Venezuela en Riesgo de Achicarse
Egildo Luján Nava
Muchos venezolanos desconocen que su país, entre tantas riquezas y ventajas territoriales, dispone de una que sobresale por su innegable importancia. Se trata de la posesión de enormes extensiones marítimas que, incluso, les permiten compartir fronteras con países como los Estados Unidos de Norteamérica, Francia, República Dominicana, Holanda y las islas del Caribe (Caricom), entre otros.
Es una posesión que está relacionada con el hecho de mantener dominio en el Mar sobre 315 islas. Y eso se traduce en derecho de uso y explotación sobre una enorme Plataforma Marítima, entre las que, turísticamente, y más conocida, es la bella Isla de Margarita.
Para todos los países del mundo con acceso al Mar, la posesión legítima y legal sobre su espacio marítimo territorial, y por lo que ello implica, es de primordial importancia, entre otras cosas, por la conectividad marítima con el mundo y la explotación del Mar como fuente alimentaria. Asimismo, por la extracción de minerales e hidrocarburos, la producción energética y de agua dulce desalinizada para consumo humano.
Entre esas 315 islas venezolanas, hay una en particular que, no obstante ser la más diminuta, como es la Isla de Aves, y situada en el Mar Caribe, demanda una atención especial. Hablamos de una extensión de apenas 375 metros de longitud y 50 metros en su lado más ancho, y de apenas 10 en el más angosto. Escasamente, se eleva a tan sólo 4 metros sobre el nivel del Mar.
Es oportuno recordar que, precisamente, por esa diminuta dimensión, fue posible que las Naciones Unidas la denominaran islote o roca del mar; no Isla. Sin embargo, Venezuela nunca aceptó dicha calificación y logró reafirmar la categoría de Isla, lo cual le da derechos sobre una enorme extensión marítima, calculada en 150 mil kilómetros cuadrados, inclusive como Zona de Mar económica exclusiva. Si eso no procediera, Venezuela perdería el derecho sobre sus 200 millas náuticas. De igual manera, de aceptar la categorización de islote, sus derechos quedarían reducidos de 200, a tan sólo 12 millas náuticas.
Con respecto al caso, viene una consideración particularmente especial. Y es que Venezuela firmó el tratado de límites marítimos en Caracas el 28 de marzo de 1978. Asimismo, que el mismo entró en vigor el 24 de noviembre de 1980, gracias a la posesión de la Isla de Aves, y que hizo posible que se convirtiera en la razón por la que la posesión náutica limítrofe de Venezuela alcanza a 304 millas. Pero, además, es lo que hoy le permite a Venezuela compartir frontera marítima con USA, Francia, Holanda, República Dominicana, e islas del Caribe (Caricom). Es por esa razón por la que esa diminuta Isla, es de vital importancia para los derechos marítimos del país.
Lamentablemente, la actual situación de Venezuela, envuelta en grandes conflictos internos y externos, además de presentar una muy complicada situación económica social, entre otros tantos, se ha convertido en motivo de fuerza para que el régimen haya olvidado y descuidado la importancia de salvar y reafirmar presencia y posesión sobre la Isla de Aves.
En 1978, para reforzar el estatus de la Isla, Venezuela construyó una base científica. Se trata de la Base Simón Bolívar, apoyada en una plataforma que se asienta en el agua elevada sobre la superficie de arena, para evitar inundaciones durante las tempestades que, en ocasiones, cubre la totalidad de la superficie de arena. Es importante mencionar que, como consecuencia del permanente deshiele Polar, hoy visto como referencia del calentamiento climático, la Isla, en apenas 20 años, quedaría amenazada de desaparecer como tal. Y de ahí la necesidad de evitar su desaparición como tal, y de darle uso como base de custodia sobre la Plataforma política del país, y de mejorar la construcción de la misma, como de la base científica.
Para Venezuela, no obstante la multiplicidad de referencias positivas existentes en lo que se traduciría la posibilidad de que se mantenga y predomine históricamente el dominio del país sobre los espacios conquistados, lo inquietante que prevalece hoy, es que no se tomen medidas inmediatas para restituir el interés de conservación sobre la posesión de la Isla. Es lo que considera gente del Mar.
Dicen ellos que la Isla está en total abandono. Adicionalmente, lo que era una base científica, con personal activo, cumpliendo tareas específicas y de custodia sobre una gran extensión en el Mar Caribe, hoy es algo inexistente. Pero, además, hoy se corre el riesgo de perder la Isla, o de poner en peligro los derechos venezolanos, ante tantos amenazantes y poderosos intereses foráneos, distinguidos con una motivación de imponer dominio sobre los mismos.
Al final de la descripción de lo que está sucediendo, como de aquello que puede seguirse imponiendo, es la de no ser indiferentes ante los derechos que otorga hoy la diminuta pero valiosa Isla de Aves. Perderla por la razón que sea, especialmente por la negligencia que deja entrever la indiferencia con lo que se ha asumido el caso, representaría un hecho bochornoso, cuestionable e imperdonable.
Adicionalmente, un episodio históricamente reprobable, porque equivaldría a darle la espalda a la Nación venezolana y a sus generaciones subsiguientes; de igual manera, de crear condiciones para la materialización de un proceso de amputación territorial que, para el colmo de colmos, se produciría en momentos cuando no hay día que no justifique celebraciones y arengas militares, además de hechos públicos ideales para invocar días patrios y conductas nacionalistas, mientras se insiste en exaltar la voluntad grandilocuente para hablar de soberanía.