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Venezuela en reversa

Antonio José Monagas

No debe confundirse la “gimnasia” con la “magnesia”. Sin embargo, la ofuscación, miedo y desesperación del régimen bolivariano por enquistarse en el poder, sin medida alguna de las consecuencias y problemas generados por su obcecación, ha devenido en un caos que terminó colapsando al país en todas sus manifestaciones y dimensiones.

El régimen, convencido de cuantas desviaciones ideológicas permite el encubrimiento de sus marranadas, anda a la deriva. Sin brújula alguna que indique la dirección correcta hacia dónde y cómo emprender la ruta que señala la propia Constitución de la República cuando su Declaración de Principio estableció –como fin supremo- “establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica (…) en un Estado de justicia (…) que consolide los valores de la libertad (…) asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna (…)”

Pero las realidades que hoy dibujan a Venezuela, lucen opuestamente de las apuntadas por tan idealista texto constitucional. El país va en reversa. ¿O acaso, es ahora lo que estos revolucionarios entendieron que debía hacerse procurando, desde un principio, retrotraer a Venezuela a condiciones de vida bastante distantes de las que suponen el siglo XXI?

A decir por lo que se ve y se constata, a diario, así se comprendió. Y se acató. Incluso, al mejor estilo militar. O sea, sin la menor posibilidad de cuestionar la orden dictada por el Alto Mando Político de la revolución.

La actualidad retrata un país que no sirve. No funciona, No avanza. Por el contrario. Se estancó. O la mejor de las veces, su dinámica es el fehaciente reflejo de un impactante retroceso que lleva adosado a su locomoción. Peor aún, acelerada “a paso de vencedores”.

No hay duda de que los mecanismos administrativos por los cuales hubo de regirse el régimen militarista, se anotó mal. Muy mal. Tomó el camino equivocado. Fue así como se llegó al foso en que se encuentra ahora. Convirtieron a Venezuela en un país donde la nada es concreción pura. O sea que estos socialistas dieron con la solución filosófica de la “cuadratura del círculo”. Craso enigma ya resuelto bajo la inercia de un proceso destructivo en nombre de adulterados valores morales y principios políticos. ¡Nada menos!

No se tuvo el menor conocimiento sobre si era crecimiento o desarrollo lo que había que procurarse. Mezclaron “chicha con limonada” hasta conseguir el empasto bajo el cual hoy se vive en esta Venezuela. Y que en otrora, era referida como “tierra de gracia”. Pero que hoy, a decir de los que sucede, pareciera “tierra de desgracias” Y aunque se lee grotesco, es lo más cercano a la triste realidad “hecha en socialismo”.

Así que no hay de otra cuando las verdades evidencian un país en donde el tiempo se dilapida de modo desvergonzado y pusilánime, entre colas para todo. Sin la electricidad que debería caracterizar lo que el manido Plan de la Patria supone como “Venezuela Potencia”. Sin la alimentación que necesita el niño de quien el régimen espera –ilusamente- convertirlo en el “hombre nuevo” o “nuevo ciudadano”. Sin los medicamentos que pudieran evitar la mengua de una población en capacidad de aportar las soluciones cuyas respuestas dejarían de entrabar la movilidad nacional. Tanto como peor, sin la educación, ni la solidaridad, ni la cultura, ni el trabajo, ni ninguno de los derechos humanos que otorgan las libertades necesarias para apuntalar al país sobre la ruta del futuro sólido y garante de la calidad de vida que este pueblo venezolano, merece y requiere a toda costa.

Frente a tantas desgracias juntas e infortunios acumulados, aunque seguirá luchándose contra la depravación de socialistas actuando como desalmados “carroñeros” encaramados sobre un pódium especialmente construido para destacar las arbitrariedades e incongruencias de un régimen oprobioso e indolente. Así que desde esa perspectiva, habrá que admitir que el país fue maniatado para secuestrarlo en su historia y realidad. Hoy, triste y paradójicamente, hay que decir que se vive una Venezuela en reversa.

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