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¿Venezuela ante una Bonanza Creíble y Duradera?

Hablar del futuro de Venezuela cuando la inmediatez agobia a su gente para poder cubrir sus necesidades básicas, podría parecer un ejercicio masoquista. No obstante ello, cualquier anuncio de un nuevo plan para la recuperación económica del país debe dejar claro el establecimiento de objetivos realistas y el diseño de una política económica que contemple su aplicación en tiempos de corto, mediano y largo plazo. Esto permitirá visualizar su verdadera utilidad, interconexión y sostenibilidad.

Dios permita que se produzcan tiempos de bonanza económica en el futuro de Venezuela, pero lo más importante es que esta sea sostenible. Para que esto ocurra, el país debe contar con mecanismos que la soporten.

Un reciente nuevo anuncio gubernamental trata de poner al país a soñar con el camino de la prosperidad, pero no deja de generar preguntas clave relacionadas con cuán realista puede ser y qué mecanismos se necesitarían para viabilizarlo, asumiendo que existe la voluntad política necesaria para perseguir el objetivo final de generar bienestar y prosperidad sostenible.

Generación de Expectativas Gubernamentales

El pasado 21 de junio el Diario Ultimas Noticias recogió las declaraciones del ministro del Poder Popular para el Petróleo y vicepresidente Sectorial del Área Económica, Tareck El Aissami, dadas al  portal Bloomberg.com. Las mismas se relacionaron con los planes de cuadruplicación de la producción petrolera venezolana para finales del presente año 2021. En esta línea, señaló que Venezuela ha recuperado más de 700.000 barriles y se prevé un aumento de la producción hasta 1,5 millones para finales de año, con lo cual el país se posicionaría entre las primeras 4 naciones  productores de petróleo a escala mundial.

Es de destacar que el Ministro también señalaba que “hay clientes listos para el crudo pesado de la Faja del Orinoco del país en las refinerías de Texas y Luisiana y asegura que si alguna vez se levantaran las sanciones estadounidenses y se permitiera a Venezuela vender petróleo nuevamente, sería una bonanza.” (Recogido en el Diario Ultimas Noticias del 21 junio 2021)

Es difícil creer que con la concreción de estos planes, el país atravesará un periodo de bonanza, pues esta meta de 1,5 millones de b/d solo representa aproximadamente la mitad de la producción petrolera que tenía el país al inicio del gobierno de Hugo Chávez. Es más, con los ingresos petroleros que se percibirían tan solo se podría comenzar tímidamente a recuperar la muy deteriorada base financiera, económica y social del país. Mucho más habría que hacer para ver verdaderos y positivos cambios que se asemejen a una prosperidad o bonanza económica.

Lo que si es cierto es que de concretarse los planes del ministro, sería un gran anuncio para un país tan necesitado de una urgente reactivación económica. Pero por otra parte, la credibilidad que pueda generar este anuncio resulta clave para poder avanzar, y ello tiene “plomo en las alas”.

Es importante señalar que este tipo de anuncio, para ser creíble, debería estar concebido dentro de un marco de política bien definido, el cual no fue anunciado. Se requiere de una política económica coherente en horizontes de corto, mediano y largo plazo en función de materializar la prosperidad o bonanza pretendida.

Revisión de Mecanismos Básicos

Para los tiempos por venir se deberán ensayar nuevos caminos, fijar objetivos, estrategias, políticas y mecanismos en todos los campos, pero también retomar algunos que se han abandonado a pesar de su utilidad, especialmente si se pretende crecer y alcanzar desarrollo con estabilidad. Esto es particularmente importante en materia económica.

Es cierto que hablar de economía si no se ha resuelto el problema político en Venezuela, puede parecer paradójico y falto de realismo. Sin embargo, algunos avances logrados en el pasado en materia económica, tanto antes como después de la era del chavismo, no deben ser dejados de lado cuando las cosas en el país puedan volver a la normalidad y racionalidad.

En efecto, los cambios legales realizados entre 1990-91, entre ellos a la Constitución Nacional y a la Ley del Banco Central de Venezuela (BCV), contemplaron mecanismos tales como: modificación del flujo de la venta de las divisas petroleras al BCV (limitando su venta total y la constitución de reservas internacionales), el Acuerdo Anual  de Políticas (AAP) y el Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM). El primero tal vez fue el más fácil de adoptar, pero fue el más perverso y la estocada inicial para la desestabilización económica que vino mas tarde. Con respecto a los dos últimos mecanismos, mucho costó que pudieran aprobarse y ponerse en práctica para manejar adecuadamente a la economía nacional por un sendero de estabilidad. Nadie dijo que iba a ser fácil la estabilización en un país con una fuente externa de ingresos petroleros tan poderosa como la que tuvo Venezuela, pero el problema es que los políticos, al obviar o manipular los mecanismos creados, potenciaron los desequilibrios.

