Ver con Otros Lentes para lograr Cambios Radicales
Después de diversos intentos de acercamiento, diálogo y acuerdo en el campo político y económico, adelantados tanto en Venezuela como fuera del país, el pasado 27 de enero la Asamblea Nacional y la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecamaras) dieron inicio a lo que pareciera un dialogo para un nuevo acercamiento y así poder avanzar en las soluciones que requiere el país.
Ya algunos se han expresado para señalar que este acercamiento ocurre ante las dificultades que atraviesa el Gobierno para viabilizar su proyecto y visión de país, pero sin un deseo real de cambio o rectificación para alcanzar los grandes objetivos nacionales. Este nuevo inicio consigue al país sumido en una profunda crisis en todos los campos, pero que en lo económico se visualiza, entre otros, en una caída continuada y sin precedentes del producto interno, acentuación de la hiperinflación, pulverización del salario y pérdida total del valor del signo monetario nacional, el cual viene siendo sustituido aceleradamente por un proceso de dolarización de facto. ¿Lo grave? Que los aspectos económicos han impactado profundamente a los indicadores sociales más elementales con graves consecuencias para la recuperación del país.
Lo cierto es que este nuevo encuentro ha sido calificado como fructífero, y el primer cambio respecto a contactos anteriores puede haberse dado cuando fue el propio Presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, quien asistió a la sede de Fedecamaras, no al revés. Tal vez, siendo optimistas, pudiéramos esperar que ambas partes estén de acuerdo en El Qué se desea alcanzar (grandes objetivos nacionales), pero la gran diferencia puede y seguramente estará en El Cómo alcanzarlos. En este sentido, Fedecamaras ha presentado desde hace algún tiempo una visión bastante integral de los grandes problemas a solucionar, pero ¿serán los mismos problemas para la Asamblea Nacional y el gobierno nacional, o simplemente estos tratan de ganar legitimidad y seguir “comprando tiempo” a través del acercamiento de diálogo?
En todo caso, si la participación de los dos bandos es seria y responsable, entonces debería ponérsele fecha al alcance de un eventual acuerdo, y no dejar abierto el periodo de conversaciones, en bien del país y sus ciudadanos.
Por supuesto que interrogantes racionales y pertinentes saltan a la vista: ¿nuevamente otro dialogo?, ¿para qué serviría si no se han dado las mas mínimas muestras para aligerar el camino hacia el mismo? En este sentido, vale preguntarse también si se puede dar un acuerdo económico sin que haya primero un acuerdo político-social mínimo de convivencia. En el mejor de los casos, ¿deberían ambos acuerdos ir irremediablemente aparejados? Pero hay algo más para que sea realmente viable lo que se acuerde, ello es encontrar una respuesta a la pregunta de qué participación debieran tener los actores internacionales que influyen sobre la economía, sociedad y política venezolana.
Dicho de otra manera, ¿qué hacer para evitar un nuevo fracaso o repetir los errores del pasado en unas nuevas negociaciones, especialmente si los interlocutores son la Asamblea Nacional y los empresarios privados? Responder esta interrogante es muy importante si por algún motivo o circunstancia (inexistente en la actualidad) no llegasen a coincidir las visiones de la Asamblea y el propio gobierno nacional.
Un aspecto fundamental: No es posible alcanzar un acuerdo durable si las partes no reconocen los errores cometidos y expresan sus deseos y voluntad de cambio real, especialmente del lado gubernamental. En mucho, el reto se centra en saber si existe voluntad para desandar en todo lo erróneamente construido por el gobierno por más de dos décadas.
Si entendemos que son los empresarios quienes saben cómo producir y tienen las capacidades para ello, entonces pareciera racional plantearse la corrección de políticas económicas guiadas por una ideología contraria a la racionalidad y estímulo económico. Esto implicaría, entre otras, la revisión/reversión de la Ley Antibloqueo, las decisiones en materia de expropiaciones y confiscaciones de empresas y bienes; la revisión de las decisiones en materia de inamovilidad laboral, adoptadas sin políticas estimuladoras del empleo, el salario y el bienestar general de los trabajadores.
Es fundamental que los gobernantes entiendan que el bienestar integral del ciudadano debe estar primero, que se abandonen las dadivas para ganar o mantener adeptos, se eliminen/disminuyan la corrupción y la violencia para generar un clima propiciatorio a las actividades económicas y convivencia ciudadana. Todo ello demanda garantizar un clima de justicia y de ley, con separación, independencia y autonomía de poderes.
Mucha voluntad política de aceptación mutua e importantes y profundos cambios tendrían que producirse para poder avanzar y superar la crítica situación venezolana. La negociación siempre será lo deseable, pero sobre bases realistas y beneficios tangibles para la población.
Finalmente, lo que está planteado en estos tiempos permite referir una frase de la cual desconozco su autor, pero que resulta muy pertinente en la nueva negociación que se intenta adelantar; dice así: “De nada sirve que te presente otro paisaje, nuevo y más bonito, si lo sigues viendo con los mismos lentes que no te dejan ver”.
¡Tenemos que vernos con otros lentes para producir cambios radicales!
