. Desde esta posición impulsó la elaboración de quejas de organizaciones sindicales y  la visita de misiones y comisiones de investigación ante las violaciones sucesivas a los convenios internacionales, perpetrados por la gestión más antisindical que haya conocido los anales del sindicalismo latinoamericano.

En concreto su iniciativa fue fundamental en la condena que aprobara en 2005 la OIT en el caso del despido de 22.000 trabajadores petroleros, donde se destacó la obligación del Estado venezolano de reengancharlos, de pagar los salarios caídos y de resarcir los daños morales ocasionados a sus familias. De la mano de otro grande del sindicalismo como lo fue Luis Anderson presidente de la extinta ORIT, asumieron plenamente la defensa de estos trabajadores ante el apartheid laboral desatado por el Estado Chavista.

Su más grande creación fue el Instituto de Altos Estudios Sindicales (INAESIN), institución que capacitó desde 1986 a miles de trabajadores y sindicalistas del sector público y privado, donde adquirieron conocimientos fundamentales y necesarios para la prédica   del sindicalismo libre y autónomo, impulsando igualmente investigaciones de todo género en el campo laboral. Desde el INAESIN no solo apoyó  al mundo sindical, también a toda iniciativa en defensa del mundo del trabajo y de las instituciones democráticas, convirtiendo a este local en un espacio de encuentro de vecinos, organizaciones sociales y políticas, verdadero oasis para la vida democrática.

Lamentablemente la nobleza de su labor finalmente terminó siendo descalificada y atacada por quienes dirigen actualmente la institución sindical que la originó. Ello  no impedirá el reconocimiento ante su reciente y lamentable fallecimiento, por parte de todas las generaciones sindicales y políticas que le conocieron. A Urbieta vasco de la voz grave será reconocida su vida como la crónica de una victoria.

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