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Venezuela como papagayo sin cola y el pueblo como palo de gallinero

Toda conversación actual en Venezuela comienza con una curiosa pregunta entre las partes: ¿Cómo ves tú la vaina?. 

Y todo obedece a que nadie -y a ningún nivel de preparación o posición- lejos de tener alguna explicación ilustrativa o aclaratoria sobre qué es lo que está pasando -y si alguna vez saldremos de este drama-  es abrirle espacios a la respuesta acerca de si, por el contrario, entre los componentes de la permanente montaña de interrogantes, como de desesperanzadoras y preocupantes expresiones, lo que se impone es el desgaste de lo más valioso para cada ciudadano -y la propia sociedad en general-  como es la esperanza.

¿Ejemplo convincente?. Durante el transcurso de las últimas semanas, el régimen ha hecho un llamado para ir a unas elecciones regionales en el mes de noviembre del año en curso. Y lo ha planteado después de convertir en un hecho la interesada y estructurada información sobre unos irrelevantes cambios en el Consejo Nacional Electoral. 

Irrelevantes en vista de que el cambio propuesto -y ya realizado- como concesión a la Oposición, es permitir el nombramiento de hasta dos Rectores Principales de los cinco que integran la estructura de mando del organismo, y provenientes de las filas (?) de quienes adversan a la llamada representación de la «revolución».  Pero, además, sin entrar a discutir la idoneidad e imparcialidad de los mismos. 

Lo cierto es que, cumpliendo con el deber -¿u obligación?- de  sólo hacerle un breve estudio a los Estatutos o normativas del ente electoral, se aprecia que toda determinación en ese organismo electoral se toma al contar con tres votos a favor de los cinco rectores que componen el Directorio. Y que lo que eso traduce, es que, contar con dos de los cinco votos, no cambia en nada el hecho cuando el régimen mantiene tres votos a favor, y, con ello, el poder de decisión.  

Adicionalmente, es importante recordar que el único caso de excepción cuando es obligatoria una mayoría de cuatro votos, según la propia Ley del Poder Electoral, es en los casos en los que se plantea la designación y remoción  del Secretario General del Consejo Nacional Electoral. En otras palabras,  «es el mismo musiú, pero con diferente cachimbo».

Adicionalmente, el régimen ha ofrecido «Liberar a los presos políticos», aunque reservándose nada más y nada menos la materialización de las respuestas ante las obvias preguntas: ¿quiénes, cuándo, incluyendo a militares?). Y, como si algo más quisiera añadir, se reservaría el derecho de «Legalizar los Partidos Políticos», aunque sin precisar: ¿cuáles y para beneficio de quién?. 

En cuanto a la llamada «guinda de la celebración», ofrece su supuesta buena voluntad de permitir el regreso de los venezolanos en el exilio. Aunque, como siempre, sin decir de quiénes se trata, ni tampoco cuáles son las garantías de que dicho proceso no pasa de ser de una recaptura al gusto del ya añejo régimen. ¿Quiénes y con qué garantías?

Trato aparte y de consideración especial, sin duda, desde luego, es que se guarda estricto silencio cuando a todo lo demás, se le pregunta: ¿y qué va a suceder con el funcionamiento y mantenimiento del Tribunal Supremo de Justicia?. 

Obviamente, cuando se trata de llegarse a acuerdos serios y formales, y que en criollo denominan «cambalache», el régimen ofrece -y  si es que a eso se le puede llamar ofrecimiento- una especie de necesario acuerdo alrededor de: 1- Que la oposición vaya a las elecciones regionales propuestas (pero con los principales partidos opositores: Acción Democrática, Voluntad Popular, Copei, Primero Justicia, despojados de sus legítimas autoridades y puestos en manos convenientes o los que se denominan en el argot político venezolano de: «alacranes».  Adicionalmente, 2- Que se le levanten las sanciones y limitaciones internacionales al país. 

De igual manera,  3-Que se levanten o indulten las sanciones o juicios personales a los llamados «chavistas» y «enchufados» en el exterior, y 4- Que liberen los fondos y empresas incautadas.

Este lote de propuestas, o de condiciones «excepcionales», hace recordar aquella historia de un amigo que pidió un dinero prestado y que, después de mucho tiempo y sin haber honrado su obligación de pago, visitó al acreedor nuevamente. Y admitiendo que no había cancelado el compromiso inicial, sencillamente, apeló a sus «imposibilidades» de pago, para, con el descaro del caso como punto de referencia, justificar su necesidad de plantearle al amigo lo siguiente: «hermano, préstame la misma cantidad para deberte el doble solamente». 

En otras palabras, el «gran acuerdo» en este caso, no es otro que: ir a unas elecciones -irremediablemente perdidas- con la participación de los partidos principales de la oposición en manos equivocadas. De igual manera,  que se levanten las sanciones internacionales para seguir dilapidando dinero. Y  que se acepte la próxima imposición del GOBIERNO COMUNAL,  por lo que el diminuto triunfo electoral regional que pueda haberse obtenido, quede anulado, y que los venezolanos que añoran vivir en libertad y en Democracia, esperen hasta el 2024, fecha «convenida» para ir a unas elecciones presidenciales. 

¿Es que acaso semejante cuento no suena a la oferta del amigo en referencia de: «préstame más para deberte el doble»?. 

Sin renegar de la importancia del entendimiento entre los venezolanos, para que el país pueda reencontrarse con un futuro distinto al mal del presente que agobia y exige cambios, ante la necesidad en la que se apoya el régimen de «hablar de cambios para nunca cambiar», nadie puede entender cuál pudiera ser el verdadero alcance del «cambalache» administrado teóricamente por venezolanos, además de asesorado  y administrado  por cubanos y demás «hermanos». 

Inclusive, actualmente, parte  de los partidos de la oposición está considerando positivamente esta oferta electoral. Y la creencia predominante y determinante sería la de intentar obtener unos irrelevantes puestos burocráticos regionales, argumentando que «no se pueden ceder espacios». ¿Pero sí perder  lo que queda de la  República?».  

Lo más sorprendente para el país es que los citados opositores optan por «su» negociación, a la vez que se olvidan que los partidos que representan, junto a la Sociedad Civil, hace apenas unos meses estuvieron relacionados -y algunos actuaron como participantes- en una CONSULTA CONSTITUCIONAL al Soberano. De lo que se habla adicionalmente, es que, conscientes de lo que significó la participación de casi SIETE MILLONES DE CIUDADANOS, es decir, de los legítimos dueños del país en dicho evento para concluir dando una orden de OBLIGADO Y CONSTITUCIONAL CUMPLIMIENTO, menos de 200 días han sido suficientes para que se ignore: «el 1- Cese a la usurpación, 2-Elecciones libres y honestas, 3-Permitir la indispensable ayuda internacional».

El propósito al día de hoy  no es polemizar. Sin embargo, es legítimo que los ciudadanos involucrados y comprometidos con la consecución de soluciones en nombre del derecho a optar por hechos políticos reales, apelen a identificar  decisiones transparentes y  no contaminadas. 

En otras palabras, se trata de que cada quien apele a us propias conclusiones. Y que cuando a Usted le pregunten: «¿Cómo está la vaina?, tal vez pueda contestar responsablemente, sin sentirse engañado ni manipulado.

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