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¿Vendrán los chinos?

Desde hace tiempo escuchamos a personeros del régimen ufanarse de las alianzas internacionales que han desarrollado y de cómo ellas acudirán ahora en su defensas. Tales alianzas formaban parte de una nueva estrategia geopolítica contemplada en el Plan de la Patria, enmarcada en la construcción de un mundo multipolar.  Tratemos de analizar caso por caso. 

En este artículo comenzaremos por analizar el caso de China, que es la potencia que durante mucho tiempo más parece haber apoyado al gobierno de Hugo Chávez. En próximas entregas analizaremos también el caso de Rusia y de Turquía.

Urgida la potencia asiática de las materias primas y el petróleo que requería su acelerado crecimiento económico, estableció importantes vínculos con Latinoamérica y particularmente con Venezuela, país al cual otorgó financiamientos que llegaron a superar los 60 mil millones de dólares, contemplados dentro del llamado Fondo Chino. 

Buena parte de esos financiamientos sólo servían para comprar productos chinos, por lo cual el país se llenó de todo tipo de productos de ese origen, incluyendo autobuses, carros, celulares, electrodomésticos y toda la quincallería imaginable, además de tres satélites cuyo uso superaba las necesidades del país. 

A su vez, las empresas chinas se beneficiaron de infinidad de contratos de obras públicas tales como ferrocarriles y especialmente con la asignación de enormes contratos petroleros en la Faja del Orinoco, incluyendo una refinería en Cabruta, con una inversión estimada en unos 13.000 millones de dólares, que nunca se construyó.

Ese fue el mismo destino de muchos de esos contratos que no llegaron a completarse y en muchos casos ni siquiera a iniciarse. Entonces Dagong Global Credit, la calificadora de riesgos soberanos de China, encendió la alarmas con respecto a la grave situación económica, política y social en Venezuela. 

Ante el incumplimiento de la parte venezolana y la arremetida de corrupción desatada, China interrumpió el desembolso de dinero fresco. Se comprometió entonces el régimen a pagar con envíos de petróleo, pero tampoco ha cumplido con ellos.

De paso la situación de la economía china ha cambiado. Después de haber crecido durante 28 años a tasas de dos dígitos, hoy en día su PIB apenas alcanzó un crecimiento del 6,2%, el más bajo en 30 años. A la vez su endeudamiento es enorme, superando los 40 trillones de dólares, lo cual triplica su PIB. 

Su economía depende en gran medida de las exportaciones. Pero hoy enfrenta una guerra comercial con los EEUU. El comercio bilateral EEUU – China es del orden de los 633.500 millones de dólares. Ambas naciones se amenazan mutuamente con aumentos sustanciales de aranceles.

Grandes empresas habían invertido en China para favorecerse de sus menores costos de producción y así ser más competitivas en los mercados internacionales. Sin embargo, bajo las circunstancias actuales, son numerosas las que están optando por migrar, afectadas también por la transferencia de tecnología obligatoria a que son sometidas.

Tratando de atenuar los niveles de incertidumbre, las autoridades chinas sostienen que solamente el 20% de su PIB depende de las exportaciones. Sin embargo la realidad  interna tampoco luce alentadora. Los bancos chinos financiaron la construcción de miles y miles de viviendas que no han podido venderse y que están vacías, contribuyendo a aumentar el riesgo de la banca privada. Según la revista Real Clear Politics, el crédito interno de  la banca privada equivale a 161% del PIB. La morosidad es elevadísima. Se teme pues que la economía china pueda enfrentar una nueva crisis como la que padeció toda la región en 1997 y 1998.

Al analizar los planteamientos anteriores resulta evidente que China ni está en condiciones  ni está dispuesta a lanzarse a la aventura de salir en defensa de un régimen como el venezolano, que de paso no ha cumplido con los compromisos que asumió. 

Un caso concreto de estos incumplimientos acaba de ponerse en evidencia a raíz del anuncio por parte de la contratista china HQC de interrumpir los trabajos de ampliación de la producción de Sinovensa, en Jose, alegando el atraso en el pago de 52,12 millones de dólares. HQC es la filial de ingeniería de China National Petroleum Corporation (CNPC), la más importante empresa petrolera del gobierno chino.

Sinovensa es una empresa mixta entre CNPC y PDVSA que opera en la Faja del Orinoco. El proyecto paralizado tenía por objeto aumentar la capacidad de procesamiento de crudos pesados de 105.000 a 165.000 barriles diarios.

De paso PetroChina, filial también de CNPC, suspendió la compra de petróleo a PDVSA para evitar incurrir en sanciones de los EEUU.

Vemos pues que las alianzas geopolíticas en las cuales el gobierno venezolano había depositado tantas esperanzas no parecen estar cumpliendo con sus expectativas. 

Se comenta en medios especializados que chinos y rusos están dispuestos a hacerse a un lado y que están en negociaciones con los EEUU a fin de que se les garanticen sus intereses en Venezuela en caso de producirse un cambio político en el país.

@josetorohardy

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