Los mecanismos del Acuerdo Anual de Políticas (AAP) y el Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM), con el andar de los tiempos,  fueron dejándose de lado y consumiéndose aceleradamente sus recursos hasta extinguirlos. Esto ocurrió, al parecer,  cuando los objetivos perseguidos realmente fueron cambiados para dar cabida a caminos perversos de gasto público desenfrenado, ineficiencia y corrupción, entre otros. La institucionalidad poco importó y el Banco Central, antiguo bastión de control o freno de las acciones de los gobiernos (con las deficiencias y limitaciones del caso), terminó por perder su autonomía constitucional. El BCV se convirtió en financiador del gasto público en contra del espíritu de la Carta Magna del país.

Mirando a Futuro

Mucho fue lo que costó convencer a la elite política para aprobar los mecanismos antes referidos y cuan fácil parece haber sido echarlos a un lado cuando les convino, sin importar la estabilidad y el desarrollo sostenido de la nación. En estos tres mecanismos está mucho de la clave del éxito en el manejo económico futuro del país, junto a una política fiscal responsable.  Tres mecanismos que deben ser revisados y que deben ser parte integral de cualquier diseño de política económica y programa de gobierno de cara al futuro, como garantía de cumplimiento de los objetivos de desarrollo con estabilidad.

Entre otros, estos mecanismos deben estar enmarcados en una política económica que resuelva el tema del financiamiento público necesario para la reactivación nacional y la atención al problema de la deuda interna y externa, como en tiempos de la reestructuración de la deuda de los años 1989-90 e incluso antes.

De manera particular, el Acuerdo Anual de Políticas debe contar con la independencia y autonomía de los organismos participantes, en especial del BCV, y sus políticas, objetivos y metas deben ser realistas y, valga la redundancia, acordados entre las partes. De no concretarse este AAP habrá distintos “nortes” y no uno solo, con lo cual seguramente se harían incompatibles dichos los objetivos y metas acordados. No fue ni será fácil compaginar objetivos fiscales con objetivos monetarios, pero no imposible. La orientación debe darla la racionalidad económica.

Por su parte, el Fondo de Estabilización Económica debe reinstalarse como mecanismo que pueda garantizar la atención del gasto en épocas de “vacas flacas”, cuando el ingreso fiscal caiga, con lo cual se logre dar continuidad a la política económica sin mayores traumas ni sobresaltos. Tampoco será fácil constituirlo desde un comienzo con la fortaleza que se hizo en los años 1990s, pero debe hacerse. Ello debe hacerse pese a que el sector petrolero pueda ser menos representativo que en el pasado (y no obstante los recientes anuncios del ministro del área), vistos los cambios que ya están aconteciendo en el mercado energético mundial en cuanto a la sustitución de las fuentes de origen fósil. Esto debe obligar al país a reajustarse también y buscar la verdadera diversificación, … nuestra quimera por décadas. Pensando optimistamente, si se llegasen a concretar los planes y previsiones del ministro El Aissami y se materializase una nueva bonanza petrolera, bien vale la pena disponer de este mecanismo.

En cuanto al mecanismo de venta de las divisas petroleras al BCV, esto debe verse como muy beneficioso para el manejo adecuado de las reservas internacionales, sin menoscabo del financiamiento que se necesitará para la recuperación del sector petrolero y resto de sectores económicos.

Estaremos frente a tiempos difíciles que demandarán retomar el camino desandado, pero también ser creativos para idear otros mecanismos que sostengan la recuperación nacional. La voluntad política y las capacidades gerenciales serán fundamentales para el país por construir en un marco de respeto a la institucionalidad y su autonomía.

Finalmente, si bien el país pareciera estar muy lejos de una nueva bonanza petrolera como la predicha por el ministro El Aissami (aun con el levantamiento de las sanciones estadounidenses), siempre será recomendable disponer de los mecanismos apropiados para enfrentar situaciones como esta. Ante su ausencia, los políticos pudieran sentirse tentados, una vez más, a “echarle mano” a los ingresos adicionales y malbaratarlos, actuando de espaldas a la estabilidad económica y prosperidad sostenible. La administración adecuada de los mecanismos, así como el respeto a sus bondades, puede hacer la gran diferencia entre el pasado y el futuro de Venezuela. Solo así se podrá contribuir a garantizar de manera sostenible el futuro prometedor que se merece el país y sus ciudadanos.

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