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Vade retro diálogo

“La esperanza es lo último que se pierde”, en  política como en la vida misma, sin importar que la Mud y el gobierno tirano atenten contra la intención de cambio latente en la mayoría de los ciudadanos que habitamos esta tierra de gracia, a quienes pretenderán distraernos en lo sucesivo a punta de confrontaciones estériles derivadas del fracaso advertido del diálogo; si antes se ganó tiempo con la pantomima del diálogo, ahora el mecanismo a utilizar con ese fin serán confrontaciones de los dos bandos en contubernio que pretenden secuestrar el debate político per saecula saeculorum y que difícilmente impedirán la expresión del señorío popular. 

El abandono o congelamiento ocurrido fue el de la calle, de la presión popular, con el cuentico del diálogo, patraña que desde la Mud paren a medias conociendo los efectos perniciosos en la población venezolana. Si la creciente emigración genera reacciones cuasi xenofóbicas en otras latitudes es por las perspectivas poco satisfactorias generadas por gobierno y oposición en ese contexto, enredando estrategias en orden al debilitamiento de las vías democráticas constitucionales con la clara intencionalidad de suprimir la esperanza de ciudadanos abatidos por el guabineo, la desfachatez e indiferencia de origen unitario y revolucionario mezclados sin disimulo. 

La fuerza del diálogo político entre el Gobierno venezolano y la oposición, se ejerce para desterrar el espíritu combativo exhibido en todos los sectores de la sociedad venezolana, es mentira que sea el gran futuro o garantía de paz del país, en realidad es una regresión en nuestra vida democrática, permitiendo la distorsión de aceptar como legítimo un gobierno tirano y narcotraficante, representando una negación extrema de la conducta delictual vinculada a la gobernabilidad como ejercicio del poder desde el Estado; rémora exclusiva de un sistema de complicidades muy distinto a las posibilidades emergidas desde la calle, la protesta y la presión internacional. 

La esperanza trasciende la falta de entendimiento político, como la existente en nuestro país, porque cuestiona la política maliciosa de representación en un intento de regenerar la democracia a través de la implicación ciudadana en la construcción de su futuro, a través de las prácticas planteadas desde la calle con sentido amplio en el diseño de actuaciones que permitan dar respuesta a las necesidades de la mayoría de la población. La esperanza, en cuanto ilusión y optimismo en las posibilidades sociales de transformación ha crecido, para despecho de la Mud -entiéndase, G4- y el gobierno tirano, bajo una concepción política que implica una clara condición de la democracia, de una democracia republicana en la que el gobierno está sujeto al control de la ciudadanía. 

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